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ABC MADRID 05-03-1946 página 3
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ABC MADRID 05-03-1946 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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MADRID DÍA 5 DE M A R Z O DE 1946 NUMER SUELTO 45 (SENTS. IARI ILUS TRA INF RM A (I N 3 GENERAL. i de una montaña, de un río, de un bosque, de márgenes del Cocito. Es esa diosa infausta una llanura. Cuando, nos cansamos, echamos la que preside hoy a un mundo revuelto 1 IAJEMOS en carro: nos sosegaren pie a tierra: aquí tenemos el camino con sus El hambre, y no el átomo, es la llave- de la Nuestro sosiego acaso trascienda márgenes en que crecen esas flores silvestres, paz exclaman públicamente los desengaña- -acaso, no lo aseguramos- -a nues- indómitas, que a más de tener el encanto de dos de. la O. N. U. que son muchos. Que tros familiares: familiares en, uno u otro su indomitez poseen un colorido más vivaz, el árbol de la política no nos impida ver el bosque de la realidad acuciante. sentido; ya deudos, ya íntimos. ¿Quién nos o más suave, que sus hermanas, lasfloresculAl hombre aquejan muchas congojas y construirá nuestro carro? Un aperador de tivadas. Con un ramito de estas flores, subireCastilla, o Je Andalucía, o de Levante, o idei mos de nuevo al carro; ya con haber pisado bascas imaginarias: la política, por ejemla Mancha. El carro será bonito; tendrá los tierra- -y haber herborizado un momento- plo. Eros y Eris tienen una resbaladiza ho ¡adrales pintados de verde, con vivos amari- hemos entrado en contacto placiente con la mofonía, y concordia- y discordia suenan lo llos. Adrales son los costados del carro, for- Naturaleza. ¿Lograremos dar esta sensación mismo en la magna orquestación del mundo moderno: fuerza inaprehensible de la rima. mados por varillaje de madera. El carro tenPero esto del hambre es más serio, concre drá también, naturalmente, su tienda: tien- de Naturaleza cuando escribamos, o pinte- tó, primario y estrepitoso. El haber mantemos, o esculpamos? El carro va caminando, da con visera que en las lluvias o en los sonencia era el primer grado que el Arcipreste lazos, descogeremos y nos resguardará, de y allá lejos vemos las paredes blancas de atribuía a los afanes del hombre. Y luego, bdustiorae y mojaduras. Santa (Teresa- -nos una venta: estamos en la Mancha, y en esa la morada. Y luego, si queréis, la dialéctica apresuramos a decirlo- -viajaba en carro; venta nos espera una cama de bancos, como y la casuística: la filosofía. En el mejor de cuando en sus escritos pncontramos eí voca- la que Cervantes pinta en uño de los prime- los casos, la política es el arte de ordenar y blo carro, advertimos que el carro se enno- ros capítulos del Quijote. No nos alanne- de dar órdenes, con la vista clavada en el bien común. blece. En Las Fundaciones, viajando por, tnosj estamos, ya. prevenidos. Andalucía, escribe: íbamos en carros, muy ¿A Z O R I N j s Un buen lector, que piensa, sin duda, que cubiertas, qtta siempre ra esta nuestra mahay todavía hombres de buena fe adictos o nera- de caminar. -No sabemos si la Santa Jenuentes a la democracia o a la autocracia, dice que el ir muy cubiertas era la manera I como, si la democracia o la autocracia fueran de caminar, o si el viajar en carro era esa drogas del tipo de la insulina o la penicilina, manera. Nos inclinamos a lo primero. Las pide que se lé explique, cuáles son la prenseñoras del mundo solían traer mascarilla da, señal y máquina de la. organización decuando viajaban, por resguardar la tez del A choza y la manutención son los prime- -mocrática del mundo Nadie lo sabe. En el Bol y del viento; preciaban mucho su herros requisitos del hombre. Primwm mundo se vive de palabras, y las palabras mosura. Santa Teresa y sus compañeras, vivere, deinde inorari, y no philoso- son resortes maravillosos de la imaginación como acabamos de ver, iban cubiertas; pero cuando ef hombre no tiene ante sí una realiera por modestia y decoro. Ya con nuestro phari, pues de los hombres a lo Diógenes, sin dad viva, tangible, absorbente, como el domorada y filosofantes, la edición há sido carro, ¿a dónde nos encaminaremos? Nos lor, como el amor, como la muerte, como hallamog un tanto fatigados de tanto leer, o siempre tan exigua como la de los cisnes ne- el hambre y el desamparo. gros de Juvenal. Los hombres de ahora- -la pintar, o seulpir, g musicar, y descamas no La mejor definición alegórica de la demogran mayoría, la inmensa mayoría, el blopensar en nada. que más numeroso y decisivo en una even- cracia apareció hace poco en una carta al Times. ¿Juegan ustedes al bridge? En el Ya estamos sentados en nuestro carro: en tual organización democrática del mundo- -bridge hay muchas convenciones, destinadas padecen hambre a la intemperie. Todo el in- a comunicar a la pareja lo que uno posee en el ancho sillón, con asiento de tomiza de esparto, que se coloca de un adral a otro, trincado arte de la política ha venido, al cabo su lote de cartas. Estas convenciones varían sobre el eje del vehículo. Ante nosotros tene- de los siglos, a reducirse a las rudimentales en todos los clubs y en todos los países. mos el paisaje. Se nos había olvidado com- necesidades de comer para vivir y posar para En algunas partes, decir un trébol significa que no tiene usted buen naipe, y en otras pletar la cita ds Santa Teresa, la cual aña- morir: dos empeños subsidiarios que parede estas palabras, después de las copiadas: cían naturales a todas las especies zoológi- que tiene usted buen naipe en todo menos en Entradas en la posada, tomábamos un apo- cas, y que aun el gorrión cobraba para sí tréboles, y en otras qué tiene usted, en efecsento, bueno o malo, o como te había. Re- y para los suyos apenas alzaba su vuelo to, un buen trébol. No hay modo de ponerse fresco y autónomo sobre el nido que le ser- de acuerdo, porque al bridge caracteriza, tengamos lo de como le había. Caminamos precisamente, la necesidad de la convención. en nuestro carro y llegamos a una posada, vía de cuna. Hay hambre en Europa y en Asia. Hay Como a la política. Y dentro de la política, o pupilaje, o gran hotel. No nos mostremos desabridos- si d cuarto que se nos ofrece no penuria de viviendas en todo el mundo. Dos unos llaman democracia al tener, y otros al es lo confortable que nosotros quisiéramos. años de sequía- -1944 y 1945- -han agotado no tener, y otros al pretender que se tienen Aceptemos, como L abulense, lo que haya los graneros y asolado las ganaderías en tréboles, y no hay posibilidad de concordar. a Sólo son exigentes en los hoteles la. s perso- cuatro continentes. Las tierras morenas de Y la misma alegoría puede aplicarse a la náis de baja extracción: los verdaderos seño- pan y las tierras verdes pastorales, calcina- autocracia. Todo es juego y convención. Pero esta realidad dramática de la mucher. es tienen el sentida que falta a mucha gen- das, desolladas, fragosas, estremecidas por te el de hacerse cargo, el sexto sentido. Y el crascitar de cuervos insaciables, fueron dumbre desgarrada, mayoría incalculable del si con toda la buena voluntad del mundo esta infecundas mientras los h o m b r e s gue- mundo, que hoza y rebusca, a campo abierto, patrona de la fondita provinciana nos. ofrece rreaban, y procreaban incontinentes. Hay las raíces silvestres y la carne mortecina; un cuartito empanado- -vamos a poner las cien millones (dice Mr. Garvín) que padecen esa muchedumbre de piel estercolada y belfo cosas en lo peor- no refunfuñemos, no ri- hambre en la Europa Central y Oriental so- seco y sumido, famélica frente a la raída faz de los desiertos de escoria y ceniza; esa muñamos, no hagamos iracundos aspavientos. lamente. Los monzones han frustrado en la chedumbre sin pan, sin arroz y sin hogarHa de saber el lector que un cuarto empana- India la ilusión de esos enjambres de huma- todos esos hombres, que son los más, descartío es un cuarto quei no recibe directamente nidad pestilente y remansada, envuelta en nados, desdentados, carroñas para el buitre, la luz, simo que a su recinto llega desde otro sayales y cíngulos, que st pasan la vida es- quijadas dentellando en los árboles, al sol cuarto o pasillo. Y caminando en el carro, perando que- el v i e n t o fustigue sobre que dora sin piedad su pestilencia. todos ¿qué nos sucederá? Dejamos el campo de la sus terrones a las nubes perezosas y volup- esos hombres, ni saben ni quieren saber lo que moral, en donde estábamos, al aconsejar con- tuosas. Como no hay arroz en Asia, no sólo significan autocracia o democracia en el bridíormidad, y entramos en el de la estética. El la India, sino la China y el Japón están ge convencional de la política. No quieren paisaje, ¿cómo lo veremos caminando en amagados de hambre y peste. Los romanos pintaban al Hambre despea- más que pan, y agua, y choza. Y a procurar carro? En expreso o automóvil nos damos necesidades tan rudimentales se reducen hoy tragantadas de paisaje: en el cairo vamos da y caminando tras el látigo de Belona, los problemas perentorios de la política indiosa de la guerra. Pálida, descarnada, de lapaladeando el paisaje. La diferencia es esenternacional. Porque lo demás es juego y cial. El paisaje va entrando poco a poco- en bios cárdenos y artejos saledizos. Hija de convención. nosotros; y conoceremos todos ios pormetígces la Noche fugitiva- e incansable, consejera del Luis CALVO. Crimen. Virgilio colocó su morada en las LOS 6 ARROS V COMIDA, CASA Y BRIDGE L

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