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ABC MADRID 05-11-1944 página 3
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ABC MADRID 05-11-1944 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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DIARIO ILUSTRADO DE INFORMACIÓN GENERAL. 2 5 CÉNTIMOS tf EL P U D D R DE LAURENCIA DIARIO ILUSTRA. DO DE INFORMACIÓN GENERAL. 2 5 CÉNTIMOS tf ROSAS DE BULGARIA LA SILUETA, EL VOLU- la colina en cuyo repecho se MJEN Y EL AIRE asentaba la casa, se veía el. valle de L artista lo es, más que porque sepa! USANTE muchas tardes y noches, los Sofía. con la ciudad dorada y verde copiar bien, por el acierto con que madrileños vienen oyendo sobre las- -piedras viejas y parques ecténsos- r? tentablas venerables- del teatro Español dida en la llanura; más lejos, la montaña sepa interpretar. La Naturaleza y la los gritos felinos y el vocabulario. tajante vieja ponía un fondo de plata al paisaje, y vida, las personas y las cosas no. son como con que la Laurencia del- maravilloso Buen le prestaba el encanto de una estampa inge- v las vemos. Sin embargo, en la obra artístiteovejiina, úe Lope, defiende su pudor. El puca han. de aparecer como se- dejan ver o igual a aquellas dc r de Laurencia, como el de la Isabel del nua, de nuestros años que. hicieron las deli- estudian Las formas se ofrecen a nuestros cias mejores. Toda la co Alcalde, como. el de la Casilda de Péribáñes, lina estaba cuajada de rosas en otoño, y los ojos en perspectivas desconcertantes y, ade s un pudor viril, y fuerte: está en el temple del alma, no. -en el convencional comedimien- pétaíós tenían, una gracia- ampulosa y una más, insertas en. el ambiente que más o. mesuavidad dé seda, corrió corpiñp sobre un nos modifica la sustancia y la transe de poeto del 2 enguaje. Laurencia es toda castidad sía, de misterio, de serenidad, de dulzura de pensamiento y verdor de expresión. Le busto, como rostro de niño, Apenas hace un año, y era también otoño de sugestión y de inexplicable encanto. EÍ grita a su padre que á él le corresponde su 1 guarda, mo al marido, en tanto que de las como ahora. La: guerra estaba todavía, lejos artista no. puede desdeñar nada de. eso afe- rrándose a los límites exactos dé lo que obde Sofía y en el aire tibio. no se mecían ecos f bodas- -no- haya llegado la noche s Yo, escuchando el- desgarrado lenguaje de de tormenta; de la ciudad, no subía, rumor serva, -á. la existencia materriátiea de. la; esta pudorosa primaveral, recordaba una és- ninguno, y unos cipreses altos fingían líneas materia: tatú i lia del Pudor, en alabastro, que vi en de tubos en un órgano gigante donde canr El artista sabe, o debe saber; que el ai re una saíita isabeliná. Era una muchachita que taba la brisa del atardecer una suave tonada ronda y roba esplendor y. calidad, al perfil de bajaba los ojos y cruzaba las panos. Se veía pastoril. Podíamos apart ¿r- los pensamientos las, cosas y que Ja s- cosas adquieren ento. hces que aquella muchachita no sería capaz de de- y alejarlos de las cuestiones ingratas, y, con un exacto volumen: inefable y una calidad cir las cosas tremertdas que Laurencia dice. nuestro Virgilio bajo el brazo, recorrer las precisa, paradoi tca si. atendemos ál desva. Incluso se ufanaría, de ignorarlas y, acaso se sendas festoneadas de flores y abrirlo, des- necitniento de la- silueta. a- ferrase a una interpretación postal -el en- pués, olvidando las inquietudes de la Enei- Lq límites rotundos, matemátioos, no sori vío de París- -del misterio de la natalidad. da, para gastar, como granos de la ffuta. realess a nuestros ojq á, no son humanos. Esav Es posible, incluso, que su madre no la per- que 1 el otoño ha ce dé oro; verso a verso, imprecisión de los confines! c ¡ue no se sabe mitiese asistir a una representación de Fuen- las serenas páginas de las geórgicas: si. es consecuencia de niebla o de luz, per 6 teove una, por no pír tales cosas. Yo he- coque es, razón y alma del ambiente, define y; nocido, por lo menos, a quien hacía salir a no, njiren tus vid s a Occidente fija sin recortar. En Ja Naturaleza, el ensus hijas del teatro en el tercer acto del Al- ni se íong n entre ellas, avellanos; canto vital de la, silueta radica en que no ss calde, porque no oyeran la relación donde Más. Virgilio no adivinó el milagro de es- sabe dónde termina la materia y dónde emIsabel, con. desgarro parecido al de Laurencia, cuenta la batalla, de su pudor en él bos- tas- rosas de otoño, y nosotros- cerrábamos pieza el aire, contorno o fondo. Por eso que. Pero falta saber si aquella muchachita el libro y la frase para tender la. mano, en realizará, siempre mejor el pintor que el fode alabastro, y sus hijas y nietas, tanto, más un esbozo de caricia, hacia el terciopelo de tógrafo; Por eso el buen arte es el que huye comedidas que las Laurencias e Isabeles en los enormes pétalos blancos y rojos, y. son- de- la rotundidad de la línea, de la simplicidad las palabras, fueron también... más comedi- rosados y amarillos. Eramos más dichosos del color, de la minucia v del detallé ex- das que ellas n la defensa su pudor frente que el poeíta latino porque, a pesar de todos cesivo. Así como lo? seres tienen un alma que el a. los Fernán. Gómez. y los. capitanes. Atáides los jque cantaron la rosa de Pestum, el Laclo no. floreció: nunca en este poema, ma- arte puede, captar, las cosas, desde e punto de la época. ravilla de color y d -gracia. oe vista artístico también tienen una sugesi Ya dije, en otro artícu- lo, que los conten- Nos parecía, en aquel instante, que no po tión propia, capacidad de emocionarnos, no dientes se manchan siempre, de la misma, arena común del estadio en que luchan. Es de- drían, cruzar nunca los jinetes apocalípticos por sus dimensiones, sino por su. fuerza ex- cir, quejas doctrinas que pelean, en acción sobre un fondo de plata, pis. oteando un cam- presida, por su manera ¿e impresionarnos al y reacción, se tifien un poco del mismo- co- po de rosas; y, a nuestros pies, la ciudad cá- través de nuestros, ojos o nuestras manos. 1 íor- de la época. Es así como la Contrarre- liaba en sueños despiertos, envuelta en su. Tal- magia de. la plástica debe ser observada forma (entendida, naturalmente, como fenó- peplo de jardines. Mas ahora, aunque la gue- atentamente por el artista a fin de que éste meno cultural, no como hecho ¿eligipso) no. rra no hubiera destruido sus edificio sería pueda Valorar con, exactitud no sólo las cadeja dé estar, á veces, impregnada de un una ciudad de ruinas y dé sombras, con sue- lidades dé la materia, mas también las de- la aire naturista, barroco, de retorno a la vo- ños de morir, y no mas dichosa que otra por atmósfera del modelo; esto es, usar, dishaber conservado sus piedras. cretamente del artificio necesario para lograr tetad con mengua del entendimiento, pare jo al de la Reforma, Puritanos y jansenistas Habrá conservado sus piedras. ¿Mas, flo- los. efectos espirituales en quienes han de tienen aire de familia. Y. de estos últimos recerán, jgualrhente, en este otoño, las rosas gozarla obra de arte. procede, un poco, ese concepto antiintélec- de la colina? Na creemos- que canten hoy las: Si las cosas no son como las vemos, ¿por tual del pudor que cifra éste, preferentemen- brisas en el órgano gigante de los cipreses, ni qué triunfan en la crítica y en el público te, en no saber y no decir No: el pu- qu e se estreniezcan os pétalos, de terciopelo. las obras de los miniaturistas? podría. ar; -dpr no está tanto en los recortes, de la inte- bajo el soplo tibio; sino que habrá un- silen- güir alguno, tratando de desvirtuar nuestro ligencia. como en las firmezas de la volun- cio temeroso entre las almas y 1l as roías, sobre concep to de la línea, del. volumen y del amtad. La sinonimia de pudor e ignorancia es el que i- esonaráel pa so grave y acompasado biente. Pero entonces, cabría- una respuesta uii fruto, romántico, puritano, naturista. No de- las botas invasoras. Y los; cuatro negros atinada: Los artistas que se complacen en era ése el pudor excelso de- María, que, al jinetes que- describe- el Apóstol evangelista superar la realidad con sus velos de ensue- anunció del Ángel, contestaba aquellas pa- habrán desgarrado el fondo azul y plata de ño 1 no son infieles a nuestra teoria de la- in; labras de cristal: ¿Cómo puede ser eso si la estampa. terpretación. Lo que hacen es empezar poí yo no he conocido varón? Ni fue ésa la De todas nuestras visiones- del cercano elegir (un ambiente d iáfano e, n que -briilen, preocupación de la Iglesia, que puso, desde Oriente, es ésta la más imborrable por más como superando la realidad media, calidades niños, en labios de sus catecúmenos; sus be- grata y más inesperada. pero no sabemos excepcionales. Y, así, lo- s seres y, los; aditasi sería justo estarle agradecido a quien nos mentos pueden er interpretados hasta en sus Has y claras oraciones sin remilgos. s S ¡yo hubiera de colocar en mi jaráín la la ofreció o fuera mejor no gozar entonces pormenores. En los cuadros de Labrada las aquella delicia para no sentir ahora, al cábó. estatua del Pudor, antes que la acaramelada vacío, muchachita inerte de- alabastro, colocaría la de, un año, esta nostalgia amarga. En nuestro i perlas no están en el layado sino eri uh aire como por una lluyia figura desmelenada, y brava de. esta Lauren- equipaje vinieron algunas gotas de, aquella limpio, pura, y recién las cabezas de las- bellas imcia de Lope, gritando, como en el Español esencia, y. hoy nos; pareceá ¡lágrimas olorosas; fina y estos días, su buen castellano rotundo, con nos imaginamos q ue nos trajimos. las almas ponderables. están enmarcadas en un arnbie, n tanta, fuerza como defendía su. castidad he- de las rosas. que se abrían en la. colina, y que te de maravilla ¡que semeja irreal, pero que, ya no. -volverán a. florecer en este otoño los en rigor de justicia, merece ser calificado de rcica. ideal a lo. sumo. a rosales. J o s l M -P E M A N v W TOMÁS De la Real Academia Española. JMANÜEI. ERADOS Y LÓPEZ ESDE D E

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