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ABC MADRID 24-03-1946 página 21
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ABC MADRID 24-03-1946 página 21

  • EdiciónABC, MADRID
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AZORIN PARÍS Y DULCINEA ZORÍN, que habitó los primeros meses de su última estancia en París en un hotel de la calle Des Mathu rins, a cuatro pasos de la Opera, se trasladó luego, para fijar su permanencia, a un entresuelo de la calle de Tilsitt, en el inmueble número 14, para ser más exactos... La calle forma una parte de la cinturilla de i TEtoile y él trecho en que se halla el; domicilio que Azorín tuvo es como una zona fronteriza del sector- -impecable de distinción- -de la avenida de los Campos Elíseos y la avenida Wagram plaza de Ternes, más popular, más noctámbulo y más abigarrado de público. Esta eS la geografía azoriniano- parisiense, en cuanto a su punto urbano de residencia, y que ha sido descrita, con su prosa inimitable, así como la casa, en el libro París que luego de su regreso a España ha publicado el escritor. Pero af Azorín solía vérsele, especialmente a muy primera hora de In tarde, en lugares distantes, w l y su predilección se inclinaba hacia el paseo por los quais del Sena, donde se detenía largamente en los puestos de. libros de ocasión, y hacia el barrio Latino, dejando de lado el f a m o s o Boul Mich para ínter- narse en sus callecitas. De A z o r í n puede decirse tjue ha ¡soñado eft París co mó nadie, y que como n a d i e- -ningún extranjero a 1! m e nos- -ha buceado en sus viejos secretos. Iba descubriendo, solitario y observador; una ciudad distinta de aquel París bombardeado que completara con el Madrid sentimental durante la otra contienda. Dijérase que se esforzaba por ignorar la r e f o r m a Haussman para vivir el ambiente de Delacroix y la eclosión romántica. El París porvenirista del trazador de anchas vías, quizá lo experimentaba únicamente en el metro a cuyas estaciones acudía el escritor a contemplar la angustia apresurada de las gentes, porque la paradoja es que Azorín viajaba siempre en autobús. ¡Mas es tan difícil contaf a l g o inédi Azorín con u familia, en Parí u espolia, su cuñad y su sobrino. A to de Azorín en París durante esa etapa! A través de las páginas de su libro, ha escrito él, quizá sin pretenderlo, un buen fragmento de su autobiografía. No obstante, hay algunos rasgos, algunos detalles que tal vez no ha querido revelar. Por ejemplo: su resistencia a hablar en francés, su exaltación al extremo por las lecturas españolas. Azorín regresaba siempre de sus búsquedas por los tenderetes de la orilla del río con algún libro, en español, conquistado, y si era el libro de un compañero -decía así de los que comenzaron con él- mejor; y si era de alguno de esos colegas, pero de los olvidados o malogrados, entonces su satisfacción le salía a la cara. Así trajo un día los cuentos de Bargiela. ¿que quien, sino él, hubiese descubierto y rescatado? En París, entre, otros, fue escribiendo Azorín los trabajos de su libro Pensando en España donde funde el pasado con el presente en los personajes que atraviesan la eternidad. Y, en esa sensación de semisueño, encuentra a Cervantes con el bigote ya muy lacio y el. alma muy cansada, como a un burgués tranquilo, en la terraza de uno de los cafés internacionales de los Campos Elíseos, para evocarle luego, al salir de un olivar, del otro lado del. Alto Pirineo. Y hay un antecedente a la Dulcinea de Gastón Baty. que acaso tanto franceses como españoles ignoran, y es lo que movió al gran director de escena, maque autor teatral, a realizar esa obra Á s atrá había enviado A orín 1 Azorín por Sebastián Miranda. (Talla realizada en París en 1938. Baty su libro La ruta (Je Don Quijote que fuera efr tiempo escribiendo, c o m o crónicas de la inactualidad más perdurable, para el periódico de Ortega Munfila. Por entonces se habían hecho dos ediciones buenas, lá española y la sueca, y en ambas se publicaba! unas magníficas fotografías; de los lugares en que Cervantes sitúa la acción: Argamasilla, el Puerto Lapice, el ¡camino de Ruidera, la Cujeva de Montesinos, los molinos de viento de Criptana, El Toboso... A Baty, conocedor del Quijote ie impresionaron sobremanera aquellas vistas extraordinarias, y, a partir de aquel momento, debió sentir el deseo de llevar a la escena- -a su escena- -las estampas 1 que contemplaba, y de animarlas los personajes creados Un por el genio español. El trasplantador al teatro de Madanie Bováry el celebrado adaptador de Shakespeare, se decidió, por fin, tras madurarlo m, ucho tiempo, a hacerlo después del éxito de su 1 M a d a m e Cápet Así, la encarnación d e Dulcinea se alzó en las tablas del teatro Montparnasse. En erprpgraum de mallo del, estreno se insertaba uiio de 3o s pasajes de La ruta de don Quijote del maestro Azorín MIGUEL PÉREZ FERRERO

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