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ABC MADRID 24-02-1946 página 3
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ABC MADRID 24-02-1946 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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MADRID DÍA 24 DE Ot i946 NUMERO SUELTO 60 CENTS, it Ig sayarlas con suficiente éxito n sus pocas pesetas privadas. Sino que parece s r que estas cosíais tan envidiables no se las toleran a un individuo solo. Hay que ser muchos y s lo aseguro. Cuando le hacen a uno no ser, en definitiva, nadie, para lograr la esa pregunta trascendental para la alacridad vaporosa que esas operaciones revida: Niño: ¿tú, qué quieres ser? quieren. Cualquier valor puede anunciar uno es todavía un inocente. Se conoce el bri- sencillamente en un boletín financiero No 7 llo de un uniforme, pero no la dureza de un se cotiza Plero Pérez o Fernández han de combate. Se sabe de la belleza de volar, pero cotizar hasta la muerte. no su riesgo. Se decide por apariencias. Así Y todo esto se refiere exclusivamente a la se contesta irresponsablemente: militar, avia- vida económica y sus facilidades. Podría, exdor, ingeniero, torero... La vidaí es como un tenderme mucho más refiriéndome a las lagran bazar, entre cuyos géneros escogemos xitudes, permisiones y comodidades que enantes de entrar en él, frente a sus puterías y cuentran los seres incorpóreos y jurídicos para la simple vida de refacían. ¿Quién no sus persianas cerradas. Si no fuera as ir si a mí me repitieran; aho- ha sabido de algún amigo dteslieal que, algura la gran pregunta de la vitía: ¿Tú, qué na vez, ha intentado, ocultamente, entorpequieres ser? yo contestada sin vacilar: cerle un negocio o minarle una situación so Persona jurídica La clase me da lo cial? ¿Quién no ha conocido lo que se murmismo: Sindicato, Municipio, Corporación, muró sobre él en aquella tertulia, en aquel Sociedad Anónima, Estado... Es igual. Pero corrillo? ¿Quién no ha sabido, un día, que I no ser esta cosa frágil y solitaria que es el el vecino de enfrente iba a poner otra tienindividuo en el mundo presente! ¡Ser per- da de objetos de escritorio que además de sona jurídica esa entidad esfumada y fan- tales objetos tendría el de llevarse nuestra tasmagórica, con Us derechos protegidos y clientela? ¿Por qué no probar, alguna vez, sus molestias evitadas; alimentada y alojada el reaccionar frente a estas cosas, por los por el pueblo, cotí franquicia postal, con medios más eficaces y expeditivos que poujieres sumisos y ciclistas a la puerta! Esa seen los que no tienen nuestras perfiladas y cosa cómoda, con horas de oficinas y sá- cada día más insostenibles limitaciones de bado inglés a la que no se puede parar en seres privados? Por ejemplo: yo denunciala calle ni levantarla a medio almuerzo para iría todo eso, duramente, en la Prensa diaria con pelos y señales. Entonces mis aludidos hacerla una petición. Sobre todo, esa cosa me enviarían na papelito anunciándome amurallada tras una serie de mágicas fór- fríamente la presentación! contra mí de una mulas administrativas, envidia de nuestras querella por injurias. Pero, entonces, yo asaltadas e indefensas economías domésticas. contestaría con una sonrisa convencional: ¡Si cuando se acerca a nosotros ti peticio- Perdón... Es mi Libro Amarillo. nario importuno, pudiéramos contestar suaDecididamente, si ahora me dieran a escovemente: No hay consignación! en presupuesto 1 Pues, ¿y cuando llega a nosotros ger mi destino, yo querría s. er persona ju esa cuenta atrasada, horror de las amas de rídica JOSÉ M. a P E M A N casa la. cuenta del proveedor señoril y dis (De la Real Academia Española. plicente que, creyendo haoeirnos un íayor, ha difierido meses y meses el envío de su factura- por Dios, no hay que hablar de leso por Dios, no se preocupe hasta MONTERAS que un día se d- J. dít a hablar d e eso y L A S nos preocupa con la tardía y acumulada DE SANCHO suma de sus elegantes retrasos? Oh, ¡si entonces pudiéramos contestar con una displiDMINISTRACIÓN equivocada es ahorrar cente sonrisa burocrática: Pasó ya a ejerlas cosas de tal manera que no llenen cicio cerrado Y sin llegar a eso, ¡si, el fin de su naturaleza y su función. para la simple deuda, cotidiana del aimacéi Escasea el azúcar. Echamos en el café mede la esquina, pudiéramos incorporar a nues- nos de la que hace falta para que quede entro léxico esa suave e impávida maravilla: dulzado a nuestro gusto. El azúcar no llena Perdón... Todavía no está el libramiento. su función. El café no nos agrada porque Oh, pobrte ser mortal y solitario ¡quién te lo preferimos más dulce. El ama de casa hiciera Corporación! Blasones, escudos, ren- nos dice que así el azúcar dura más, que táis, ya todo eso pasó: ¡dadme un membre- de lo contrario se acaba en un abrir y cerrar de ojos. Pero más vale para los tiemíe... todo lo demás me sobra! pos de escasez privarse totalmente de una Y dadme, sobre todo, esa etérea agilidad cosa durante una semana o una quincena Ida movimiento de la persona jurídica y aprovecharla luego en la integridad de cuya frente, evadida del castigo genesíaco, sus funciones nutritivas y gustativas. no suda para ganar el pan. A los simples La caldera de la calefacción se carga mortaleis nos ha tocado un Jote de tareais di- poco. Ha de durar el combustible adquirificiles y trabajosas: labrar el campo, insta- do hasta fines de marzo. Tenemos frío, a lar una fábrica, construir un puente... Todo pesar del agua tibia y no caliente que circuleso es duro, arriesgado, incierto. Lo bello e la por las tuberías. El carbón se va gasinfalible es ¿evaluar la moneda conver- tando poco a poco sin que alcance su fin tir una deuda demorar el pago de intere- de calentar. ¿Ño es un falso ahorro, una ses neducir el descuento Yo no sé muv ilusión engañosa de economía el gastar algo a derechas en qué consisten las operaciones sin utilidad? Es inútil todo aquello que no que se esconden tras estos magnifico. enun- realiza el fin perseguido con su empleo: la ciados, pero sospecho que con un cuarto de alimentación insuficiente, etiología de la tuhora de ¡estudio, uno podría enterarse y en- bsrculosrsj el trocito de azúcar, sin conse- D I ARIO IL T RADO D E f ORMA 10 N G ENERA L. cuencias en el sabor y en los efectos nutritivos; la. renta, el sueldo o el jornal de hambre, sin amplitud para la vida de una familia; el capitalito de veinticinco o treinta mil pesetas que da fin en cuanto se gasta y no tiene otra solución que ser gastado; la cantidad escasa que ha de llevarse a un riesgo seguro, a una pérdida probable, si queremos q u e funde una fortuna... Hacer durar los bienes tangibles más allá de sus naturales límites es algo así como las monteras da Sancho, como dar a un gigante, e incluso a un hombre normal, traje de un enano o 1 de un niño recién nacido. No le sirve para nada. Entra en los linderos del rhum tencatis, horaciano. Tomen aquí lección los qua por falsa economía consumen, sin ventaja para nadie, alimentos, combustibles, halagos del paladar que, en porción microscópica, no llegan a ser percibidos. Lejos de mí recomendar el despilfarro. Pero las cosas han de responder a su causa final. De lo contrario, más vale que no existan. Ser o no ser: el principio de contradicción de la metafísica de Aristóteles y, Santo Tomás. Rorque es de advertir que todas e; tas ooasideraciomes, a primera vista baladies, encierran una profunda tesis metafísica, nada menos que el problema harto difícil del principio de individuación. ¿Dónde está el individuo en los líquidos, en los componentes de una cantidad discreta, en un prado, en unos cuantos terrones de azúcar, en un peso determinado de carbón? Hay quien opina que en las abejas el individuo no es el animal en sí, sino la colmena. Podría decirse lo mismo de las hormigas y de los grupos animales que viven en sociedad, desde los pájaros migratorios hasta los termitos. En un objeto que se ve y se toca, ¿dónde empieza y dónde acaba el individuo? No voy a escoger el agua ni líquido ninguno. Es más fácil y más comprensible el problema cuando nos referimos a cuerpos sólidos. No perdamos de vista el azúcar y el carbón. ¿Por qué no determinar en este caso el principio que individualiza por la causa final? El fin de la primera se nalla en gus valores nutritivos para nuestro organismo y en el placer que produce al sentido del gusto. El fin del carbón consiste en mantener una estancia, a 18 grades centígrados cuando hay cero ¿i. exterior. La individualidad del azúcar, la individualidad de carbón, esta- rá en el cumplimiento de su fin, traducido a cantidad y a peso, considerando las diferencias de tipo orgánico, geográfico, temperamental, de matiz, de modo, de forma... Hay aquí una ecuación complicadísima, que no puede abandonar en ninguna de sus incidencias el siguiente postulado: las cosas han de realizar el fin y la función de su naturaleza respectiva en la medida de tiempo necesaria. Lo demás son las monteras de Sancho, y si no existe adecuación de los medios a lo s fines; si todo resulta encogido, porque no se adopta la cantidad, el peso y la medida a la natural exigencia de un determinado momento; si los objetos no dan la talla; si se ponen a los cíclopes las dimensiones de Liliput, ¿no va todo trastornado y contrapuesto a la razón, a la armonía y al orden? No adoptemos los sofismas económicos domésticos, que, bien mirados, no pasan de ser un engaña ojos. Luis ARAUJO- COSTA a u S! N- QUIERO SER PERSONA JURÍDICA O A

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