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ABC MADRID 14-12-1945 página 7
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ABC MADRID 14-12-1945 página 7

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página7
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En esta vida fodo es verdad y todo mentira S E ha hecho un profundo silencio; ha con aire desenvuelto, frivolo, como pide el abandonado el escenario el grupo de personaje, el Don Juan de El hombre de mtnamigos que invade los cuartos de los do, entra en el salón y. profiere, con voz aniactores; el telón se ha levantado ya; Julián madora, alegre: ¡Qué recado! ¡Q u i t a Romea está solo en su cuarto; la puerta se allá! Le dice estas palabras al criado, que, halla abierta; el actor está sentado, con aire ignorante de la confianza que existe entre de profundo cansancio; un mal permanente Don Juan y Don Luis, no quiere dejar pasar le va consumiendo; hay en su cara una hon- al primero sin avisar a sus dueños. Ya está da melancolía; los ojos despiden una luz mis- en escena Julián Romea; lo está por enésiteriosa, mezcla de. interrogación y de conoci- ma vez; aparece, allá muy lejos, el día miento, conocimiento del destino próximo. de 1836, en que estrenó, con Carlos Latorre, ¿Será ésta la última obra que represente el El Trovador. ¿Se percata Julián Romea, en actor? ¿Y cuál- es la última obra que ha estos momentos de fierepresentado José Valero? ¿Y cuál la re- bre artística, de que presentada por Antonio Vico? ¿Y cuál la ésta puede ser su posde Emilio Mario? ¿Y cuál la de Ricardo trera función? ConCalvo, el hermano de Rafael? No sabemos viene! repetir lo que cuál es nuestra última obra, sea obra de frecuentemente olviteatro, sea novela, sea poema, gea cuadro, damos. Y cuando torsea estatua; nos ijoneraog. al trabajo e igno- ne la vista atrás Juramos el gran misterio. No lo sabe Julián lián Romea, ¿vera toRomea, en estos momentos en que espera al do lo vivido como una realidad, realidad traspunte, y no lo sabían en momentos aná- gible o como una tanficlogos ni Valero, ni Vico, ni Mario, ni Ri- ción? En este vida t cardo Calvo. Romea parece postrado; pos- -decía Calderón- -totrado por el dolor y por el cansancio. El do es verdad y todo traspunte acaba de aparecer en la puerta y mentira. ¿Es verdad dice ligeramente, inclinándose un poco ha- o mentira la realidad cia adentro: Don Julián... Entonces, como del actor? ¿Lo es la si se operara un milagro, Romea sale de su del poeta? ¿Lo es la ensimismamiento; es ya otro hombre; en su del estatuario y la del faz no queda rastro de tristeza. Coge su ga- pintor? ¿Y no serán, bán, se pone su sombrero de copa y comien- las dos cosas a la vez za a caminar lentamente; en la puerta del o, por lo menos, al- f salón, el salón que representa la escena, estérnativamente? pera un instante á entrar cuando el papel lo En la lejanía, una indique. Y de pronto traspone el umbral y lejanía del tiempo, no la del espíritu, aparecen los actores que hemos visto en la escena. No alcanzamos a José Valero; hemos admirado cómo trabajaban Ricardo Calvo, Emilio Mario, Antfonio Vico. No hemos conocido tampoco a Julián Romea; pero acaso tenemos, por efluvio misterioso, más conocimiento de estos dos actores que no hemos conocido que de los que hemos visto en la escena. Romea representa Entre bobos anda ti juego, Elhombre de mmido, Gusm n el Bueno; José Valero, El- alcalde de Zalamea; Mario, El amigo Fritsj Ricardo CalyOj el Pon Alvaro y La de San Quintín; Vico, Ó locura o smtir dad. ¿Y que actitud será la nuestra ante todos estos actores? Romea tiene una naturalidad que simula de misma vida; Valero és terible en su cóleras teatrales y en susin- Jullán Romea V dignaciones privadas; Vico suspende con sus arrebatos s ú b i t o s Mario es meticuloso; Ricardo Calvo, t a n ágilj tan fino, trágico y cómico, nos deleita con! sus tránsitos inesperados del contento a 9 a aflicción. ¿Será así la vida? ¿Será la vida como la de estos actores y de los demás actores? La realidad se confunde c o n la ficción; no a c e r t a mos a decidir nosValero otros, artistas, cuán do e s t a m o s en lo real y cuándo en lo ficticio. Ni sabemos sí una cosa es mejor que otra. Cuando Julián Romea vuelve a su cuarto, se sienta como fatigado de un gran esfuerzo. Moliere saltó a Representar, ya en doliente, El enfer- m ¿imaginario; no pudo terminar la repre- sensación; abandonó la escena para no vol. ver ya más a ella. Su cansancio, su tristeza débia de ser la tristeza ¿el cansancio que ahora tiene Julián Romea, En el tercer acto de El hombre de mundo, al final, viendo Don Juanj Julián Romea, que ha llegado un poco pronto para seducir a la mu er de su amigo, antiguo compañero en seducciones, pronto, puesto que el casamiento ei reciente, dice, refiriéndose a la mujer: No es extraño ha sido dé las más repetidas en aquellos tiempos. Romea estrecha, las manos de los jóven e s esposos y sale de escena. ¿Volverá a ella? r V o l v e r á Jase Valero? ¿Volve Antonio Vico? ¿Volverá E m i l i o Mario? ¿Volverá HHF Ricardo Calvo, tan mmHam IJeno de v i d a de TM TM T I perfil fino como en i nal medalla de Do n a t e l l o? ¿Sabemos acaso cuándo es nuestra ú 11 i m a función? ¿Discernimos lo real de lo ficticio? Segismundo, el de La, vida es sueño, domina Ja escena universal. Oscilamos cuantos vi- vimos el arte en lo indiscernible. ¿Y por qué se ños ha de quitar esta ilusión, que es nuestra suprema ilusión, nuestra suprema esperanza, nuestro supremo consuelo? Antonio Vico AZORIN

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