ABC MADRID 09-10-1945 página 9

I NVOCACION SÓFROSINA ti, Sofrosina, virginal eeteiequia, sabia, casta. y prudente como. tus glorio sas hermanas, de la 4 vin Hélade. las semidiosas del Pindó y de Hílicona, la be las compañeras del trío, de Karites, la raliante Aglaia y la alegre Eufrosina, y Thalia, símbolo de la fecundidad, del eterno forecer y retoñar. A ti. Soírosina, emblema de a serenidad, la moderación y. la equidad. A ¿i, a quien el pueblo griego, maestro de civilizaciones, el niás culto y refinado del mundo, antiguo, consagró una eitar. ua en- la meirópiíli del Ática, como, prueba tangible y generosa de su psique poblé y de su arc iente amor al Bien y a la Justicia. A ti invoco en estas trágicas horas de la Humanidad. Cuando la meite no pu. de concebir ya más itorroi ej ni lo- ojos contemplados; cuardo A ti 7 ados de espanto y ahiiu de horai tanta angre vertida e- anímente no pueden ja pro ongar sus isócronos latidos, del fondo de u a masa amorfa de millones, y m llones de seres surge una voz, teme al puncoio. peterte como la del Smaí, devpués. Y eita voz clama ¡Basta! Fs la voz de Vngilio en el postrei verío de su tercera églog- i Clandíte tai nvos. Sit prata biberv. nl Si, lo1 prados e regaron b unte Ya es hora de cerrar las compuertas Y ya es ho a, Sofro ina, de que soples, 1 espíritu de Modera cien -obre un mundo enloquecido Eso es lo que- esperamos de ti eso millonea de fieles tuyos, que no pueder vnir bajo el imperio dei Terror y de la Injusticia De- ci nde del pedestal- -aunque sea- de Fidias- sube a una rocada nube, como tti amiga Iris mensajera de los dio e- v recorte los campos y ciudades de esta vieja Euiopa sleui 3 da Penetra con ipaso igual- -aequo pulsdt fed en la choza del misero labuego y en ej Megarón de lo? Grandes, cu la salas de conferencias y t n los Consejo de Guerra Ba) f formas impalpables, vapor, visión, ectoplasnia, rñitra te por ias vidrieras policroma 1; o 1 píi la- -nefldijas d las puertas, llega a lo- estrados ddñde varones cubierU de afmiño y cotrstelados de oro deciden sobre la vida y la muerte de centenares de prójimos, a quienes, según í ley de Dios, debían amar como a sí mismos. La vida humana tiene hoy un valor infinitesimal, pero todavía vale más rius el rasgueo de unas rúbricas en unos folios. Y las almas- que alienta en esos cuerpos, que son destellos de la divinidad, pueden s- er heroicas, sublimes o santas. ¿Cómo disponer de ellas con, ese desenfreno? Y antes de desvanecerte, murmura a. su oído una palabra: Epinucya. Una palabra bien conocida en Grecia, pero, tan desusada entré Jiosotro; que bien pocos serán los que la entiendan, pecos los que sabrán que. es la interpretación benigna áp la ley aundentrp del aforismo Dura lex, secf Ux. a i Í: M. irELGARFJO (Dibujo de C.