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ABC MADRID 25-01-1946 página 9
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ABC MADRID 25-01-1946 página 9

  • EdiciónABC, MADRID
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Libros EL LIBRO DE SJGtíENZA DE GABRIEL MIRO E Sigüenza, ciudad episcopal, aguerrida y melancólica, tomó Gabriel Miró el nombre para llamarse a sí propio en el mundo de su ficción literaria. Pero, no: ficción, no, puesto que Miró se transustancia en Sigüenza, y son los lances de su vida y espíritu la razón de los libros en que interviene tan natural y auténtico personaje. Nació Miró, a la Literatura, con La mujer de Ojeda en 1901. Pero Sigüen, za- hombre apartadizo que gusta del paisaje y de humildes caseríos -no aparece en las obras de Miró h sta la tercera, en orden cronológico: Del vivir que es de 1904. Y a esta revelación del trasunto de Miró se refiere el Libro de Sigüenza -en que el personaje adquiere su plenitud- -cuando dice en la página preliminar: Este Sigüenza que aquí aparece es el mismo que caminó tierras de Parcent, recogiendo el dolor de sus hombres leprosos, Sigüenza ha sido el íntimo testimonio y, aun la medida y la palabra de muchas emociones de, mi juventud. Para- mí, Sigüenza significa ahin; co, recogimiento, evocación y aun resignación de las cosas que a todos nos pertenecen. Y algunas líneas después: No me he regodeado formando a Sigüenza a mi imagen y semejanza. Vino él a mí, según era ya en su, principio. Y cuanto él ve y dice, no supe yo que había de verlo y de decirlo hasta que lo vio y lo dijo. 1 Se publicó El libro de Sigüenza en 1917. Vivía GabrieJÍ Miró en Barcelona, atraído por esa, seducción de toda gran ciudad, a que cede, por eventual que sea el lancé respectivo, cualquiera que piense en resolver su yida, y eso que Miró no aspiraba sino a lo indispensable, fuera de sus íntimos y exigentes anhelos: de pureza en el oficio, de independencia en el criterio, de autenticidad en la inspiración. El descontento tenía que ser forzosamente el fruto del que, como Miró, por querer muchas y altas cosas no pedía ninguna. Por otra parte, ni Miró podía dar por resueltos sus problemas, dirigiendo la Enciclopedia Sagrada que había proyectado la Editorial Vecchi y Ramos, ni Sigüenza era hombre que se resignase r fácilmente a despegar de- Ja tierra nativa: sobrenativa, de halagadora belleza: marina y isierras de Alicante. Si Miró prefirió Barcelona a Madrid, en un principio, ¿no sería porque la lógica sentimental de sus itinerarios le llevaba- -de buscar cosrnópolis por fuerza- -a la gran capital de su Mediterráneo? ¿Y no es el paisaje de Tierra Santa, sobre el que se mueven ¡as Figuras de la Pasión del Señor muy parecido- -o así lo ve Miró- al paisaje de su casta y de su amor? Bien entendido que no hemos de ver en la identificación de Miró con un determinado mundo geográfico, señal infalible de localismo, entre otras razones, porque ese mundo lo transfigura con su arte propio. hasta dijérase que lo crea con su inspiración y estilo: lo humaniza al infundirle un espíritu que le pertenece a él. al autor, y así se explican períectamen- D te las relaciones tan sutiles como ciertas que cabe establecer entre Miró y otros escritores de distinto paisaje y lengua: Virginia Woolf, Rilke, iMarcel Proust, Aldous Huxley, a solas con su temperamento artístico como advierte Cíe- mencia Miró, y s verdad. Se descubre en El libro de Sigüenza un factor- el histórico- -que no se hace notar quizás con tanta claridad en otras obras de Miró, por prevalecen generalmente lo poemático, con toda la hondura delicadeza de emoción- -incluso almas caracteres adentro- -que corresponde a palabras escogidas con clásica, sabiduría y a metáforas ideadas con. moderna intrepidez. Encierra Eí libro dé Sigüen a una enorme cantidad de vida española: la que expresa eri sus 7 aas y vemoas el muy 98 personaje; nos imaginamos a Sigüenza en plática fraternal con Pío Cid, Antonio Azorín y el barojíano Ossorio: a todos se les rompió el resorte de la acción. Resignado y soñador. Sigüenza se destaca, entre hidalgos, labriegos, clérigos, artesanos, xnuchachitas al balcón, sobre un fondo de inequívoca España: la tierra humilde y) a fonda, el muelle y el paseo de palmeras; el huerto, el santuario, el torreón... casi siempre a Ja luz de un sol que todo lo hace rubio, de un color de carne y rosas ¡Pobre Sigüenza! Se sentirá a sí mismo como si fuese otro le define Miró- -que vive en él- cuando lo trae de nuevo a sus libros: a Años y leguas Corre el año 1928, y poco vivirán ya Miró y Sigüenza- Dos años después muere en Madridel poeta, novelista y psicólogo de tanta página inolvidable. Caía, por cierto. en la mañana del entierro de Miró, una llovizna, blanda, cristalina, patéticaj con mucho de lágrima. La mañana era triste, decididamente triste. M. FERNANDEZ ALMAGRO

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