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ABC MADRID 18-06-1946 página 13
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ABC MADRID 18-06-1946 página 13

  • EdiciónABC, MADRID
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UNA HUELLA PROFUNDA EN LA HISTORIA DEL TOREO triunfo de Luis I p i en la Feria e flípeciras Altearas, junio. -Cuentas de azabache arrancaron a Luis Miguel los pilones en la primera corrida de la Feria de Algeriras; hebras de oro salpicadas de rubíes- -rubíes de los más caros, porque brotaron de su propia sangre, brava y moza- -se llevó otro toro en las astas la tarde segunda. Los dos vestidos llegaron flamantes, nuevecitos al ruedo algeciréño, y los dos salieron con huellas que, en muda elocuencia, por las bocas de seda ruedo. Lo atravesó al trenzar sus ecos en el aire los clarines para que otro toro saliese. Luis Miguel caminaba con pausa, sonriente. Y sonriente, tranquilo- -mientras nosotros temblábamos de angustia- -se hincó de rodillas, hizo florecer en la arena el rosetón de su capote, y entre el silencio impresionante ordenó con voz firme al torilero: ¡Abra usted ya! La mole negra y mate del toro de Vilianiarta fue a desbordar su ímpetu en el derándose de la Historia del Toreo, entreabre sus hojas, y dice: ¡Bueno, estas páginas las escribo yo! Y dos de estas páginas han salido de Algeciras... ¡Cuántas no saldrán de este pulso de Luis Miguel, al que el Genio le lleva la mano... Tinta es ¡a suya con perfume de las escuelas mejores- -pura solera- con aroma que trae a los redondeles aires de ayer, y mezclándolos con fragancias de hoy. ofrece lo (Dibujo de A. Martínez de León. rasgada, nos hablaron bien claro de lo que es este torero, de la casta que tiene este torero... Andalucía, que lo reclamó en el ciclo abrileño de la sevillana Feria, sin conseguir su presencia en la Maestranza- ¡cosas raras de los bastidores 1 taurinos! quería verlo. Y Luis Migue también tenia ganas de que Andalucía le viese. Deseos de triunfo parecían aguijonearle. Y en cuanto tuvo ocasión, surgió el mozo. Debía saltarle en el pecho el corazón. Y no fueron sus manos, sino éste, el que a su capote imprimía el ritmo, Tan cerca le pasaban los cuernos al diestro, cuando hacía un quite al primero de la tarde, tanta hartura de toro traía el chaval, que una de las veces, en la angustiosa ruta de un lance, le alcanzó la res. Pasó a la enfermería comnocionado. Pero su afición le chó le ella a empellones. Atravesó el revuelo gracioso e intenso a la par del cambio de rodillas... Atronaban las palmas. Y yo. desatándome difícilmente el nudo que la emoción del momento había eclíado a mí garganta, pregunté a un viejo aficionado- -de ios que quedan pocos- compañero de localidad: -Después de una cogida como esa que Luis Miguel sufrió en el primero, ¿usted cree que haya un torero capaz de irse a los toriles? El aficionado viejo me contestó: ¡Ninguno! Así empezó Luis Miguel su triunfal Feria de Algeciras. Con una cogida y con un gesto. Y tras él, se mostró en estas dos tardes memorables exactamente como lo que es: como una figura excepcional, una de esas figuras cumbres que surge cada treinta, cada cuarenta años, y apoque es- -lo que debe ser- -el toreo auténtico técnica, arte, variedad, emoción, honc ura... Cosecha de orejas, de rabos, cíe patas para Luis Miguel en las dos tardes. (En la segunda, llevados los trofeos a la enfermería) Cosecha de premios a, cambio de esa otra que sembraron a dúo el corazón y el arte de este extraordinario torero. Dos vestidos flamantes, nuevecitos, llegaron a Algeciras. Y de Algeciras salieron, uno, con el azabache mordisqueado por las astas; el otro, con el oro salpicado con rubíes de sangre... En la arena quedaron unas lentejuelas, unos alamares... Y quedó también el surco profundo que Luis Miguel Dominguín marca en la fiesta españolS JAIME DE CÓRDOBA

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