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ABC MADRID 31-03-1946 página 3
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ABC MADRID 31-03-1946 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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MADRID DÍA 31 DE E 1946. MARZO DE Í 9 SDIARIO T R A D O FUNDADO ABC EN 1905 POR D. TORCUATO D I) VRIO I L U S T R ADO D E INF O RMA C I O N G E ÑERA L LUCA DE TENA A LOS E hoy, reconcentrados en la estampa cruda, roja de sol y lacerada, del Madrid liberado, símbolo de la España adolecida por la revolución; evocamos hoy aquellos días de la primavera de 1939, en que trepidaban y se hincaban pueblos y ciudades en el tumulto puro, espontáneo, fraternal de la victoria. Había sed de pan y de concordia. La guerra nos había dividido, un poco artificialmente, en dos bandos contrapuestos. La victoria recogía, en el resplandor de sus anchos pliegues, a todos los españoles, afanosos de paz, trabajo, familia y patria, que al paso de los ejércitos se precipitaban, abriéndose y hacinándose en la alegre fronda de la esperanza. Aquél fue el punto más alborozado de la historia moderna de España. Fijaba, para siempre, cristalizaba la inmaculada gloria del esforzado Capitán de los Ejércitos nacionales. El recuerdo de ese momento trasciende una emoción auténtica, que los años no han logrado palidecer. Remontar con la imaginación el curso proceloso del período histórico que va di 1939 al día dé hoy, es ir desfalleciendo en el vía crucis que también a nosotros nos impuso la guerra mundial, porque nos arrebató el sosiego de ánimo y nos colocó en una encrucijada, envuelta en lindes borrosas, donde nuestra propia voluntad de ser y de re- crear sufría et cerco tenaz de la amenaza, de la insidia, del peligro perpetuo, abierto o socavado, y en continua renovación viciosa. La Necesidad- -el Ananké que nos había impuesto la obligación de liberar nuestra Patria en Jos tres años de la Cruzada, sacrificando a ella, no nuestra vida, que es suya, sino, transitoriamente, muchas inquietudes y principios, en homenaje a la unidad de esfuerzo y voluntad- -no de otro modo que las grandes naciones triunfadoras inmolaron escrúpulos en el piélago sangriento de la guerra, fija únicamente la mirada en la meta victoriosa- el Ananké la Necesidad, nos puso también, en los seis años trágicos que acaba de atravesar la Humanidad, en trance de renunciar a la libre, clara y plena expresión de ser y de re- crear que el Movimiento nacional había bosquejado- e iniciado. La Necesidad- -decían los griegos- -camina delante de la fortuna, y tiene manos de bronce, símbolo de su invencible poder y de la fuerza con que encadena y arrastra a los hombres. Si ella nos hizo guerrear contra el enemigo común, ella nos obligó a retraernos y a retroceded y contener el aliento y el impulso mientras el mundo se ensangrentaba. Y, sin embargo, con tal ímpetu se había distendido el arco, que la flecha jovial hizo casi siempre blanco. En su reconstrucción espiritual y material, España se recobró a si misma en medio de dificultades voluminosas y cumulativas y dentro de una atmósfera tan inadecuada a la expansión dé su capacidad creadora como poco propicia a las actividades esVOCAMOS SI ETE AÑOS los años, todas las luchas fratricidas. Aquélla, cuya victoria conmemoramos hoy, rebasó, sin embargo, el ámbito familiar y fratricida cuando doctrinas, hombres y procedimientos refinados en la crueldad, ajenos a la mentalidad española, se introdujeron en la contienda. Eso es lo que le dio carácter de guerra! de Liberación. pontáneas del intercambio comercial entre las potencias. Testimonio fehaciente e irrefutable son las páginas que hoy dedicamos a la labor que en la reconstrucción ha desarrollado y rematado, y a todas esas espléndidas realizaciones de nuestra arquitectura- -escuelas, Institutos, Universidades, Museos, centros artísticos, literarios y científicos- -que España puede ofrecer, con orgullo, a la admiración délos extranjeros. Este renacimiento vigoroso de las artes y oficios este afanoso enjambre de profesionales y obreros, este magnífico logro de la voluntad española de resurgir, es el rasgo que domina en el panorama actual de España, y a su resplandor se desvanece la torpe leyenda que habla, por esos mundos, de una incuria racial y un desgaste en el politiqueo de las energías nacionales. Siete años infaustos han pasado sobre la revuelta haz del mundo desde que el Generalísimo Franco dio por terminada, con la victoria final, nuestra guerra. Una pugna como aquélla dejaba muchas heridas abiertas, muchos intereses quebrantados, muchas vanaglorias mancilladas. Se ha atendido a restañar las heridas, a cerrar las cicatrices; se han desmoronado los intereses turbios y antipatriót i c o s Un español de Córdoba, sobrino de Séneca, q u e analizó las guerras intestinas de Roma, Lucano, calificó la guerra civil de pugiia in- gloriosa Lo son, a lo largo de

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