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ABC MADRID 29-01-1946 página 3
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ABC MADRID 29-01-1946 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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MADRID DÍA 29 DE E N E R O Pfc 19 46 NUMERO SUELTO 40 CENTS. a tf Jf ACTITUDES DE POETAS KAY Luis de León fue procesado: se le condenó a prisión correccional. Cuando llevaba cuatro años preso, se vio que no era culpable: pudo verse ai principio. ¿Y cuál fue la actitud del poeta en la prisión? Prescindimos del Palimpsesto que comienza Aquí la envidia y mentira me tuvieron encerrado. Pudo Fray Luis escribir esos versos, y no estamparlos en la pared: entretenimiento, vanidad o consuelo de preso. Pudo alguien escribirlos, parietalmente; o pudieron no ser ni escritos per el poeta, ni estampado? por consiguiente, en el muro de la cárcel. Como síntesis de la actitud de Fray Luis de León, en su carcelería, contamos con una de sus más conocidas composiciones poéticas: la titulada A Nuestra Señora. Consta de nueve estrofas, de cnce vsrsas cada una, y de otra final, de cinco. En la primera estrofa el poeta suplica a la Virgen que le mire a el, un miscrab. e, puesto en cárcel dura, cercado de tinieblas y tristeza. El juicio humano no conoce mayor bajeza, ni siquiera igual. En efe estado se encuentra Fray Luis por culpa ajena y llevado a tai extremo par poderosa mane. Ruega, pues- el poeta a la Virgen que rompa la cadena que le sujeta. No hemos entrecomillado: la transcripción es fiel; no nos apartamos ni en un ápice del texto. Al hablar de la cadena, suponemos que el poeta lo hace en sentido figurado; v, o debió, en este caso, Fray Luis usar de tal recurso; so pone cen ello en juego un equivoco que seguramente extravía al lector. Ni se podía hablar de cadena- -la cadena con que está sujeto en su torreón Segismundo, el do La vida es sueño- ni de grilletes, esposas o ¡miiones: voz esta última que no está registrada en los diccionarios; pero que figura, como elemento esencial, en una de las más conocidas comedias de Ruiz de Alarcón, El tejedor de Scgovia, Segunda estrofa. El corazón del poeta se halla rodeado de nubes; la Virgen pedrá hacer que su luz venza esta noche ciega y triste del poeta. Tercera estrofa. El doler de Fray Luis empeora de momeiHA en momento; crece más cada día. El odio que se Je tiene al poeta cunde; la amistad se olvida; el desamparo en que se ve Fr- ay Luis es notorio. Cuarta estrofa. Hacen cruda guerra al poeta, envidia emponzoñarla, engaño agudo, lengua fementida, odio cruel, poder sin ley ninguna. Pobre y desarmado, como está el poeta, ¿de qué ánodo pedrá vencer, si no es con el auxilio áz Nuestra Señora? Quinta estrofa. Volvemos al sentido figurado, si es que la cadena de- antes fue figurada. Fray Luis ha sido arrojado al agua; lucha con las ondas que violentan su alíenlo; gentes diversas le están contemplando desde la ribera: unos con contento; otros con espanto; el más piadoso, con lástima estos últimos dan voces inútilmente. Sexta estrofa. El poeta no ve sino apante; la morada en que se encuentra es peligrosa; incierta la salida; el favor, favor que pudiera tener el poeta, mudo, impasible; el enemigo es crudo: desnuda la verdad; muy proveída de armas la man I ira; en tal miserable vida, sólo respira el poeta cuando se vuelve a Nuestra Señora. Sépíima estrofa. Fray Luis tiene les brazos presos, los ojos D I AR I O I L U s T R AD O D E 1 NF O R tvi A Q I O N G ENE R A L ciegos; es blanco de cien flechas, que llegan a él por todas partes. Siente el dolor; pero no ve la mano; no le es dable, por lo lauto, huir ni escudarse. Octava estrofa. Seguimos en el estilo figurado. Mil olas, a porfía, hunden en el abismo un leño, es decir, un frágil bajel, que es el propio poeta. Novena estrofa. Malvada fuerza venció al poeta. Y final: el dolor del poeta es tan fiero, que anuda su lengua y no consiente que Fray Luis diga cuanto quisiera. ¿Y qué más iba a decir el poeta? ¿Ha dicho algo más cualquier poeta romántico de nuestros días? Francisco de Quevedo estuvo preso, con circunstancias durísimas, cuatro años. ¿Cuál fue ¡a actitud de Quevtdo en la prisión? Jovellanos fue recluso, en el castillo de Bellver, en Mallorca, casi siete años. Decía, en verso, que no era infeliz, puesto que un inocente no puede serlo: se revolvía contra la calumnia y la envidia. Quintana estuvo seis años en la cindadela de Pamplona. ¿Con qué sentimientos vivía en su prisión? Sería curioso el comparar las actitudes de todos estos poetas en sus carcelerías. Nos heraoj olvidado de otro poeta, que también padeció privación de libertad: Juan de Yepes, Fray Juan de San Matías. San Juan de la Cruz, en suma. Nueve meses estuvo preso, en una celdita chica y sin luz; la ración se la daban tasada; los viernes lo tenían a pan y agua. con una disciplina circular por postre El poeta pudo evadirse. Su. fuga fue difícil y peligrosa, según la cuenta Fray Jo é de Santa Teresa, cronista de los Carmelitas Descalzos, en su Resunta de la vida del santo, Madrid, 1675. recuerdo tiene la precisa palidez de los viejos daguerrotipos. Era, estoy seguro, un domingo fresco y bien soleado, como suelen ser en Valencia los días de esta época del año. Asistía yo a la función de tarde de un pequeño teatro, donde representaban uno de los sainetones de Muñoz Seca, que por entonces divertían a los españoles. Cuando la representación iba por su promedio, he aquí que de pronto, tras un breve cuchicheo entre los actores, cesa el diálogo escénico, se adelanta hacia el proscenio la primera paría de la compañía- -un cómico que tothvía vive y actúa- -y dice con voz sc- emne a ios espectadores. atóuHos: Señores, los aviadores españoles han llegado a Pc nambuco. ¡Viva España! Hubo grito? aplausos, emoción fácil. Pocos minutos después, Muñcz Seca volvía a imperar sobre el concurso. Asi son, lejanas, pasadas, las figuras sensoriales de mi evocación. ¿Y los sentimientos? Dicen los psicólogos que los sentimientos 110 se recuerdan, Cuando re eo una viejacarta mía no revive en mi alma el sentimiento que hubo en ella al escribir la carta releída, sino otros inéditos, determinados por lo que actualmente es para mí el fragmento úz mi vida que la lectura evoca. Pues bien: desde la situación en que ahora vivo, más grave y mucho más hecha si vale hablar a; í r que aquella otra, percibo con leve y tierna ironía la comodidad, el cortical sentimentalismo, el tinte familiar, la blanda chabacanería (h aquel patriotismo que se emocionaba fugazmente entre chiste y chiste de Muñoz Seca. No, no hay nostalgia en mi evocación, y el matiz irónico tle mi seraimier- to rememorativo me lo certifica sin sombra de duda. Siento de modo inmediato 1 y comprendo con reflexión la grandeza de la hazaña; considere lucgo- K- in ironía ya, antes con tristeza- -la insuficiencia de aquella España para aprovecharla. Como tantas veces: Oh, Dics, qué buen vasallo si hub cra buen señor. No hay en mi alma nostalgia, sobre toda perqué la lectura de la página conmemorativa ha suscitado en mi, junto a la evocación, el proyecto. Tal vez sea ahora demasiado concreto decir proyecto tal vez me acerque más a la verdad de mi sentir diciendo, tullidamente, esperanza ¿No se sentirán conmovidos de sutil esperanza todos cuantos hoy recuerden el suceso y no sean viejo: de espíritu? ¡E- paña, ese- gran país de America! ha dicho hace peco un poeta cubano y suele repetirse por aquí. Dlcs premie la benéfica intención del poeta amigo. Yo la agradezco desde las telas más hondas del corazón, pero no comparto la letra en qas se expresa. No estamos los españoles e. m América, sino aquí, en este duro y peligroso cabo de Europa, y en él queremos seguir existiendo. Pero si discrepo de nuestro amigo, mi discrepancia está llena de amistad y de. esperanza compartida. Porque sebre el hermoso plinto que edifican nuestra vocación cristiana, el común romance y la vibrante existencia de hombres como ese magnífico cubano descansa hoy nuestra amenazada esperanza y se estremece por hacerse proyecto. PEDRO LAIN ENTRALGO F AZORIN MODOS DE EVOCAR os dos sentidos en que se manifiesta la distensión temporal de la existencia humana se llaman, todos lo saben, recuerdo y esperanza. O evocación y proyecto, si uno prefiere lo concreto a lo genérico. Mas no siempre tienen igual valimiento una y otro. Hay una edad, la infancia, en que el hombre no sabe evocar: para el niño teda experiencia es mera noticia o la ocasión de un proyecto. Hay otra, la senectud, en que apenas se es capaz de proyectar: todo lo presente es motivo de evocación o de nostalgia. Por eso me atrevería a definir la madurez diciendo que di ella teda experiencia presente suscita simultáneamente y por igual una evocación y un proyecto, un recuerdo y una esperanza. Por ese trecho de mi vida debo andar yo, si es verdad lo que he dicho. Y para demostrarlo contaré, por escrito, la evocación y el proyecto que ha despertado en mí una experiencia muy reciente. Vi hace poco la página que un diario amigo dedicaba a conmemorar la máxima hazaña de nuestra aviación civil: el vuelo del Plus Ultra. Tan pronto como leí la frase titular, sentí renacer en mi alma, súbitamente, la situación personal evocada por la noticia. Tvo que San Agustín llama aula ingente de la memoria empezaba a poblárseme de figuras pasadas. Recuerdo aquel 31 de enero de: 1026. Mi L

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