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ABC MADRID 09-06-1946 página 3
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ABC MADRID 09-06-1946 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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MADRID DÍA 9 DE JUNIO DE 1 9 4 6 NUMERO SUELTO 60 GENTS. CERNER Y CRIBAR LA VIDA INMÓVIL D I A R I O IL U s. T R A D O DE I N; 0 R M A C 1 O N G E N ER ÁL TEMAS TEATRALES RINCIPIO quieren las cosas. Y más si son tan principales y señeras como el Teatro, que Dios guarde. Sépase, en fin, que Norteamérica- -hada madrina del Cine, olvidadiza del Teatro- -reacciona por la Escena frente a la Pantalla. Sí, señores. En Hollywood, se muestra el Paraíso perdido del celuloide, mientras én Nueva York se da luz a la batería teatral: Todos los espectáculos escénicos- -nobles y plebeyos, altos y bajos, gaities aúd gravities- -d e s d e el melodrama neozelandés a la danza iroquesa; desde las exhumaciones de Sófocles a los ectoplasnias espiritistas; desde el repertorio judío al repertorio tibetano; desde las farsas negras a las tragedias chinas, egipcias, árabes- -con excepción, naturalmente, de las japonesas, que aguardan la licencia de Mac Arthur- todos los espectáculos teatrales, repetimos, conquistan más público cada día. Pese a los años de la guerra y a los enigmas de la paz, el área de los bastidores es inmensa. Empresarios, animadores, directores, autores, traductores, intérpretes, músicos, escenógrafos, coreógrafos, modistos, dibujantes se asocian por cientos de miles para batallar contra los enemigos del teatro, a quienes la gran precursora, Mary Robert Richart, denominó lapidariamente los malhechores del teatro Autora de comedias que llegaron a milenarias, como Bab y Los siete días. de novelas que pasaron de millonarias, como El mendigo y La vampiresa roja, Mary Robert Richart rompe el fuego con sus célebres artículos en el Teater Magasinc, seguidos de agresivas conferencias en teatros, clubs- oficinas, fábricas, barcos y Bancos, y de ruidosas manifestaciones con carteles donde se leía: ¡AbajoMos malhechores del teatro! hasta resumir la campaña, tenaz y fiera, en un estudio, cuya cabecera, a toda plana decía: Una larga lista de malhechores y asesinos quieren acabar con el Teatro. Pero el Teatro, que es una institución social, permanece vivo. Y triunfará de todos sus viles adversarios ¡Viles adversarios! ¡Malhechores! ¡Asesinos! ¿Qué casta de jauría es ésta, acosadora del Teatro? La autora de Los siete días aporta pelos y señales: Los malhechores del teatro son: el Cine, la Radio, el Campo, el Automóvil, el Metro, el Autocar. Por si no bastara, la Crítica, su detractor, su Tarfuto Y para que no quede el rabo por desollar, también son Malhechores del Teatro, los autores que se creen perfectos y son una calamidad Cuando más recia y popular avanzaba la campaña de Mary Robert, la guerra dio al traste con todo. Mas apenas fue dibujándose la victoria, las huestes teatrales recobraron pleno vigor. Sometida la acción directa a un juicio Ie revisión doctrinal, se; dicta por los partidarios de Mary Robert la sentencia jurisprudente. Si el Cine no es realmente un asesino, al menos es un Malhechor del Teatro. Porque todos los días arrambla con una cantidad de público que, de no haber Pantalla, acudiría en gran parte a la Escena. De ahí se fulminan rayos y centellas contra la mixtificación. Decir que es o. N un puesto de chamarilero, entre abN el molino se cierne, en la era se criba. surdas inutilidades, hemos encontraHe aquí dos operaciones trascendendo unos cristales de veráscopo con tales, que nos ofrecen todas las ideas imágenes del Madrid fin de siglo, el del poy todas las imágenes que existen en la seleclisón ya discreto, los milicianos ante el Obeción. Los esfuerzos y las aspiraciones de los lisco, los tranvías de muías, la fuente en el hombres se encaminan hacia lo selecto. Para centro de la Puerta del Sol y L i Exposición a que una cosa sea selecta, tiene que haber paFilipina en los palacetes del Retiro. Tienen sado por un cedazo o que haberse quedado en la tela de una criba. Estos son los dos úni- una gracia mdaiicólica las modas desaparecidas y los edificios derribados, sombras cos procedimientos que existen para la se- que nunca se reflejaron en nuestras pupilección por el cedazo pasa la harina y quelas o de las que no guardamos sino un reda el salvado; por la criba pasan el polvo de cuerdo nebuloso. la era y el trigo ruin, y quedan los granos Pero lo que más nos impresiona al conmejor granados. En el primer caso, lo setemplar estos trasuntos de unos instantes, lecto cae; en el segundo, lo selecto queda. que ellos mismos se creyeron inasibles, -es Esto es porque, unas veces lo selecto es lo la realidad de su vida aprisionada. Aquí más fino, y, otras, lo más granado. están dentro del pequeño parato, hechos ¡Cuántos días en la era, ya recogida la relieve hacia el que se nos van las manos, parva, y cuando el sol se ha sepultado en los con ¡espolvorear do cascada o rielar de esmontones de trigo, he visto, después de aventanque, enviándonos su frescura. Hubo altar, cribar! Así debiera hacerse con los hom- guien que lanzó sobre su carrera veloz este lazo encantado y ya. se quedaron aherrojabres, pensaba. Que quedasen sobre la tela dos en cárceles, inmóviles en su asombro y los más fuertes, los más duros, los mejor sorpresa. granados, y fuesen al aire los ligeros, los írívolos, los endebles... los auténticos homÑos parees qua estamos acodados a un bres de paja. Entonces, el gañán, con los viejo balcón, en uno de esos palacios que brazos desnudos, y. entre ellos, la criba, ad- ya no existen, fantasmas el espacio y el tiempo; pero nos burlarnos del espacio y quiría un enorme valor representativo. Era del tiempo, que tantas veces han sido señocomo el gran juzgador; el hombre que pores de nuestros deseos, mirándolos ahora seía el ritmo justo para separar lo bueno de en prisiones. Desfilan los momentos a nueslo malo, lo útil de lo nocivo. tra voluntad y pasan y vuelven según nuesTambién recuerdo las largas tardes del tro gusto; y el- pelotón, de húsares, o las molino. Primero, bajo los altos y dorados niñas endomingadas con su cortejo de enaálamos del caz; más avanzada la tarde, en morados respetuosos. o el transeúnte único que cruza la calle o se refugia bajo la somel mismo borde de la presa, oyendo ese ruibra de la pobalcda, encuentran otra vez su do del agua que es el auténtico ruido de la dimensión tercera, que es, con mayor logro fuerza; y, después, a la caída de la. tarde, sentado cerca de las muelas, viendo cómo que en las páginas de: Proust, busca y hallazgo del tiempo p: rd do y del espacio esel trigo cae en un canalillo, y la harina sale fumado. por otro. Milagro parece que una cosa tan Ninguna de estas figuras que cruzan, ni rubia se convierta en uña cosa tan blanca. el agiua que salta en el chorro de la fuente, El secreto de esta sugestiva metamorfosis le ni el estremecimiento ds la sombra del árconocen algunas mujeres. Pues bien, allí denbol recelaban que iba a ser perpetuo aquel tro del molino lie visto cerner la harina con instante efímero de su inquietud. Y é- te el cedazo. es otro motivo pa. ra que se nos despierte También aquí era un hombre con los brauna confusa emoción al mirarlos. ¿Qué zos desnudos. El de la era, muy rojo, y el momentos da nuestras ansias, de nuestro del molino, muy blanco. Los molineros proesfuerzo o de nuestros sueños se han de longan su juventud porque, cuando aparecen quedar parados en la eternidad? Tal vez en su cabeza las auténticas canas, las disininguno de ellos, y no nos acongoja esta sospecha, sino que ros serena el ánimo. mulan con el polvo del molino. Así, pensaba yo, mientras el cedazo se movía, puede haAlguna vez, detrás de nuestros pasos, heberse la selección de los hombres. Los más mos sentido clavada una curiosidad, y nos finos, los más sutiles, los más penetrantes enojaba como un espino que tirase de nuestros vestidos; no es grata la impresión depasan por la tela; quedan encima. de la tela imaginarse perseguido por unos ojos, y si los más bastos, los más torpes, los más groreflexionamos que la fama no es sino una seros... inquisición asomada al lente del estereósPero cuide el seleccionador de no confuncopo, si pensamos que habríamos de quedar dir el cedazo con la criba. Para el trigo la en inmóvil sorpresa entre el relieve de un criba, para la harina el cedazo. En la criba cuadro eternamente igual, ya nos parece una hay que recoger lo que queda en la tela; en enfermedad del ánimo este deseo de proel cedazo, lo que ha pasado por la tela. De longar nuestras vidas en los sentidos ajenos. este modo, a la hora de la selección, algunos Esas animadas copias de lo que se fue, hombres que han quedado sobre la tela pienestos gestos pueriles en los, rostros hoy sursan: yo debo ser trigo, buen trigo, cuando cados de arrugas se han quedado cautivos lo que son, en realidad, es salvado. Y otros en utra vida inmóvil sobre la frágil inmorque pasan por la tela dicen para sí: yo debo talidad de un vidrio- ¿y no es más frágil ser harina linísima, cuando no son otra cosa todavía cualquier anhelo de supervivencia que polvo de la era. en lo humano? -Pero ellos no lo pre ndiivon, y su mayor reposo será no saber Mucho cuidado con las seleccione? y para que la fama les aprisionó un instante, entre esto, lo primero que se necesita es no contodos los que compusieron su existencia. fundir el cedazo con la criba. E E P FRANCISCO DE COSSIO MARIANO TOMAS

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