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ABC MADRID 29-01-1946 página 7
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ABC MADRID 29-01-1946 página 7

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página7
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N día de otoño de 1944, coincidí en Toledo con José María Sert. Le acompañaba su esposa, distinguida dama polaca, de gran belleza y sensibilidad, que en París preside uno de los más selectos salones literarios. No sería justo, al hablar de José María Sert, omitií el nombre de una mujer excepcional- -musa y consejera- que tuvo influencia tan eficaz en la vida, en el arte y en la gloria del gran pintor. Aquella tarde de octubre, contemplábamos la perspectiva sin par que se descubre desde el santuario de la Virgen del Valle. El verde de los olivos hacíase más oscuro bajo un cielo plomizo- -m cielo de Zuloaga, aseguraba la señora de Sert- -y un. postrero- -Cuando e! hombre se propone- -conttrayo de sol, filtrándose a través del celaje, jiuó Sert- -recomponer o completar un objecaía de lleno sobre la ciudad, de la ue nos to de otro tiempo, fracasa. ¡Cómo lograr 1 separaba el hondo Tajo. ¿Está usted de acuerdo- -pregunfié a unidad, sin la cual no hay belleza, En el mejor de ios casos, se consigue un Sert- -con los que pretenden que Toledo, ¿in el Alcázar, ha perdido su silueta caracterís- Carcassone o tin Pierrefonds, pero, al lado de estos semiéxitos, ¡cuánta catástrofe! tica? -No. Yo no soy partidario de las recons- ¡Qué nostalgia de ia ruina ante las bastartrucciones. Un monumento es algo vivo. deadas Catedrales ele Reims y de Barcelona, Como todo ser viviente, nace, llega a su apo- o la Casa del Cordel, y Cnossos. y Korsbad, geo, decrece y muere. La restauración es y c! frontón da Egina. en Munich! Recoralgo absurdo, por muchos conceptos. demos el encanto de ciertas ruinosas aba- -Entonces, usted considera que... días en. Inglaterra- comparándolo cotí Ja- -Con afeites, postizos y lociones, no lo- tristeza de Sa parte reconstruida de nuestra gra Ja mujer recobrar ¡a juventud, sino dar Alhanibra. Aun hoy. Gtecia, en donde tan a ia vejez, que podría tener el sereno aspee poco queda en pie, es eí más herniosa pní to del ocasoj la cómica fachada de las abue- del mundo, ¿imagináis l. Mfos. Olimpia. Colas acicalándose, que nos (nuestra Goya. La rinto o Sunioti, restaurados? ¿Que en tugar faz desfigurada por accidente de guerra es trágica. Reparada por el especialista, con de la sublimidad de las ruinas, halláramos una ciudad poblada de templos como el de carne inmóvil, da miedo. Y el gran artista, después de una pausa, la Madeieine José María Sert hablaba, erguido, al borprosiguió: -La obra, de arte es la expresión de la de del camino. Su silueta, recortándose somanera t) ue tiene el, hombre de ver! a vida. bre la perspectiva de la ciudad sin par, me No la ve hoy conio la vio ayer; las diferencias de- aspecto engendran Jo que llamamos estilo, y cada época tiene, el suyo. Pero ef f 9 nd ¿del estilo no es, como ligeramente se cree, un elemento ornamental, peculiar de cada época. El estilo, en sí, es una cierta proporción, ¡según la cual se disponen, unos con respecto a otros, los elementos constitutivos de un todo, Una gran parte de obras de arte no es fruto de nuestro entusiasmo ante un objeto creado por la naturaleza, sino de la emoción que despertó la obra de un artista. Tal es la. admiración creadora en casos análogos al del Renacimiento italiano. De Giovanni Pisano de Orcagna y Giotto hasta Palladio, pasando por Bramante, San Galo, Leo Bautista Alberti, etc. t o d o s quisieron rehacer el mundo clásico, y crearon los estilqs del Renacimiento; y! o. mismo sucedió a Lepautre, el grabador, que, al creer reproducir el estilo italiano, creó el francés de la época de Luis XIV; y a David, y a Thomire, y a Gouthire. y a los Percier et Fontaine, que, al pretender resucitar lo antiguo, crearon el arte francés de í 8oo; y lo mismo aconteció más tarde a Violet le Duc y a todos aquellos que quisieron inspirarse en un estilo del pasado. Missia Sert asintió a las palabras que yo escuchaba con tanto interés como respeto. Sonaron en el silencio del crepúsculo toledano graves y lejanas campanadas. ¿Procedían de San Juan de los Reyes? ¿De Santo Tomé? Tal vez de Santo Boceto de una de las pinfüíás morales de José María Sert, Domingo el antiguo... das al Alcázar de Toledo. U cude el Alcázar de Zaleda hizo recordar el retrato que hizo Zuloaga- -el otro gran pintor desaparecido -de Mauricio Barres. A las catastróficas restauraciones- -prosiguió- -efectuadas razonablemente, preferimos ¡a acción de nuestro exuberante sentido español, quti demuestra 3 a posibilidad dre continuar indefinidamente una Catedral de Zaragoza o un Monasterio de Las Huelgas, completando o ampliando, sjn más preocupación ni más norma que la del fervor. No hay en estos monumentos unidad de estilo, pero, en cambio, rebosan de vida, suprema belleza. Siempre completos, sí bien no terminados nunca, no son obras de un tiempo, sino de los tiempos. Pero la fe y el amor que les dieron vida imprimen, a través de la diversidad, rayana a veces en excesivo abigarramiento, una encantadora armonía. Sí por las necesidades de nuestra vida espiritual o material hemos de reedificar lo destruido en todo o en parte, hagámoslo sin frenar la expresión da lo que. ardientemente) sentimos; con el raudal de libertad que demostró Churriguera al reventar gozosamente la bóveda de aquella Catedral. ¿Qué tenemos que ver con el respeto si rebosamos de amor? Dejaría) usted ei Alcázar t l como está? Si. la reconstrucción dependiera de usted, i cómo fa llevaría a cabo? -Desde 1 el punto de vista plástico, el Alcázar es riíina única en el mundo, imagen que tenemos el deber de respetar, Hay qu devolverle la vida, ir. ediante una transformación en el mismo sentido heroico que adquirió con su defensa. ¿Es decir... -Creo que habría que barrer lo Inútií, consolidando lo más- esencial y significativo: convertir el sótano, donde se organizó la defensa, en panteón nacional. En el patio y en la explanada, imagino un jardín geométrico: laureles... En el centro dep la brecha mayor del edificio. un corazón inmenso, esculpido en oro y granito. Las partes importantes del edificio que permanecen en pie podrían convertirse en archivo de Ja gloria y del heroísmo español, guardando en él las armas, banderas, trofeos, crónicas históricas... Habría de reconstruirse una capilla sobre los cimientos de. la derrumbada. El interior de este templo presentaría el aspecto de una gran tuyida de campaña estilizada, teniendo por paños eí pabellón nacional. Alrededor de los muros, esos paños, medio descorridos, encuadrando tres pinturas al fresco: las tres virtudes teologales. -Y esas pinturas, ¿quién mejor que usted pudiera realizarlas? -He pensado en ello. Creo que sería mi obra cumbre, definitiva. Veo en ella gloriosos y simbólicos personajes: héroes, mártires, el Ángel de España envainando la espada; la Virgen de Toledo; las mujeres que contribuyeron a la defensa... Nadie lo sabe aún... pero existe algo más que un sueño, algo más que un proyecto. He realizado algunos bocetos... El sol había desaparecido, de jando en el horizonte resplandores de incendio. Una barca cruzaba lentamente el río. En pie, al borde del camino, José María Sert no apartaba la vista de las gloriosas ruinas, en las cuales yeta realizado ya el sue; k. ño genial de sus últimos años. destinaAGUSTÍN DE FIGUEROA

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