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ABC MADRID 26-01-1946 página 3
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ABC MADRID 26-01-1946 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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MADRID DÍA 26 DE E N E R DE 1946 NUMER SUELTO 40 GENTS. tf tf tf LA ATONÍA DE LA O P I N I Ó N FRANCESA tal café de Barcelona o cual de Madrid, éste o aquel charlista podría afirmar gravemente, entre sorbo y sorbo, que el reciente acontecimiento de la política francesa no ha trascendido, o ha trascendido apenas, a la calle parisiense. La evasión o la fuga del general De Gaulle, así como las conversaciones parlamentarias consiguientes al advenimiento del socialista Gouin a la presidencia del Gobierno provisional, han producido en España un movimiento de expectación y curiosidad, que contrasta con la atonía de la opinión pública interesada. Carlos De Gaulle, jefe, al parecer insustituible de la Francia resistente durante cinco años largos y consecutivos, se ha marchado a su casa y se ha ido de París sin pena ni gloria. Dijérase que nadie se congratula ni nadie se duele de ello. No ha habido conatos de manifestaciones públicas o simulacros siquiera de reacción corporativa o popular en pro o en contra de la apertura y la solución de la crisis. El fenómeno no habría sorprendido a los españoles si, con oportunidad y a raíz concretamente de la movilización electoral, alguien les hubiera dicho que, habiendo sido él vencido por la realidad, si no por la apariencia, de aquella jornada, De Gaulle sólo podía seguir cualquiera de estos caminos: gobernar al dictado de la opinión marxista que acaba de obtener una victoria electoral mayúscula, imponente; retirarse de la partida y ganar la calle, pasando por el guardarropa, o recurrir al país al frente de los diputados que aceptaron su disciplina contra el programa de sovietización concebido por el partido comunista. No se decidió gratuita e incondicionalmente el general De Gaulle por la solución de dirigir un Ministerio tripartito. Quiso maniobrar a la extrema izquierda, so pretexto que del lobo un pelo. Ese pelo hubiera podido consistir en una Constitución de tipo presidencial, mediante la cual De Gaulle ejercería el supremo Poder, desembarazado, por virtud del mecanismo mismo de una nueva legalidad que habría asignado excepcionales atribuciones al Poder ejecutivo, de la hipoteca de los partidos. De Gaulle esperaba ser el Roosevelt, si no el Hitler de la IV República. Pero quien quiere el fin debe querer también los medios. Sincrónicamente pretendía forjar el instrumento de su política nacional y extranjera. ¡Cara y legítima ambición la de este militar que, al asumir la Jefatura de un Estado nacido de una derrota biológica y una victoria acústica, procura, antes que nada, dotar de un Ejército a su Patria! Un Ejército que, con sus mandos, su oficialidad, su moral, su disciplina, su doctrina, incluso su presupuesto, hubiera sido creación suya, personalmente suya, es decir, del general De Gaulle, y no obra de los partidos. ¿Van comprendiendo ustedes? Habiendo fracasado en uno y otro designio, sin duda porque su alucinación o su miopía no midieron toda la importancia del triunfo marxista, De Gaulle se despide con un hasta luego o con un para siempre Pero deja a su país, la Francia legal y la Francia real, bajo las garras del partido comunista. Bajo la ocupación, el francés f ra un ente maniatado; ahora es un ente patitieso. En los meses venideros, la gran familia galo- romana será lo que Moscú quiera. Habrá o no Gobierno Thorez, habrá o no asalto al Poder o ejercicio abusivo del mismo, habrá o no Constitución y ésta será o no de corte demagógico o de estructura autoritaria, según lo que a Moscú le conven- IARI TRAD RMA 8I GENERAL. NN D ESDE ga. Y nadie podrá discutir a De Gaulle, La mujer- ruido intenta, como los expedicualesquiera que sean su arrepentimiento de cionarios de Colón, deslumhrar con sus bahoy y su desquite de mañana, la responsabi- ratijas. Pero los hombres de hoy no son inlidad de una tesitura nacional en la que el dios de Guanahani. Saben de sobra que las miedo es aún más grave que la confusión, la baratijas no hablan, no sienten, no acompaatonía más alarmante que la ruina y el de- ñan en el cansancio ni mitigan la desilusión. nuedo más urgente que el pan. Famoso ca- Ha fracasado, pues, irremediablemente en mino, en verdad, el que, habiendo arrancado todos los órdenes. En el orden moral, porque en Londres para detenerse en Argel y en perpetuaba la injusticia, dividía a la HumaParís, termina pasajera o definitivamente en nidad en castas, humillaba al humilde, aduel destierro canadiense o en la jubilación laba al soberbio, entronizaba al hombrehortelana. ruido. MARIANO DARANAS En el orden económico, por ser lujosa y HO productiva, esto es, porque las satisfacciones que vende no valen el dinero que cuesta. O mejor dicho: porque gasta mucho y nada produce. Y ha fracasado, en fin, en el orden de la Fe, por inútil, por incapaz de religión, en L balance del afio transcurrido arroja el sentido de religar, de atarse al hombre por una exaltación moral y social de la el alma. La mujer- ruido solamente se liga al éximujer. Como ha dicho el padre Edward J. Higgins a los ex combatientes nor- to. Porque, como decía el Samosata: es teamericanos, significa la fortaleza del sexo como la alondra: vuela hacia todo lo que brilla débil Últimamente, ha fracasado hasta senSe diría que, como en tiempos místicos o tido del orden estético por vulgar, en elgrepor románticos, vuelven a reacuñarse en el tro- garia, por artificiosa, por escandalosa. quel de cada conciencia los valores espiriTodas sus gracias son de tambor batiente. tuales e intelectuales. gusLa mujer exterior pasa a segundo tér- Todas sus galas, llamativas. Todos susen el el teatro, mino social, con sus comparsas de modistos tos, gritadores. En el bar, engrita con la pay joyeros, en tanto la mujer interior con cine, en el paseo, en el salón, cigarrillo, con su invisible escolta de renunciaciones y sa- labra, con el ademán, con el impertinente, los perfumes. Es pretenciosa, crificios, ocupa silenciosamente el primer arribista, sensacionalista- No ríe, sino que rango. Hay quien sospecha que este terremoto alborota. No derrocha, sino que arruina. Y con todo, sigue gritando, sin advertir moral pasará dentro de algún tiempo, y en cuanto la paz normalice el mundo, volverán que hacia ella avanza, como juez implacable, el Silencio. Se imagina reinar aún porque a triunfar los valares frivolos. cuantos sensuales priEs posible, mas no probable. Lo probable aun le quedan unos instintos y de vanidad, mitivos, hombres de es que este paréntesis continúe abierto años indios de Guanahani, que bailan de smoking y años, no sólo por razones éticas, sino por en el cabaret. Pero no sabe que esas gentes razones económicas. Porque se firmará la paz diplomática, pero desconocen el valor del esfuerzo propio y por tanto, ellos son no podrá establecerse en mucho tiempo el que, padres, conellos noyson ellos; postumos. dinero apetitos sosiego de los espíritus, hondamente, pro- sus Así, cuando la muj er- ruido arguya que fundamente subvertidos, por el imperio de aun le quedan subditos y que estos subditos la mujer frivola. son la flor y nata social, invítesela a meditar Esta mujer- ruido comenzaba a no tener un poco Los hombres personales, autónomos, los más valor social que el externo y fortuito de sus pieles y de sus joyas. Comenzaba a forjados en duras fraguas de adversidad, no apagar en el hombre todo afán que no fuese rendirán los frutos de su esfuerzo en manos la ambición de poseerla o la vanidad de lu- pródigas o histéricas, sino en manos prudencirla; comenzaba a derruir la? torres espi- tes y hacendosas. Ni dirán su poema interior a un gesto impaciente o a unos ojos, fatalrituales y a sembrar de sal sus ruinas. Cada año, cada día, propende el hombre a mente incqmprensivos, sino a un gesto sutil sofocar su animalidad, a estimular sus an- y a unos ojos alentadores. Esos que todavía, por algún tiempo, seguisias nobles, a cultivar su entendimiento y rán escoltando a la mujer- ruido por su ruisu conciencia. Al hombre de nuestra época, acrisolado en do, no tienen que rendir frutos de trabajo, la adversidad, depurado por el silencio de porque no trabajaron nunca. Ni revelar poelas desventuras, no le puede satisfacer la mas íntimos, porque nunca se interrogaron a mujer- frivola, mujer- ruido, mujer ocasional, sí mismos. Esos hombres, si ofrecen frutos de trabamujer por horas. Hay una serie de problemas nuevos- -sociales, económicos, morales, jo, no son frutos de ellos, sino del trabajo de intelectuales- extraños a la acción externa sus padres, frutos legados. Nada de cuanto de la mujer frivola. Ya no le basta al día su ofrezcan es suyo, porque no es nuestro nada propio afán, según la máxima de Lucrecio; que debamos a los demás. porque el afán de hoy está encadenado al afán del día siguiente. Para el hombre de Así, mujer- ruido, ya no tendrás en adehoy, consciente de la gravedad y responsamás subditos que unos hombres fantasbilidad de sus actos, la mujer frivola es algo lante que no son ellos, sino sombras; ni otro tan deslumbrador, pero tan vacío, como una mas, imperio que el de las mixtificaciones; ni otro pompa de jabón. régimen de conducta que el de halagar la vaLa congoja económica, únicamente com- nidad de los últimos guananhíes con stnoparable, por su horror, con la angustia moral, king. hombres se emanciparon plantea a nuestra juventud dos graves pro- deLostiranía. Nopersonales en las almas, sino tu reinas ya blemas uno, el de que la mujer- ruido es cara otro, el de que la mujer cara es incapaz áe en los instintos... consolar v de aientar. CRISTÓBAL 1 DE CASTRO OGASO DE LA MUJER- RUIDO E

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