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ABC MADRID 03-05-1946 página 3
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ABC MADRID 03-05-1946 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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MADRID DIA A 3,5 QE, MAYO PE 19 46. NUMERO SUELTQ 4 0 C E N T S CATÁLOGOS DE; COSAS E han publicado vocabularios c on todas las veces usadas por autores célebres; vocabularios de Berceo, Góngoray Mctatín. El dé Moratín, formado por Federico Ruiz Morcuende, es magnífico; esos dos tomos en folio son un verda dero diccionario un diccionario con ejemplos, -que es como han de ser los diccionarios, si lian de 1 sacarnos de dudas Va veces, muchas veces. Ya que liemos formado vocabularios da autores, formemos catálogos de cosas: las cosas que se contienen en un Cervantes, un Lope o. ün Tii; so c e Molina. Con las cosas que nombra ur autor en sus obras, y con las cuales está en contacto, tendremos idea del sentido de lo concreto que tiene esie autor; es decir, de cómo ve el autor la realidad del aiiuhdo. Cervantes nombra muchas cosas; Tirso es quien, después de Cervantes, nombra más cór- ás. Co el catálogo de las c o s a s ten- Tirso nos explicaríamos la. diferencia de este autor respecto a Lope, y el motivo de Ja postergación su- frida por Tirso. En- uhS Se los cajpítuloyde la primera, parte del Quijote, capítulo en que se. habla de una venta, la venta en que mantearon a Sancho, encontramos las siguientes cosas; una. cama de bancos, con cuatro. -tablas, un colchón, dos sábanas, una c tera de enea, enjalmas, una lámpara que ardsj en el- portal, candiles, una albanega, unas cuentas dé vidrio, la vara de un cua. Ürillercr y la caja de lata eri que el dicho funcionario lleva sus títulos. En la pintura que se hace. de un docteí eá el Don Gil de las calcas verdes, de Tirso, tenemos, entreoirás cosas, -no las mencionamos toda? lassiguieíítes. s libros, una lonja dé jamón afie fo, vino, una olla y. un asado nía do, una cazuela- -cazuela en sentido dé. alimento- naipes, escórela, aceituna? recetas, un doblón, un cartapacio. ¿Y qué- iros diría el catálogo de Tirso en confrontación con él de Lope? Nos diría que en tanto que Tirso lia estado en contacto, con la realidad, Lope lía planeado sobré ella. No. quiere esto deeif que el concepto que de la -vida, tiene Tirso sea superior al de Lope; dignifica, sencillamente, que es otro. Y en una época en que prevalecía el sentido de Lope, no podía ser tah acepto al público, íjuien sustentaba otro sentido; no lo fue, y n lo fue tampoco durante dos siglos. Y aquí- es donde debe- mos- buscar el motivo principal del olvido. No hablemos de los atrevimientos de Tirso. No pue de ser ésa la- causa de, la. poster- gaciónf No demosen tal puerilidad. ¿Atrevimientos en un país que cuenta con el Arcipreste- de 1 Hita? ¿Y que, ha producido La Bozana Andaluza? ¿Y que había visto ya DIARIO IlUS. TIt XO DE I N F O R M AGÍ 0 N G E N ÉR A L S -digámoslo con franqueza- -que nef se cimentan las liviandades que Tirso suele atribuir a las mujeres de sus comedias A eía cuenta, el autor de La L- osamq Atulalusa sería más psicólogo que Tirso. Y en lo mo- derno, nadie podría disputarle. a Emilio Zo a el conocimiento del corazón femenino. ¿Y p or qué suponen conocimiento de la mujer las liviandades y no los idealismos? ¿Cómo vamos a creer, que cala más en el. carácter femenino quien pinte bajamente a la mujer, y no superiormente? Y si aceptamos que Tirso conoce la mujer, y no la conoce Lope- -por lo menos, t n Jarato grado- ¿sería temerario suponer que- siquiera Lope no hubiera escrito, nanea La prudencia en la mujer como la ha escrito. Tirso? He dicho alguna vez que, en realidad, la prudencia en la mujer debiera- titularse La imprudencia tn la mujer. ¿Qué gobernante, como doña María de Molina, es engañado en una. oca, sión por tres magnates, j se pone en s Tuacióiü, con su inexperiencia, de ser en- ganado segunda vez por los mismos personajes, y todavía, engañado segunda vez, se deja engañar la tercera? Y no traicionan más los tres susodichos personajes a María de Molina porque la comedia se acaba; Tirso deja pira otra el contarnos lo que sucedió después. -7 ¿Y es que Lope nojia íentido las cosas? ¿No tiene. Lope el Isiaro, en que se nos da una íntima y poética sensación de lo concreto? Sí; pero pensemos lo que esta obra hubiera sido escrita por Cervantes. Lope tiene, -repetimos, un sentido poético, y Tirso tiene offo. Sólo después del siglo XVIII, con el renacimiento- de. las ciencias naturales, que nos ponen en contacto con la Naturaleza, es decir, con las cosas, es precisamente cua, nck Tirso renace también. ¿Superior o inferior el sentido poético de Tirso? ¿Superior o inferior el sentido poético de Lope? Loa dos igualmente bellos; pe demos preferir uno ti otro, o quedarnos con impresa la Celestina? Ya. en el siglo XVIII, el ambiente, el tradicional aqibiente, se: ha- bía. modificado, y en loa Estudios: Real- es, en- Madrid, estaba de texto, el Cornelio Ne- pote, en latíri y castellano, con la traducción de Rodrigo de Oviedo: el Cornelio N. c- ¡pote en que está la- vida de Alcibiades. Ninguna inconveniencia de. Tirso es comparable a esta de poner en manos de los jóvenestal libro. Lope pasa Sobre las cosas: Tirso las siente. No pierde Tir- o el contacto con las cosas cu sus comedias hay innumerables co sas. Y a ese contacto con la realidad debe Tirso su conocimiento de la mujfer; a ese ¿contacto, y no a otra circunstancia alegada por loa críticos tradicionales. Conocimiento nos era la soñada aventura y la andante caballería; lo que. en ellos importa- es el propósito, la idea generatriz, la noble pasión q ue- las guiaba, y les sostenía- el ánimo pava realizar- empresas inCalculadas. También España tuvo una dtnia para, su pensamiento: la fe. Con plenitud dé dedicación se dio a su servido, y. se consagró, -asimismo, sin. tacha ni miedo, a su idealización y a su defensa, cgn la rpju ma y cqn la espada, con la oración y el verso Lo militar y lo religioso iban con ustanciados en su pensamiento y en sus empresas, lo mismo cuando se hacía a ía mar en rumbos innum? rabies. qu cuando recorría a paso de an- dádura o e n jornadas nerviosas los caminos, de Europa! La idea motriz es siempre cons- tante: la extensión de la fe o la contienda frente, a la herejía; es decir, la empresa misional, la necesidad de, dilatar la. creencia y de abrir más espaciosos términos á la cruz, al bautisnio y a la lengua, y de l o- grar que se realice la gran promesa evangélica de un redil solo y de un solo pastor. Los cuatro momentos cardinales áe nuestra Historia responden a esa vocación misional de España. La Reconquista es la de- íensa de los fundos paternos y de la. fe, h é redada. La colonización de América y de ¡sus Indias, cuando ya Esp ña- tenía las alas más grandes que, el; nido, fue una empresa, ¡militar y teológica para extender el señorío le- España y el imperio de Ja catolicidad. La Contrarreforma contiene el proceso de- descatólizaciém de Europa. Y en el mom- cn- to actual, después dei ratichas quiebras y desazones, Españ ií 5 ábi erto cruzada, entre el clamore. o agresivo de Jorque ÍK qüi ren ver, frente aí commiismo tentacular. La Exposición del Libro Misional que acaba de inaugurarse bajo las. frondas rescatadas del Retiro, pone, ante nuestros ojos aunque sólo sea- panorámicaraeinte; uno We Jos capítulos más bellos y de más írasceñtíencia de la España evangelizadora, que convirtió en norma de su ideal religioso el ambos. imandatp de Cristo, Id y jpredicad a todas- A 2O RIN Jas genfeís por el unwerso mundo. Es una. prueba de la. inmensa labor misional de Esipaña, de la que se ha podido d ecir n exactitud; sin- concesiones fáciles a la hiperbole, que día sol abrió más reinos y latitudes a A de misionera es, sin duda, la apela- ¡la verda- d de Cristo que el- testo- -de las dé- ción que- más le conviene a España. Y niás naciones conjuntas. En h muchedumla que más cabalmente la define y es- bre de stos libros misionales- -Tcrómcaí, r. ciaciones, itinerarios, epístolas, e s b o z o s pecifica. Después de tantas- vivisecciones cartográficos, libros de rezo, vocabularios y cruentas y análisis más o menos espectrales y angustiosos; después dé tantos vejá- catecismos en todos los idiomas y los día- -menes luteranos y glorificaciones- líricasco- Jectos- JXÁS inveroisímilies: -se contie. iie la. rao de España se han- hedió- -que- de toda prueba- documental más decisiva de la vo- hay en la viña del Señor cuando s ¿ha incaíión misionera de España, que fue, sin. tentado sorprender el. secreto de su comple- duda, la adelantada mayor d- el Evangelio. jidad, esquiva y seductora a la: vez- nos Nuestra principal intención- -afirmaba. quedamos con que España fue- -y sigue sien. -Isabel de España- -fue procui r. atraer a dor- -preferentemente misionera, por destino flos pueblos de- lias (de las Iridias) y los con- providencial y por inclinación de su estrella. vertir a nuestra, santa Fe -católica. Es cier- Cuando por tierras y mares norteaba Es- to. Y si España utilizó la espada- -se ha di- paña, inquieta y no cansada; era un designio cho justamente- -fue para, que, sin violencia, de misión io que, en el fondo, l a urgía y pasara triunfante h. cruz. Y si buscaba daba alas a su pensamiento e ímpetus a su también- -es lógico- -el- predolhinio político, br- azo. Los móviles determinantes de us em- e imperial, cr. á, no tanto por ítfanes ambipresas, y de. sus aventuras también, prove- ciosos ale conquista y poderío, 901110 por de- íiían de un proposito misional, de una vo- jar la- siembra de su espíritu- rn tierras r. o. cación cvang. elizackrj. r- no de una- inquietud colonizadas pafa la fe ni reic, atadas p 3 ra el ¡uijotesca ni de un afán errabundo, quc latigran sacramento de. la cruz de Cristo. jsíi. a. a- España fuera le la. heredad paterna Eí ¿es su destino, egregio y ésa su servi- fSÉÍ- a correr temporales y riesgos por el so- duanbre gloriosa. lo interés innato y desasosegado de buscarse quimeras y recorrer leguas y caminos. Para P. FÉLIX GARCÍA España, como para. Den Quijote, lo de. me- ESPAÑA MISIONARA L

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