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ABC MADRID 27-01-1946 página 19
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ABC MADRID 27-01-1946 página 19

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página19
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LitfiN era hombre de una rabiosa sinceridad No sólo decía con sinccri dad absoluta cuanto pensaba, sino que procuraba pensar sinceramente. Había hecho de la sinceridad una de sus virtudes fundamentales, una r. specie de religión personal, a cuyos dogmas ajustaba su vida y su pensamiento. Clarín llamaba el pan, pan y a un hilvanador de ripios, poeta chirle, ya se llamase aquél Manuel del Palacio, Cánovas o Griio. La sinceridad había sido para él como una segunda naturaleza. A esta condición de su carácter se debían las interminables polémicas, las agrias controversias, las frecuentes rabietas y los aparatosos duelos a primera sangre en alguno de ¡os cuales se vio obligado a llegar a! terreno Nada ni nadie pudd convencer a Clarín que para escribir en los periódicos, siqute ra fuesen tan liberales como El Imparcial, y para hacer política, aunque fuese en las filas de los republicanos históricos que acaudillaba Castelar, es indispensable un poco menos de idealismo y una razonable dosis de hipocresía. Cuando ya no cree tener suficiente con su pluma para defender su sinceridad, se adiestra pacientemente en eí manejo de las armas. En una habitación de su casa en la calle ovetense de Campomanes hay un balcón que se abre sobre una eminencia de prado verde. De uno a otro marco de su balcón Clarín ha pasado una cuerda, de la que pende un blanco. Así, sin ser visto, dispara sobre el blanco desde el fondo de la habitación y los proyectiles se clavan en el prado sin peligro para nadie. Después de. una temporada de entrenamiento, llega a hacer filigranas con la pistóla. Pbr 5o demás, Clarín íué un amado de íá calumnia. Era más fácil calumniarlo que combatirlo cara a cara. Yo soy el primero en alegrarme de la muerte de Clarín escribía Bonafoux. Y tenía sus razones para desearle la muerte. Bonafoux había sido uno de los principales calumniadores de Clarín. El puso en circulación la especie de que La, Regenta era un plagio. Aquello era más de cuanto Clarín podía esperar de los resentimientos que su sinceridad en los juicios sobre obras ajenad le había de acarrear. Después de leer el artículo de Bona- C la Corporación está reunida en el salón de sesiones. Es el clásico salón de los Ayuntamientos españoles: recargado de artesones con bordes dorados, guirnaldas de yeso y colgaduras de terciopelo rojo. La Asambleas- tiene esa solemnidad anciana de los hombres fin de siglo. Se desenvuelve con ritmo de habanera. Acaso la presencia del íoux, tuvo que esperar veinticuatro horas rín í onía los pelos de punta a nervioso Cía más de cuapara que se le remansasen las revueltas bilis. ¡Qué cosas se Pasada la rabieta, tomó la pluma y escribió tro tradiciúnalistas. ingenioso, bilioso le ocuy libeuno de aquellos áticos Paliques, que empe- rrirían al profesor ralote! zaba así: Si el lonto de mi vecina, que tne Pero, contra lo que todos suponían. CUillama borracho, sin que yo haga caso de tal calumnia, pie llamase plagiario, lo lle- rín permanece silencioso gran parte de la, varía a los Tribunales. I o misma podía ha- sesión. Llega un momento, sin embargo, en que el autor de La Regenta no puede concer con el señor Bonaíoux. A los Tribunales no lo lleva, entre otras tener su temperamento. Un concejal de la razones, porque para los delitos literarios oposición leía el acta sobre ¡a que se había aun no hay justicia en la tierra; pero es- entablado discusión. De nada parecía entecribe aquel magnífico folleto, Mi. plagios, rarse Clarín, hasta que el desdichado edil en que prueba hasta la saciedad lo que hay desliza un haiga tan sonoro y descarado, de calumnia y mala fe en los artículos de que Clarín, pese a sus buenos propósitos, no pudo contenerse. Le ocurrió como a la ZaBonafoux. paquilda de la fábula con el ratón. El proUn haiga que cuesta LZ 1 fesor se echó sin miramientos sobre el haiga, con tal furia, que el concejal, avergonla dimisión a un concejal zado, presentó inmediatamente la dimisión, Por las escaleras de piedra del Ajnmta- ya que las risas del público y de los promiento de Oviedo sube el menudo Clarín pios miembros de la Asamblea se oían en la con sombrero hongo y enfundado hasta las calle. Luego, Clarín consiguió que retirase orejas t- n un oscuro gabán. Es un día del su dimisión, asegurándole que era una broma y que debía perdonársela en honor a que había sido para velar por la pureza de! idioma. Cosas de Clarín Zapatero, a tus zapatos Doña Emilia Pardo Bazán, a la que después había de ser tan hostil la pluma de Clarín, tuyo en un tiempo muy buenas relaciones de amistad con Leopoldo Alas. De regreso de su fecundo viaje a Italia, la condesa escribía a Clarín unas cartas cariñosas, en que le pedía que no la privase del ingenio de sus misivas, de sus deliciosos e indescifrables garabitos La autora de aquellas cartas al crítico de Oviedo: Cuando envío un manojo de cuartillas a la imprenta, siempre pienso: veremos lo que dice Clarín. Esto mismo les ocurría, aunque no tuviesen la valentía de confesarlo, a cuantos en España y América hacían literatura en mejor o peor castellano. Muchos, entonces, calificaban la crítica de Clarín de mordaz y despiadada. Pero el tiempo le ha dado la razón a Clarín, que la llamaba crítica higiénica y de policía Los valores que él negó en la sombra permanecen. Y siguen viviendo los que señaló cqmo auténticos. A este respecto, es curiosa la anécdota- -una de tantas- -que le ocurrió con un zapatero de Luarca. Este honrado artesano tuvo un día la fatal ocurrencia á escribir un drama y enviárselo a Clarín. Don Leo- poldo comenzó a leerlo y no pudo pasar de la primera cuartilla. Asimismo lo confesó por escrito al autor. A la sinceridad de Clarín respondió el zapatero con una carta terrible, diciéndole que cómo iba a saber si su drama era bueno o malo, ya que confesa 1 nieí de e n e r o de ba no baber pasado de la primera escena T 8 Í. Clarín va a Indignado Clarín, escribió un Palique titutomar posesión de lado Zapatero, a tus zapatos, que empezaba su flamante cargo poco más o menos: Si usted, amigo mío. de concejal. Conce- pasa por cerca de una tapia y detrás de jal de Oviedo, la ella oye un rebuzno y ve que sobresalen ciudad provinciana dos largas orejas, ¿tendrá alguna duda soque su genio había bre la clase de animal que está al otro lado? convertido en ve- Pues algo parecido me ocurrió a mí con su tusta capital d e drama. Por lo tanto, no desaproveche mi un universal distri- consejo leal: Zapatero, a tus zapatos. Y to literario, en la deje que machaquen, urdan y cosan dramas geografía poét i c a de lo maravilloso. los dramaturgos, ya que a usted, por lo que Una h o r a des- veo, no lo llama Dios por ese camino. Así eran las cosas de Clarín, pués de la llegada de Leopoldo Alas a 1 Ayuntamiento, JUAN ANTONIO CABEZAS Los pasos de UUoa dice en una de Reproducción fotográfica de la primera p á g i n a de Juan Kufz periódico q u e h a c í a Clarín a mano a los dieciocho años. Ultimo retrato de L e o p o l d o Alas, Clarín publicado, con motivo de su muerte, p o r La Ilustración Española y Americana

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