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ABC MADRID 22-03-1945 página 5
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ABC MADRID 22-03-1945 página 5

  • EdiciónABC, MADRID
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ESDE el tan discutido y esperado Día D -m á s concretamente: desde el 6, de junio de 1944- los aliados occidentales han hecho más de un millón de prisioneros Siempre debemos recordar la cifra si queremos enjuiciar sin apasionamiento la situación militar y los sorprendentes avances relámpago en el Este. Si el desembarco en las playas normandas hubiera sido inimaginable sin la resistencia y la reacción de los rusos, sobre todo desde el trágico y espeluznante episodio de Stalingrado, justo es añadir que, sin la cooperación activa de los anglosajones, no se hubiera efectuado la marcha de los soldados de Stalin desde el Bajo Volga hasta más allá del Oder. Y no sólo nos referimos al envío de niaterial bélico, en cantidades realmente prodigiosas, ni a los terribles bombardeos que tanto han debilitado la producción alemana (desde hace cuatro días, bombas de once mil kilos caen sobre el Reich) sino al propio esfuerzo militar, desde el desembarco hasta la creación de la cabeza de puente en la orilla oriental del Rhin. Las dos operaciones se han efectuado de un modo enteramente diferente del esperado o temido. La llegada de los alia dos a las playas de. Calvados no fue precedida por horribles batallas aeronavales; tío se ahogaron miles y miles de inglesíes y yanquis. Todo se desarrolló de un tt) odo casi apacible, como si- 1 a muralla Jel Atlántico hubiese sido un mito, y pmo si los alemanes hubiesen pensado haber tendido una trampa a sus enemigos. En la vida particular, como en la pública, ocurre a menudo que los acontecimientos de los cuales mayor sensación f emoción se espera se realizan luego del thodo más sencillo, más gris, rhenos vistoso. Al enterarse el público de que la Hora H se efectuó sin nada catastrófico para los asaltantes, quedó como defraudado, y sólo recobró interés hacia la nuev. i situación, después de la ruptura del fren D te alemán en el cuadrilátero de Coutances y en Avratiches, cotí la irrupción en Bretaña y la ¿abalgata de las divisiones motorizadas de Patton hacia París y Orleáits. Tampoco el cruce del Rhin ha exi gido grandes sacrificios; un plazo de diez minutos ha bastado para transformar la tragedia en comedia. Ahora el espectador ve ya más lejos y espera el plato fuerte del armisticio. La guerra nos ha acostumbrado a acontecimientos tan horribles, que nada ríos parece ya suficientemente sensacional, y cada vez exigimos una dosis de sensación más fuerte. ¿Qué pasará, el día en que Alemania tenga que solicitar el cese de hostilidades? ¿Se someterá al lema de la, rendicjón sin condiciones o preferirá la solución numantina? ¿Qué música, acompañará esta vez el Ocaso de los dioses? ¿Y si no hubiese ní armisticio ni tampoco nada apocalíptico? Hay quienes predicen que la guerra terminará de un modo raro, sin firma de ningún documento, oficial, por el solo peso de las circunstancias. Los aliados no tratarán con Hitler ni ningún prohombre del régimen, pero fuera del nacionalsocialismo lio hay partidos en Alemania que pudieran hablar con suficiente autoridad. En Italia había Detalles gráficos del desembarco angjo- amerlcano en las costas de Normandia. (Fotos Pando, recibidas por radio el Monarca y el Ejército, casi indemne de la infiltración fascista, mientras que en Alemania, Adolfo Hitler es el jefe del Estado, el presidente del Consejo, el Führer del partido; además, desde el 20 de julio, el Ejército es nacionalsocialista, incluso en el modo de saludar. Los aliados victoriosos pudieron negociar con el Soberano y el mariscal Badoglio, mientras que con el Reich no les sena posible hacer algo parecido. En Rumania y Bulgaria existían los viejos partidos, aunque sólo fuera de ün modo más p menos tolerado. Finlandia seguía viviendo en régimen democrático. Con cualquier país se puede entrar en contacto para conversar menos con Alemania. Y como esta guerra no se parece a ninguna otra, su final también podría ser diferente: un final de hecho, sin que fuera registrado, sin que se llegara á un acuerdo con un Gobierno. Modestas autoridades locales administrarían las ciudades y aldeas, bajo el control de los Ejércitos de ocupación. Ningún encuentro rígido, ni caballeroso, ni pintoresco, ni sensacional, ningún nuevo Compiéghé será necesario para que la guerra haya terminado. El invasor hará constar simplemente cualquier día que ha cesado toda resistencia organizada y que en adelante sólo se conocerá la guerra de gue- rrillas. En este sentido, Hitler, Goebbels y otros prohombres nazis estarán en lo cierto al afirmar y subrayar que nunca se repetirá la capitulación de noviembre de 1918. En esta guerra se han perdido las reglas clásicas, lo mismo en lo que se refiere a la estrategia que a la política y la diplopiac a. ANDRÉS REVÉSZ

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