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ABC MADRID 28-07-1946 página 25
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ABC MADRID 28-07-1946 página 25

  • EdiciónABC, MADRID
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LAS SEÑORITAS S 1 CUR mediógrafos y ensayistas han discurrido siempre alrededor de la palabra cursi invención germina del habla e s p a ñ o l a sin acertar a las c l a r a s con su origen. La voz es tan expresiva, tan gráfica y retrata tan de lleno diferentes aspectos, así sociales como personales y hasta intelectuales, que su sola e n u n c iación es ya sentencia firme contra todo pecado de inelegancia o m a l gusto en el vestir, en el adorno, en el hablar y hasta en el pensar y en el andar. Este f a 11 o es ejecutivo por la tremenda eficacia d e 1 ridículo concentrada en sus cinco letras, y, precisamente por e s t a trascendencia social bien merece la palabra cursi un punto de parada para fijar en lo posible su primer significado Julián Romea y su nacimiento e incorporación al lenguaje corriente. Sabido es que la gente maleante, gitanos y picaros de toda laya han usado siempre para sustraerse al rigor de la justicia, una jerga o germanía sólo entendida por ellos. Esta jerigonza componíase, a mediados del siglo anterior, en las provincias andaluzas, de una mezcla de caló o dialecto gitano con voces nuevas que se le injertaban, para recambiar con ellas las demasiado inteligibles en orejas de polizontes y miqueletes. Estas voces nuevas eran simplemente palabras de la leniguá, española! con! Jas sílabas? invertidas. Asi, pues, decíase para designar el calzado, en vez de bota, tabo como en lugar de plato, topía y por cama, maca y así sucesivamente. El ingenio vivaz de los andaluces, y muy especialmente el de los gaditanos, descubrió en este sistema de sílabas invertidas, un rico frión para dar broma y chascos a Incautos y papanatas. Apoderóse del invento lo puso a la moda y ejercitóse en él tan a maravilla, que en poquísimo espacio la plaza de San Antonio o el Parque del Genovés eran selvas inextricables de laberínticas palabras sin sentido. Y así vino al mundo el reinado del camelo, tan en boga desde mediados del siglo XIX o muy entrado el XX. Yo he oído conversaciones en ese galimatías entre don Julián Romea, el actor, y don Javier de Burgos, el sainetero, mantenidas con una seriedad digna de un diálogo socrático. El oyente quedábase perplejo, aturdido y pasmado, sin comprender ni jota de los graves asuntos que en RUS narices se debatían. Pues bien, este don Javier de Burgos, rey del, camelo, según Mariano de Cavia, y sangre gorda número uno entre los guasones de la época, fue quien me contó el origen de la palabra cursi Veamos cómo. En la Tacita de plata el Cádiz pa- H UMORISTAS, co- Y era de ver cómo estas mujercitas, por otra parte recatadas y decentes hasta el martirio, se. apiñaban, estación tras estación, en un cuchitril de costura para c o r t a r hilvanar y probar los vestiditos de los días futuros, entre perifollos, cintajos, retales y estampas de La Ultima Moda Allí, con el acicate de la dura necesidad, las faldas y corpinos se volvían del revés, del derecho y de canto, sin otra orientación que el instinto e n t r e nieblas. Las niñas de Sicur, así ataviadas a fuerza de aguja y desvelada fantasía, lanzábanse a las c a 1 e s, 1 persuadidas de que con su ingenio y sentido del gusto habían ganado una victoria sobre la negra adversidad. i Con qué ingenuo orgullo lucían en el cuello, graciosamente Javier de Burgos. anudado, el provocador sigúeme, pollo hecho con aquella ajada cinta de seda, que parecía no servir para maldita de Dios la cosa! Ya no eran las señoritas Sicur para los pollastres aviesos que aguardaban en la puerta de la Catedral la salida de misa; eran, las señoritas Cursis merced a la manía imperante de la inversión de las sílabas. Ellas ignoraban esto, como tampoco sabían que sus vestiditos detonantes, cosidos con tanta emoción del alma, eran desestimados e incomprendidos. porque precisamente la cursilería voz acuñada al nacer con su significado, no es otra cosa, en el fondo que una emoción no compartida. Y la emoción que no se comparte es, en su caída, la burla, la befa y el escarnio de lo que se quiso enaltecer. Y así. las señoritas Sicur o Cursis quedaron estigmatizadas para siempre por la, palabra que halló su, oficio designando la cosa. Cierto es que la palabra curSi ha prestado excelentes servicios contra el mal gusto; pero también lo es que ha sido impiadoso flagelo contra altos y delicados sentimientos. La generación del 98 la encontró pimpante y supo aprovecharla con fines corrosivos. Al sentimienradisíaco de mediados del ochocientos to llamósele sensiblería y al patrio- -blancura, barcos, peluconas, palmeras, tiemo, patriotería Podría darse el caso, r rejas. cla eles y buen vino- vivía un en efecto, de un falso sentimentalismo y covachuelista llamado Sicur, padre de una de un patriotismo charlatán; pero ales pollada d niñas casaderas, pobres y no licencias debieron combatirse sin procumuy agraciadas, que vivían con las estrerar el descrédito de las palabras que: escheces y aun las hambres de la sufrida tán por encima del idioma, ¡clase media en sus más humildes escaloNuestros abuelos, que no conocieron la nes sociales. palabra cursi fueron más felices. Estas niñas tenían ante sí, como toda El vulgo, gran definidor, ha dicho de mujer española y pobre de aquel entonlo cursi que es el quiero- y no puedo Son dos. palabras que por sí mismas conces, el fantasma del porvenir incierto, sin tienen un gemido de dolor humano. ¿Saotra solución que el matrimonio. Al paso bes lo que es eso, lector? ¿Querer... y que los años se sucedían, las vírgenes sin no poder? Lo sabes si te contemplas en voto, llevadas del engañoso andar de los el deseo, que eres tú mismo; y en la imdías insensibles, acercábanse al! pollepotencia: de) la voluntad, que leres tú tón limbo de las solteras y pesadilla mismo también, callada de los padres, FEDERICO OLIVE. R

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