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ABC MADRID 01-02-1946 página 7
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ABC MADRID 01-02-1946 página 7

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página7
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PAISAJES ESCPITOS Y PIAFADOS N virtud de esa misteriosa instancia resultado plástico de un movimiento de la ribera del mar, la huerta, los recuestos que en otros paralelos suelen llamar exteriorización, son apariencias que invi- secos y pedregosos que se van alzando, espíritu del tiempo cada sesgo tan a penetrar en una intimidad delicada tierra adentro, sobre la llanura verde de histórico de la sensibilidad ante e! paisaje e invisible allende su preciso sobrehaz. El la vega. Los motivos son diversos. Todos se expresa con relativa coetaneidad en la tiempo en Sorolla y en Blasco sun mero los cuadros de Lozano, cada uno a su pintura y en las letras. Veámoslo, para proceso, cortio el de los actos apasionados modo, expresan, sin embargo, un mismo no descubrir sino el Mediterráneo, ante el tiempo en Azorín -tiempo de la vida de sentir aquel paisaje. A la caliente pocierto paisaje levantino: el paisaje de personal, no de la vida instintiva- -es his- licromía de Sorolla opone Lozano su. Valencia. toria unas veces, repliegue estático otras, grises, sus sienas exquisitos; los verde ¿Cuándo adquirió el paisaje de Valen- nostalgia, angustia o esperanza las demás. de Lozano no gritan: se limitan a decir cia su carta- de ciudadanía estética? Dos Así, en sus descripciones de Castilla y de quedamente una intimidad serena o do nombres se adelantan a dar la respuesta: Alicante; así, en las de Valencia. Quien lorida; ya no busca el pintor la exterioSorolla, Blasco Jbáñez. Sorolla nace en lo dude lea El alba en el naranja! un rización violenta del vivir, sino Jo que en 1863; Blasco, en 1867. Los dos, el pin- capítulo de su libro Valencia la vida es recogido y sutil; todo en d tor y el literato, van a confesar el mismo ¿Qué pintor ha llevado al lienzo esta lienzo es calma, leve credo estético, un vitalismo de la vida nueva sensibilidad frente al paisaje de Va- Antes recordé Sol de ternura, silencio. la tarde de Sobiológica; ninguno de ellos acertó a sen- lencia? No Rusiñol, que tradujo al morolla. Poned a su lado esa playa quieta, tir el latido de otro modo de vicia- -la dernismo pictórico los vergeles de Levida personal- -que algunos españoles jó- vante; no los impresionistas posteriores monocromática, de Lozano, con sus barvenes comenzaron a percibir en su alma a Sorolla, limitados a desleír sin geniali- cas alineadas e inmóviles, y advertiréis en cuando moría el siglo XJX. Uno y otro dad los hallazgos de aquel titánico ani- toda su magnitud la ingente mudanza de fueron, en suma, dos geniales retrasados mador de la naturaleza. A mi saber, sólo la sensibilidad estética. históricos. ¿Y el sentimiento del tiempo? No busun pintor joven, Francisco Lozano, ha Los cuadros de Sorolla y las páginas de logrado ver una dimensión ultrabiológica, quéis movimiento vital en los cuadros de Blasco íbáñez convierten al paisaje en personal, en el paisaje de Valencia. Ha Lozano. Buscad, en cambio, ese íntimo un puro ser viviente. Mejor: en pura na- buscado sus temas en las tres franjas pa- enlace que la quietud otorga a ¡momento turaleza animal. Para el animal vivir es ralelas que integran el paisaje valenciano: que pasa y al que se anuncia. En los paiexteriorizarse. Pura, cromática y urgente exteríomación son los paisajes valencianos de Blasco y de Sorolia. Las figuras y los colores se estremecen vitalmente en la superficie del lienzo y de la página o saltan sobre nosotros con. esa violencia elemental- -mansa, unas veces cruel, otras- -del animal en movimiento. Recordad, si no. el mar, la vela latina y los bueyes de Sol de la tarde Releed después las descripciones de La barraca y Entre naranjos zumbaban sobre las acequias las nubes de mosquitos, casi invisibles, y en una alquería verde, bajo el añoso emparrado, agitábanse, como amalgama de colores, faldas floreadas, pañuelos vistosos... el naranjal es un oleaje aterciopelado las palmeras, surtidores de plumas, chorros de hojas la Albufera, una faja de estaño hirviendo bajo el sol La realidad entera se ofrece a los ojos del descriptor como una figura plástica coloreada y moviente. Todo es vida, y la vida un proceso de rebosante exteriorízación. Hasta la Albufera, pura quietud, hierve en las páginas de Blasco íbáñez. La realidad del paisaje de Valencia puede ser vista, no hay duda, como Blasco y Sorolla la vieron. Tiene que ser vista así? ¿No cabe, frente a la misma realidad, una interpretación estética diferente? En la playa de Valencia cuadro de Sorolla. Los paisajes valencianos de Azorín nos muestran u n a Valencia bien distinsajes de Lozano la naturaleza se repliega ta de la que nos haen sí misma. atenta a la ficción de intimibían enseñado Sofodad que ha puesto en ella el arte del pintor. Buscad asimismo la nostalgia, una lla y Blasco. Azonostalgia tenuemente matizada de ironía. rín proclama tam ¿No lo hay, por ventura, en su visión de bién su fidelidad a la los humildes barracones balnearios que Vida- -así, con mapueblan la playa valenciana de Nazareth? mayúscula- y pien ¿No lo hay, sobre todo, en las figuras husa que esa Vida es h manas, tan deliciosamente anacrónicas, que Níetzsche profeque han quedado detenidas, absortas, sotizó. Se equivocaba, bre la quieta arena? sin embargo, AzoEl pintor Francisco Lozano ha sabido rín La vida que é! crear una nueva visión del paisaje de Vasentía no era la mislencia. Es más actual, más nuestra que la ma que proclamaba. visión hoy tópica, tan cómodamente instaSu estética no sirve a lada sobre el recuerdo de Sorolla. Cuánla vida como pasión to durará esta actualidad? ¿Cómo será la Tnstructiva, s i n o a nueva sensibilidad con que los futuros la vida, como intimipintores se acerquen a la tierra de Ledad, a la vida persovante? En e! seno de esas preguntas late. nal. Sus paisajes liteimperceptible, el enigma de nuestro prorarios s o n quietos, pio destino. íntimos; más que ei La playa cuadro de Francisco Loi no, TEOÜO LAIN ENTRALGO E

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