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ABC MADRID 07-07-1946 página 15
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ABC MADRID 07-07-1946 página 15

  • EdiciónABC, MADRID
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JCXJQS, SQT) CÍ! (JD dh. S i a una gu uapa, demasiado guapa, la llamaban, en cierta ciudad andaluza, éptimo el séptirr merengue a un feo. demasiado feo, le decían, en Madrid, el feo doble y. así, aquéllos y é s t o querían señalar que tanto la belleza a punto de azúcar como la fealdad al borde de lo repelente no son regalos del hada madrina, puestos en la cuna del recién nacido infante. Nuestro feo era un hombre inteligentísimo, bueno, trabajador y casi sabio; su bisturí curaba la carne herida en corles de milagro, y su simpatía era imán de la amistad. Popular y estimado, su feo rostro no entorpecía su carrera. Muchos toreros a su ciencia debieron la vida. En la época de su fama era también famoso un gran periodista, Adolfo Suárez de Figueroa, director de El Nacional al que la alegría de vivir impidió mayor fortuna política. Hombre de ingenio y dado a la broma, Figueroa tenía en la palabra y en la pluma la intención de su talento. Un día, en Córdoba, la tertulia de Figueroa comenzó a hablar de cierto feo, redicho y agresivo, que defendía su aspecto con la ponzoña de su lengua. -Por muy feo que sea- -dijo el periodista- -yo tengo otro que le gana. V. además. e ¡mío es honrado v caballero. -No e posible- -contesto uno Nuestro feo es único. -Les digo i ustede que como el mió 110 hay dos. -Eso hay que verlo. -Y apostarlo. -Pues preparar las cosa- que yo traeré a mi campeón. Y en alto los aceros. Adolfo Figueroa salió para Madrid. Va en la capital, buscó a! doctor Bravo, que era el objeto de su broma. El buen doctor, con su frente amplia y prominente, la nariz chata. a boca cuajada de pelos y aquellos ojos que parecían le- que bosquejó Rojas Zorrilla en La hermosura y la desdicha al cantar: Eran sus ojos ojetes, dentro en los cascos hundidos, y en derredor, guarnecidos con dos párpados ribetes. se sorprendió un tanto al ser invitado por su amigo para primar un domingo en Córdoba. -Vente conmigo- -le decía- descansas un poco, nos bebemos unas cañas y rolvemos como dos rosas. -Tengo mucho trabajo, Adolfo. -Que cure tu ayudante; bien ganado tiene- un descanso. Y tanto argumentó, que el expreso deJ sábado se llevaba al periodista y al médico hacia la Mezquita y el Guadalquivir, En Córdoba se había recibido un telegrama que decía: Salgo con él y media hora antes de la llegada del tren, los andenes se llenaron de curiosos, (porque la apuesta, como la de Don Juan, era pública y notoria. Aquella multitud se ripretujaba, sonriente y murmuradora, alrededor del feo cordobés, al que habían llevado con engaños, a esperar al feo madrileño. Ante la puerta de salida, una murga amenizaba el acto. Y al entrar el convoy en agujas, un gran silencio expectante aguardó el momento esperado. El doctor Bravo vio ya de lejos aquella multitud y preguntó a Figueroa a quién esperaría tanta gente. -Vendrá algún personaje. A lo mejor Guerrita -contestó evasivamente el diablo del hombre. Después del retumbo de aquellas plataformas de madera, características de la vieja estación de Córdoba, el tren se detuvo. Hábilmente, Figueroa cedió el paso a su amigo, quien, asomándose a la portezuela, puso un pie en el estribo. Entonces una enorme ovación atronó el espacio, la murga entonó un pasodoble zarzuelero y una voz gritó- Madrid gana siendo respondida por aclamaciones incesantes. Los bromistas de Córdoba empujaron a su campeón hacia el feo de Madrid y los dos se miraron, comprendiendo. Figueroa se había escabullido y el feo doble, bondadoso, tendió su mano al feo sencillo, que rechinaba los dientes... Lx: x DE ARMÍÑAX

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