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ABC MADRID 02-05-1944 página 25
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ABC MADRID 02-05-1944 página 25

  • EdiciónABC, MADRID
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B O. M A R T E S 2 MJ M A X O DE 1944. EDICIÓN DE IÍA MACANA. PAG. 25. POR EL PAPA Y POR LA PAZ MADRID, EN UNA IMPONENTE MANIFESTACIÓN DE FE SIN PRECEDENTES, EN LA QUE PARTICIPARON MAS DE DOSCIENTAS MIL ALMAS, CELEBRO EL DOMINGO LA PROCESIÓN DE ROGATIVA Y PENITENCIA Al grito enfervorizado de Perdón, ¡oh Dios mío! y de otras jaculatorias y rezos, la muchedumbre: de penitentes ofreció en la capital de España el más impresionante de los desfiles. Admirable organización. La procesión, en marcha. Asistieron bajo mazas y en corporación la Diputación Provincial y el Ayuntamiento de Madrid. La bendición con el Santísimo. desde las escalinatas de la iglesia de San Jerónimo el Real. Improvisadamente se ordenan las multitudes en la gran plaza de Cánovas, y el obispo auxiliar de Madrid da una segunda bendición con el Santísimo, desde el palacio del conde de Casal, en medio de una emoción inenarrable No es posible sustraerse a la trascendencia del acto celebrado el domingo en Madrid, en rogativa pública por el Papa y por la paz del inundo. Las proporciones del magno plebiscito, que excedieron a todos los cálculos, y el encendido fervor de la, muchedumbre, sostenido a lo largo del recorrido, dieron al imponente e impresionante desfile del domingo caracteres de acontecimiento. Dos anhelos, de honda raigambre en la conciencia española, dieron vida, realidad y calor de humanidad a la conmovedora procesión de rogativa y de penitencia: la tradicional y filial sumisión española al Pontificado- -disciplina férrea y amorosa a la par, que matiza nuestra historia y es nervio y esencia de nuestro genio nativo- -y el amor a la paz en el que convergen todos los afanes y ante el qiie se esfuman todas las diferencias. Trascendencia, pues, la del grandioso acto del domingo, por lo que tuvo de manifestación elocuente de fe; pero rascendencia, también, ante el mundo, por cuanto acusa la presen- cía colectiva del espíritu español, puesto en pie, en demanda y súplica de paz. He aquí, en esta ocasión memorable, cómo en tantas otras, de nuestra inda nacional, cómo la fe y la política, en la alta acepción de este vocablo, se atinan y hermanan, en claras y limpias directrices, señalando los rumbos a seguir a la vieja nación- que tantos y tan heroicos sacrificios supo hacer siempre por la Cruz y la civilización, que es la paz. Era curioso ver en las grupos personas de todas las clases sociales. Allí no. había más que penitentes. Infantes de Esparía, ex ministros, laureados generales, académicos, hombres de ciencia, junto a estudiantes, soldados y personas de humildísima condición social y todos cantando o rezando. Muchos, muchísimos penitentes, llevaban entre sus dedos el santo rosario. La imagen del Cristo es conocida por el nombre del Santísimo Cristo de los Agoniza. ntes y se venera en el oratorio de Caballero de Gracia. Data del siglo x v m en madera policromada, creación de Juan Sánchez Barba. Procedía del convento dé Agonizantes de la calle de Fuencarral y después estuvo mucho tiempo en la iglesia de San Luis, destruida por la funesta República. En agosto del 36 fue profanada por las hordas y en junio del 39 fue recuperada y restaurada. El paso por la Puerta del Sol La Puerta del Sol ofrecía un soberbio as pecto. El gentío inmenso prorrumpió en cánticos al Señor, y el Perdón, ¡oh, Dios mío! en la enorme caja de resonancia da la gran plaza madrileña, alcanzó sus mayores ecos, hendiendo los aires. Fue uno. de los momentos más impresionantes de esta memorable procesión. En la Carrera fie San Jerónimo Ya declina la tarde cuando los penitentes alcanzan la Carrera de San, Jerónimo. Viene el cortejo de las anchuras de la Puerta del Sol y al estrecharse en el embudo de la Carrera, no hay ni el más mínimo des orden. Nota admirable de este imponente desfile es el orden. Todos los ánimos están prendidos en la súplica penitente y cada molestia trae un mayor fervor y un ahincamiento en la piadosa imploración. Vuelve el cortejo a la amplitud de su desfile en la plaza de las Cortes, y es aquí, en este lugar madrileño, uno de los más europeos de la vieja Villa, donde la. procesión adquiere su mayor grandeza. La gran plaza de Cánovas es un hervidero humano. Las banderas se pliegan, con sus mástiles erguidos, en derredor de la monumental fuente de Neptuno y, a lo largo y ancho de sus amplias calzadas, la muchedumbre de penitentes se agrupa y se apiña, sin cesar en sus plegarias. Ya no se puede llegar a la Real iglesia de San Jerónimo. La primera bendición A. las diez de la noche sale de la Real iglesia de San Jerónimo el Santísimo, bajo palio, y el señor obispo da la bendición a los penitentes desde las suntuosas escalinatas; pero ya se comprende que la muchedumbre apostada en la plaza de Cánovas no la alcanza, y la inteligente y certera ordenación, que ha presidido esta magnífica demostración de fe dispone trasladarse a la plaza de Cánovas. Segunda bendición en la plaza de Cánovas El Santísimo atraviesa la plaza de Cánovas, bajo palio. La muchedumbre cae de hinojos, y el Himno Eucarístico es cantado por millares y millares de gargantas. El momento es de una emoción inenarrable. En el palacio del conde Casal, que luce riquísimos reposteros, y desde sus balcones iluminados, el obispo auxiliar da la bendición a los hombres. La amplia plaza arde de emoción. Eran las diez y media de la noche, La procesión en marcha Desfilan, primero, las mujeres Conforme se había dispuesto, comenzó el desfile por las mujeres. Abrían marcha las niñas, tras ellas, las jóvenes, y por último, las mujeres, precediendo a la imagen de Nuestra Señora de la Almudena, Patrona de Madrid. Las calles del itinerario estaban atestadas de gentes, contenidas a duras penas en en aceras y calzadas. No se trataba de curiosos- -como, en otras ocasiones, en las que el espectáculo y Ja fiesta atraen por WvistdsidáÜ- sino de penitentes también, que por condiciones especiales no podían hacer el penoso recorrido. Así era de ver cómo 1 desde las filas partían los cánticos y las jaculatorias, y se oían a millares de fieles rezando el santo rosario. Los organizadores de este acto tuvieron el buen acierto de restarle toda apariencia espectacular. Se trataba de una procesión de penitencia, que exigía la mayor severidad. A as nueve menos cuarto comenzó el des El acto del domingo, histórico ya, quedafile de los hombres rá en Tos anales de nuestras públicas decisio- Este detalle da idea de las proporciones sion. es como ejemplo- de una vól- wntad firme enormes del desfile del domingo. Los home inquebrantable, al servicio de Dios y de bres, que ocupaban las calles ya indicadas y ios hombres. que llenaban la antigua de Capellanes, llamada hoy del Maestro Victoria, hasta desbordarAntes de la procesión se a la de Preciados y Rompelanzas, coLa afluencia; de penitentes Desde las cinco de la tarde del domingo menzaron a desfilar a lasTiueve menos cuarcomenzó la afluencia de p e n i t e n t e s a to. Primero, los niñas, después, los jóvenes, y las pjazas de las Descalzas Reales y de San por último, los hombres, y entre éstos, ya al Martín, lugares señalados para la organiza- final, la imagen de Cristo Crucificado, que ción de- la procesión de rogativa. Los tranvías salió de la iglesia de las Descalzas Reales. y cuantos medios de transporte había, dis- Delante del Cristo, en su cochecito, iba un ponibles, llegaban a la Puerta del Sol: atesta- heroico teniente coronel mutilado del glodos de viajeros, y bien pronto- -una hora an- rioso Ejército español, saludado por la multes de la indicada- -ya no se podía dar un paso titud con respeto y admiración. por las inmediaciones de los lugares; citados, i Tras él Cristo van, con sus maceros, la El buen tiempo contribuyó, sin duda, al ma- Diputación Provincial, que preside el seyor esplendor del acto. Una temperatura pri- J ñor Muñoz Calero, y el Ayuntamiento, premaveral y un cielo espléndido dieron a la jor- ¡sidido por el Sr. Alcocer. Cierran el cortenada una rñayor belleza. j jo el séñor obispo y la presidencia, en 3 a Todas las calles que afluyen a la plaza de) que figuran el gobernador militar, general las Descalzas- -Trujillo, Veneras, Conchas, Sáenz de Buruága; el general Castejón, el Postigo de San Aíartín- -fueron las designadas conde de Trigona y los señores Vizcarra y para las mujeres, y las de San Martín, Maes- Martín Artejo, del Consejo Directivo de la tro Victoria, plaza de Celenque y Preciados, Acción Católica. para los hombres. A las seis y media comenzeron los trabajos de organización, siguiendo las acertadas instrucciones que se habían hecho públicas. No obstante la extraordinaria afluencia de ¡penitentes, fue relativamente fácil organizar las filas. De tal modo, que a la hora convenida- -siete de la tarde. -estaba todo- ultimadoj

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