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ABC MADRID 22-02-1946 página 8
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ABC MADRID 22-02-1946 página 8

  • EdiciónABC, MADRID
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SERÁN POSIBLES LOS VIAJES El viajero del avión- cohete hallaría, al llegar a la Luna, este paisaje f desolador. C La cámara del anteojo fotográfico ha recosido estos tres aspectos de nuestro satélite. (Fotos obtenidas en el Observatorio de Madrid. ON motivo de los múltiples experimentos realizados con el Radar nos ha llegado la fausta nueva de que, en la gama de ondas ultracortas, ha sido encontrado un tipo de ondas que tiene la particularidad de poder atravesar la qapa de Appleton y Heaviside, y que, después de orientarlas convenientemente, ha sido posible enviarías a la Luna y recibirlas de rechazo dos segundos y medio después. Repetido el experimento con Marte e incluso con el Sol, el resultado ha sido también coronado con el éxito. No cabe duda que este descubrimiento es de inapreciable valor para todo lo que tenga relación con las radiocomunicaciones, pero no vemos qué influencia decisiva podrá tener para que por ello sea ya posible efectuar el viaje a la Luna o al planeta Marte, según hemos visto publicado en la Prensa de estos días. Lo que si puede dar lugar a que sean una realidad los viajes interplanetarios es la energía procedente de la desintegración atómica. Xas dificultades que presenta lá astronáutica son enormes, pero la de mayor envergadura puede probablemente eludirse, o sea el extraordinario peso muerto del combustible necesario para propulsar el artefacto en que se hubiera de hacer el viaje. Para que un cuerpo sin medios propios de propulsión sea proyectado desde la Tierra con la fuerza ascensiónal necesaria que le permita contrarrestar la acción de la gravedad, sería preciso imprimirle, como mínimo, una velocidad inicial de 11.180 metros por segundo, y eso sin contar con la resistencia que le opondría el aire; 1 como! es natural, no hay posibilidad de conseguir esa velocidad con un cañón, y aunque fuera facti- ble, la aceleración sería tan tremenda, que aplastaría a sus ocupantes. Descartada la balística, queda el recurso del vagón- cohete, impulsado por descargas sucesivas o por una descarga continua y convenientemente dosificada de uranio, que se fuera desintegrando. Empleando como explosivo el oxígeno y el hidrógeno líquidos, almacenados por separado y mezclada a cada instante la dosificación precisa, se pueden lograr explosiones de tal magnitud, que salgan proyectadas las moléculas a una velocidad de 2.500 metros por segundo (experimentos del doctor Goddard) y si se modifica la proporción en favor del hidrógeno, se puede llegar a los 4.000 metros por segundo, según Oberth, pero existe el grave inconveniente de que, para impulsar una carga de una tonelada útil, a la velocidad necesaria de n. 180 metros por segundo, serían precisas 19 toneladas de este explosivo, y si se llevara combustible para el frenaje de llegada al planeta elegido o para el regreso, habría que emplear en total 3606 toneladas de dichos componentes. Mediante la desintegración atómica del uranio, la carga de propulsión queda reducida a una mínima expresión, pues ya numeramos en otra ocasión que con un solo gramo de uranio había energía suficiente para trasladar ochocientas mil veces desde Nueva York a Europa una fortaleza volante de 10.000 caballos de potencia. Hallado el medio de dosificar a voluntad la energía atómica, es perfectamente factible imprimir al vagón- cohete una aceleración de 40 metros por segundo, con lo que al cabo de 50 kilómetros de recorrido se habría conseguido una propulsión ascensiónal de 2.000 metros por se-

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