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ABC MADRID 21-05-1946 página 9
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ABC MADRID 21-05-1946 página 9

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página9
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-T A Feria de Jerez I no llega a su- I 4 plenitud madura hasta 1 día cuarto A fuerza de libaciones sacras y de dar vueltas en torno del ferial, entra en t r a n c e como una bacante o pitonisa. Es en el día setas. Se; comentó eso y se dijo que la gente cuarto cuando, relajadas de insomnio y. can- tiene ahora más dinero que nunca. sancio las defensas físicas, la. Feria seiiace- -La gente -sentenció el Séneca- -no, tie para sus devotos, ya sin perfil ni análisis, ne dinero ahora; por eso hay tanto... El du un bloque difuso de pitos, cascabeles, masa ñero que corre es el que nadie tiene. En Ía Fe, frita, polvo y ronquera. ria no hay más que diecisiete mil pesetas. El Séneca es moderado en todo. Huele el Con ellas se están comprando todos los buvino más que beberlo, y a la Feria no asoma rros y mulos de la Feria, más lo claveles, los hasta el día cuarto. Entonces entraba pau- buñuelos y los imperdibles de piedras falsas. sado, con el bastón colgado del brazo, en la Hubo un, momento de pausa. Olió el Sécaseta de los señoritos Porque la Feria neca un vaso de fino El conde falso quetiene un instinto seguro y no legislado de ría entregar al verdadero quinientas peséis jerarquía y democracia. de señal El otro se negaba. No hacía fal- -Don José: llegar a la Feria al cuarto día ta. Además, no era dinero para el prec. io v es como subirse a un tren en marcha... Está convenido El Séneca intervino: -Tome usted la señal conde... No hay uno, con la cabeza fría, fuera de la presión de los demás. Para llegar a usted he tenido mayo sin flores ni trato sin ceremonia. que recibir seis o siete abrazos; me han ofreLuego anadió, volviéndose a mí: v cido diez copa, me han regalado un clavel, -Mire usted, clon José: a mí me tríen mg ha preguntado Hm señor desconocido si todos los días algún papel de! a autoridad: quiero una goma de repuesto. Uno no vie- planillas, recibos, declaraciones juradas. Yo. ne preparado para que lo quieran tanto ni jos firmo... y hasta los obedezco, cuándo para que le digan cosas tan inesperadas. Así puedo. Pero, mire usted, yo no lo puedo r. ées como se saborea la Feria con tranquilidad mediar: no me siento yo amarrado por aquey malicia. Yo creo que el que se ocupa en lio. Porque aquello no tiene ceremonia. El una cosa debe siempre preguntarle sobre ella la o! al que llega de fuera. El cocinero debe darle Municipio, odon Cámara, se la autoridad no tienen cara, José, ni les puede rega. a probar el gazpacho a otro para ver si está a punto. El que hace versos debe preguntarle a cualquier amigo, un día si están claros. El que marida debe preguntar a los demás, de vez en cuando, si va bien... Porque el que comprende bien la Feria es el que llega el día cuarto; Le llamaron a un rincón donde estaban sentados. junto a una, mesa con vasos y botellas vacías, los condes solemnes y graves. El uno, conde de verdad; el otro, de apodo, por su mucha prosopopeya. Acababan dé terminar un trato que había durado, con breves pausas, los cuatro días de Feria- Una pareja de ruchos acababa de ser vendida en diecisiete mil pesetas. En realidad, esa cifra estaba como perfilada en el horizonte desde el primer día. Pero los dos condes, el falso y el verdadero, habían llegado a ella (paso a paso, con pie- na conciencia de la vieja y civilizada gravedad del regateo Porque- -como afirmó el Séneca- -la civilización empezó el 3 ía. en que el que pedía veinte se conformó con diecisiete, y maduró del todo el día en que pidió v. einte el que, en, realidad, sólo quería diecisiete. Lo único nuevo, en realidad, era que una pareja de ruchos va- Iiera diecisiete mil pe- El Séneca en laFeria tear. ni- se. les da una señal ni se les convida a media botella. Claro, es que, a veces, los papelitos empinan el tono y dicen cosas como: Declaro bajo juramento... P e r o; ¿jurarle a un fantasma que ni bebe ni regatea, parece cosa de mentirijillas. Y, además, todo depende del tono. También se dice: Mira la hija de tal, ¡qué guapa es la. condenada! ¿Es esto 1 un insulto? Pues, ¿és aquello un juramento? Un juramento sin espiar enfadado y sin que intervengan mis muertos o la sahid de mi madre a mí no me suena. En cambio, cuando he dado cien pesetas de señal y he tomado con el vendedor media botella y unos ostiones, me dejaría matar por el trato Porque aquello, ¡qué sé. yo... tiene ceremonia. Se tocó el ala del sombrero para despedirse Ya: tenía él Séneca bastante Feria. Le detuvieron varias personas mientras atra, ve ¡saba la caseta. Le preguntaran por la salud. ¡Psch! Voy disimuíándetnépor aryidá. En esto pasa como en la pQlífleá Los. muy grandaÍAes y colorados sé muerende repenr té. Los que nos anjpjamapós encogíamos Tamos tirando. Yo no sé si es que la, ínuerte no nos ve. V 1 í; -O que los microbios no encuentran eornida. -Yo no creo mudho en los microbios, A mí que me liabíen de burrofe para arriba. Pero, en fin, si existen, yo creo que lo que hay que hacer és tratarlos con: naturalidad y convivir con ellos. Muchos fe ffluer. eti por haberlos desafiado con agua mineral. Se marchaba de la caseta. Quedaba ésta, a su espalda, haciendo tratos y comentos, en- una alta presión de alcohol y cordialidad. -Esto es m u c h o más. bonito que un Banco y una Notaría, don Josíé. Aquí todo está hecho i- con palabras y ademanes antiguos. Esto es el cogollo del clavel, la almendra ele Andalucía. Mire usted: yo, una vez que me metí en negocios mayores, vi venir hacia mi casa un cliente, un notario y un alguacil. No recuerdo si era cosa de embargo o de protesto de letra. Mi m u j e r quiso atrancar la puerta, de la casa. Yo la dije: Al contrario, ábrela de par en par... Y te expliqué, para q u e entendiera: Si la c i e r r a s la descerrajarais en un segundo. Si la a b r e s, con el pase usted No, usted primero andaluz delante de toda puerta abierta, tendeé, tiempo ¡sobrado para irme por la puertecilla del corral. Y se perdió, lento, ceremonioso, entre los giros báquicos e insistentes del cuarto día de Feria. JOSÉ MARÍA PEMAK fe la Real Aca Española. El Séneca interpretado por el pintor Juan M. Cuello.

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