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ABC MADRID 07-04-1946 página 11
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ABC MADRID 07-04-1946 página 11

  • EdiciónABC, MADRID
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PUES. SEÑOft, UN DÍA. LA SANA SOBERBIA DE DOS HOMBRES DE ACCIÓN E N todos los tiempos, el público ha hecho las cuentas de sus favoritos; lo que gana el héroe popular, la edad que sobre los hombros lleva su artista predilecto, pesetas y céntimos de los trimestres, caudal que diez libros, seis comedias o cien corridas de toros ha; rendido al triunfador. El anónimo contable no suma a la fortuna los años de penas y miseria, el dolor de la creación ni la terrible tensión de sostener el éxito, que muerden la vida. hasta troncharla. Ni sabe, ni le importa, lo que supo- y rabia. Ai matar fue cogido por el pecho. ¡Quietos! et grito del torero a los compañeros. ¡Anda! ne permanecer cuando se ha llegado. Lograr el éxito es casi fácil; señorearlo, muy difícil. En la cuestión taurina tener una buena tarde es sencillo; dar durante cien días emoción y alegría a) espectador, en un plazo de cuat. o meses, insuperable esfuerzo que entenebrece la juventud del torero. Algo semejante podría decirse del autor, del artista, en cualquiera de sus manifestaciones creadoras o interpretativas. Sólo el genio sostiene al productor de arte. El amor propio: la soberbia. Asorín ha escrito en la biografía de Asorín: Ya no puedo más. Ya no quiero ser hombre célebre. Ya siento sobre mis hombros una. pesadumbre superior a mis fuerzas. Pero la noble soberbia de su triunfo le empujaba a seguir superándose; Así todos. El coloso va hacia su destino llevado por el viento, y con tra el viento rompe enérgico, si ello es necesario. Sólo el caer de los años logra marchitar deseos cuando las fuerzas físicas no responden ai- mandato del cerebro. Toreaban juntos Ricardo Bombita y José. Era una Feria agosteña, por Levante. Joséüto acababa de tomar la alternativa y no encontraba rival. Ricardo le observaba en la plaza sintiéndose ya débil ante aquella juventud arrolladura. El so! de 1013 emborrachaba a la multitud, rica y alegre espectadora de la córvida en tina Europa que temblaba ante los fulgores de los viajes de Guillermo, bebiéndose las últimas copas de la. paz y la felicidad. En nuestro rincón, 5 a euforia del momento, esa alegría del tísico en los postreros meses de su vida. El toro estaba en el ruedo. ¡Buen toro l Gallito presintió su momento. Sentía el placer de torear e hizo cuanto, entonces, podía hacerse en el toreo. Al ir con todos los trofeos bien ganados, hacía la barrera, lo hizo 1 cerca de su compañero, para que le ¡oyera exclamar al tiempo que. entregaba muleta y estoque: Por eso soy yo el mejor. Ni un músculo tembló en el rostro de Ricardo. Su tenue sonrisa parecía hecha con una gubia, de las que utilizan los imagineros para dar gesto a la madera reseca. Y saltó a la arena otro animal. No era bravo. Era uno de esos, que comprenden es preciso pelear para defender la vida. Ya no era Bombita eí niño de Tomares; era, ya, Un hombre rico al que los toros podían quitarle todo, sin darle nada. Y, sonriente, esperó que los claros clarines le cantaran la absoluta totalidad de su función de protagonista de! drama. Fue: aquellas piernas de acero se abrieron en los tres pases iniciales. Seca la faena, sin sevillanismos; angustioso el instante, mejor milagroso que posible; la rodilla izquierda húmeda por la baba de la bestia; hilillos de oro en vuelo pesado, en la calma de ¡a tarde; un silencio de hondonada sin arroyo en el fondo; sudor José Gómez Gallito al toro, invitándole a volver a la lucha. Y de nuevo perfilándose, pálido, sonriente, soberbio, para dar una estocada y ser cogido por la destrozada camisola. La angustia es un clamor de admiración. Los aplausos unánimes, como una estrofa rotunda. Ricardo va hacia ¡a barrera con los ojos en los ojos de José, que aguarda allá lejos. Uno y otro se sienten, los dos se buscan. Y el viejo dice al joven: -Cuando tengas veinte cornada eñ el cuerpo, vayas a retirarte y hagas eso, podrás decir que eres 1 amo del toreo. Aquella temporada se fue de los toros Ricardo Torres. El pobre José llegó a ser el amo. Sólo tuvo una cornada. Ricardo Torreí Bombita Luis DE ARMIÑAN

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