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ABC MADRID 28-05-1946 página 11
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ABC MADRID 28-05-1946 página 11

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página11
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la España guerrera, docta y piadosa del tercer Austria, había en Alcalá de Henares un estudiante, conquistador y poeta, cuyas aventuras galantes eran famosas en toda la ciudad. No había mujer que se resistiera a sus artes de seducción. Y un día, sus ojos se fijaron en la casta hermosura de una doncella de dieciocho años, llamada dona Margarita. Era 1 la joven de sua. ve y delicada belleza, de linajuda estirpe, y, sus padres la guardaban, recatadamente, en la procer casona de sus mayores, como el más preciado de los tesoros. Púsola cerco el galán con una ronda de amores, bizarra y apasionante, atrevida y rumbosa. Y de nada valieren, custodia, cerrojos y garafateos, Hora a horr. y día a día, con serenatas y esquelas, con versos y miradas, el estudiante la fue rindiendo a su voluntad. Y en el trance mismo de conseguiría, la noche antes del día convenido por 3o s enamorados para huir al palacio de cristal y espuma de sus. ensueños, a la guarida ardiente de su pasión, encelada y poderosa, la domi- E monjas y uno de los embozados penetró por ella, mientras los otros dos guardaban las Cuentan que una v e z entradas de la calle, Cruzó el Rey el huerto, con oración de cí preses y cristalino rezo de fuentes monjiles. Escaló el claustro alto. Se enfantasmó de luna. Y con la espada desenvainada, la decisión tozuda y el corazón palpitando fuerte, avanzó por el. Un lejano y fúnebre salmodiar empezó a oírse por el extremo, del claustro; -luego se vio una luz, ictérica y danzante, enfermando tinieblas; v, por fin, una prolas celosías del convento. Sus ecos de amo cesión de monjas con cirios encendidos. El mundano sonaban inquietantes en ja casta Rey se ocultó, presenció su paso sin que le serenidad monástica. Y la noble abadesa, so- vieran, y, cuando la luna y, la noche volviebresaltada y temerosa, trató de averiguar, ron a conquistar la soledad del claustro, se y... averiguó, por alguien que ya las había dirigió con paso decidido y sacrilego a la oído, cantadas por la misma voz, allá en la celda de la novicia Margarita. docta Alcalá de Henares, en noches de estuPor la puerta salía un resplandor entraño, diantina y galanteo. un olor a cera y flores. El Rey galán la De nada sirvió el cerco ceñido que el Rey abrió bruscamente. Y un grito de espanto se poeta puso a la novicia, que no era otra que escapó de su garganta; Muerta y bellísima, la bella Margarita de sus amores mozos. De en blanco ataúd como su pureza, la novicia nada sirvió su oro comprando voluntades Margarita. La daban vela ocho cirios hu- EL REY Y LA NOVICIA MARGARITA sela desapareció de Alcalá de Henares in que nadie volviera a saber de ella. Cuentan que el estudiante la buscó deses peradó por toda España en un trenzado an helante de ir y venir de rutas sin fortuna Cuentan que sus padres la ocultaron, Diot sabe dónde, al conocer la verdadera persona que se ocultaba tras el falso nombre usado por el seductor. Y cuentan también gue lat -r i- tv 5 para decirse quién era, se hablaba al oído y miraban recelosas a todas partes. Pasaron Jos años y un día el Rey, nuestro señor don Felipe IV, visitó; el madrileño convento de San Plácido. Y al obsequiarle la comunidad con dulces y con refrescos, sv Majestad sufrió un ligero desvanecimiento, y una de las novicias, por el calor sin duda, se desmayó también. Desde. aquella noche, la solitaria calleja de San Roque, oscura y antigua, rasgó el manto de su silencio viejo con las trovai apasionadas que un galán cantaba al pie de ni sus billetes de amor, apasionados y líricos, qué una mano celestina hacía llegar hasta la celda de la novia de Cristo. Pero era tan poderosa e irrefrenable su pasión, que decidió raptarla. Aterrada la abadesa, al en- terarse de los propósitos del más temido Monarca del orbe entero, llamó a don Jerónimo de Villanueva, protonotário de Aragón y valedor del convento, encerrándose con él en una misteriosa charla que duró más de tres horas. Noches después, al dar. las diez en el bronce conventual, grave y sonoro, tres embozados de larga espada y calado chambergo aparecieron por el extremo de la silenciosa calleja de San Rpque. La noche prestigiaba sus pasos con resonantes ecos de leyenda. Y: al llegar frente a la puerta del huerto monacal, una flauta empezó a sonar en el zaquizamí de un viejo, hechicero y nigromante, que vivía enfrente. Como a su conjuro, se abrió la puerta del huerto de las meantes, y la talla católica de un crucificado; custodiaba su sueño eterno. El Rey se arrodilló, el amante lloró y el arrepentido rezó, huyendo después enloquecido. í esquilón del convento sonó doce campanadas, las fuentes monjiles siguieron copiando estrellas en su rezo cristalino, y lá oración Verde y fantasmal de los cipréses. ascendió por rayos de luna i un ci 3o con fiesta de luceros y estrellas. Días clespm s, la Católica Majestad de don Felipe IV re jaló al convento un reloj que, al dar las doeje tocaba a muerto. La profesa Margarita, aljoírlo, se disciplinó siempre durante su largja vida, para ahuyentar el r e cuerdo de un ¡gran amor imposible. Y hasta nuestros días jjia seguido doblando, a muerto el reloj de jmi cuento cuando en su cobre centenario sobaban doce campanadas a la hora azul de la leyenda. F. BÓNMATI DE CODECIDO (Dibujo de Sáenz de Tejada.

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