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ABC MADRID 26-09-1944 página 3
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ABC MADRID 26-09-1944 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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DIARIO ILUSTRA DO DE INFORMACIÓN GENERAL. 25 CÉNTIMOS) B g M E T O D OLOGJA O le diré a SincEea: Cantón lo que tm humorista francés, Alfonso Aliáis, escribió, para excusar sai tardanza en contestar u. na carta: He tardado tanto en contestar, porque al recibir su carta me encontraba en el fondo de mi jardín. Sánchez Cantón tardó, involuntariamente, en responder a mi requerimiento. He tardado yo, también involuntariamente, en contestar a su carta: la agradezco muy mucho. He tenido que explanar antes la doctrina de la refracción en los Museos; o sea, el uso del espejito en el Museo del Prado. Aclarado ya este asunto, existe otro marginal, que automáticamente pasa a ser céntrico: el que atañe al sombrero en los Muscos. Manifesté yo que era incómodo el ir descubierto en el Museo del Prado; dos horas con el sombrera en la mano, es mucho tiempo. Aparte de que en la mano se suele llevar también el catálogo, y algunas veces un cuadernito y un lápiz con objeto de tomar notas. Y ramos a la objeción que tuvo la bondad de hacerme el subdirector del Museo. Sánchez Cantón no dio razones de porqué se debe ir descubierto en el Museo del Prado; manifestó que no hay nada legislado sobre la materia; se puede circular cora som- brero puesto, si se quiere; en el Museo; pero la costumbre ha hecho que se vaya descubierto. Y esa costumbre no sólo le parece bien a Sánchez Cantón- -sin decir por qué- sino que le ha parecido bien asimismo a extranjeros que han hablado con Sánchez Can ton, los cuales la querrían ver implantada en sus países. En este punto se inicia la di vergencia entre el subdirector del Museo y el insignificante escritor que suscribe. En primer lugar, esos extranjeros pudieron hacer el elogio de la tal costumbre al elogiar, hablando con el subdirector del- Museo, la perfecta ordenación del Prado: una cosa estrictamente! justa- -la dicha ordenación- pudiera arrastrar, por lisonja, la otra. Pero no es esto 3o esencial: no soy yo nadie; no tengo cargo alguno en el Museo, y también conmigo han hablado extranjeros de la cos. tumbre que discutimos. Lo que Sámchez Cantón hace es emplear el argumento llamado de autoridad Consiste ese argumento en alegar una opinión prestigiosa para neutralizar, destruir o aminorar la opinión contraria. En este caso de los extranjeros, existiendo extranjeros que han loado a Sánchez Cantón la costumbre, y existiendo extranjeros que me han manifestado a mí la comodidad de la práctica en el Louvre, al propio tiempo que deseaban que esa práctico se estableciera en el Prado, habríamos de ver si el número de extranjeros que han hablado con Sánchez Cantón es superior al número de los que han hablado conmigo. Dos argumentos de autoridad estarían en pugna. Pero el argumento de autoridad no se limita en este caso a la cantidad. Una puerta consta de dos jambas, un dintel y el umbral; se pueden citar textos de escritores que toman el dintel por umbral. Se argüirá que se trata de escritores mediocres. Pero si citáramos un gran escritor, verdadero hablista, ¿qué sucedería? Don Juan Valera, en su- Flotilegio de poesías castellanas del siglo xix, tomo V, página, 105, nos dice: En el dintel d? la historia literaria novísima de Francia aparece un ini- DIARIO ILUSTRA DO DE INFORMACIÓN GENERAL. tS CÉNTIMOS g J ciador, que en la poesía, pone enérgica savia. Si en esta ocasión, y según Valera, el visitante de que. se nos habla pisa el dintel y no el umbral, ¿es que la autoridad in discutible en el idioma de. D. Juan Valera tendrá fuerza para hacemos creer que. el dintel es umbral? Aparte de la cuestión del número, cabría también examinar si alguno de los extranjeros de Sánchez Cantón s de primera calidad, y si en el número de los míos liay también alguno meritísimo. De seguro que un visitante ilustre de los de Sánchez Cantón puede valer más que todos los míos; por el contrario, uno de los míos, siendo de marca, puede valer más que los de Sánchez Cantón. Y si predomina el de Sánchez Cantón, queda el recurso de examinar si estará acaso equivocado, como con toda su autoridad lo estaba, don Juan Valera en el asunto del umbral. Desde luego que entre los extranjeros que han hablado con Sánchez Cantón. 00 figurará el mariscal de Francia, Pétain, puesto que siendo embajador Pétain de su país n España, yo lo he visto una mañana, con dos acompañantes, recorrer el Museo, todos con el sombrero puesto. Sánchez Cantón se ha limitado a emplear el argumento de autoridad. Entrando a fondo en la cuestión, hubiera tenido que decirnos, por ejemplo, por qué nos descubrimos en el Museo del Prado, ante las obras del hombre, y no nos descubrimos ante un amanecer, el espectáculo más espléndido que puedan contemplar ojos humanos, rememoración cotidiana de la Creación divina. Y al acabar, saludo respetuosamente al director del Museo, Alvarez de Sotomayor, y reitero mi admiración al. subdirector. Bajo la dirección de Alvarez de Sotomayor y de Sánchez Cantón, el. Museo ha logrado un esplendor que nunca había conseguido en tanto grado. (Hay razones poderosas para cubrirse en el Museo del Louvre, para no cubrirse en el Museo del Prado y para no descubrirse ante cualquier espectáculo de la Naturaleza. Pero este es otro capítulo. esoolaT- vibra y retiembla a la lectura como una herida en carne viva ante el vendaje. Las poesías de esta muchacha- -Chona Madera, que nació y reside en Las Palmas y no ha puesto a la venta el libro para distribuir la edición, numerada y firmada- -son poesías sin escenario, ni ambiente, ni mundo visible; todas del mundo invisible. Sentimientos que sugieren ideas. Ideas que mueven sentimientos. De ahí su brevedadi de sentencias, su densidad de máximas: ¡Ay, qu la vida ea morir sin. él morirse da verasl O bien, ya muerta y enterrada, acaso piense: Es lo mejor que han hecho. ¿Y qué sabía nadie quieta era yo? -Las mismas nubes para iguales vientos... O bien los sueños convertidos en soledades: Y yo, en medio de ellas, como el muerto entre los cirios El terrible inventario 1 Las manos! Las manos de muchacha en flor, lujosas e inútiles as manos que nunca, taparo un; hijo ni lavaron nunca sus carnea rosadas... La tremenda canción de cuna sin cuna, d muchacha en flor que, ante su fracaso de madre, se aniña y ahonda en su fracaso de, hija: MI aadr en mí queda como obra, truncada, i Qué pena por ella! To hubiera, qu rido prolongar su savia. Tras la ternura filial, la ternura cokgial sonámbula del primer amor: La. tarde mfc hizo soñar con loa lazos da mi J lq, los dedos Henos de tinta y las horas de recreo. Soñé con colegia. 1, I yo salla, del colegio... Recordé que ful su novia, aunque no dijo Te quiero De repente, la colegiala se trueca en Sibila: Nadie aabe por qué lloran los poeta ¡Nadie eabel Nadie sabe, pero ella sí. Lo siente, lo presiente, lo descifra en los enigmas del oráculo su corazón: El llanto n los d m t Justiíícanlo sus duelos. Ellos, porqu vuela 1 a. v porque ayer lué el mar do eda, porqu sonó dulce 1 clave... O porqu unos ojos bello miraban flio 1 mirar... Los poetas no lloran por su dolor, sino por el dolor de los demás. Y ella, muchacha en flor, levanta su Porciúncula de mujer en estas cordiales fioretti del jardín de Clara: Mía es siempre la pena de todo el que padece: -del que sortea en derrotas las mares encrespadas, lel que trajo en herencia una triste locura, -del que sin culpa alguna lleva muchas lloradas. Sobre todo, monta guardia de honor para el dolor de los vencidos, de los olvidaos, de los enfermos, de los tristes del que se. creé solo por ignorar que. soy la dulcísima, hermana que comparte su süerfe... Las muchachas en flor son las Gracias y las Victorias del mundo moderno. Pero también, alguna vez, son 9 las Samaritanas simbólicas, cuya ánfora da de beber sin tasa, mientras ellas mueren de sed... CRISTÓBAL DE. CASTRQ N AZpRIN MUCHACHAS Eli LA S A M A Rl T A N A SEDIENTA L AS muchachas en flor son las Gracias y las Victorias del mundo moderno. Su paso marca el hechizar de las sonrisas y el tremolar de las banderas; los árboles vestidos y los firmamentos estrellados; las cánticos de romería y las serenatas de amor. Por ellas, el hombre se afina y la vida se refina. Sin ellas, el mundo tornaría al caos. Ellas cifran las alegrías de la tierra y las bendiciones de los cielos. Esta muchacha en flor que, en el proemio de su libro, cuelga su juventud como un ex voto, simboliza aquel perfil griego que, a la entrada del sepulcro, apaga con el pie una antorcha. La Musa nuf va, coronada, no de laurel, sino de acanto. La Gloria joven, enlutada, como una Novia viuda. El librito, de treinta páginas- -a modo de un programa

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