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ABC MADRID 18-02-1944 página 3
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ABC MADRID 18-02-1944 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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DIARIO ILUSTRADO DE INFORMACIÓN GENERAL. 25 CÉNTIMOS Hf g LA DELICIA DE LAS SEIS MENOS CUARTO que es porque aún no ha llovido bastante y hay menguas y sequías en los saltos, balsas y hontanares, donde, con no sé qué manipulación ciclópea, se engendra la electricidad. Ello es que el consumo eléctrico anda por Andalucía racionado. Las fábricas han decidido cortar su chorro mágico en las horas que han creído menos perjudiciales: de doce a seis de la tarde. Pero se han ceñido y apretado con exceso en ese horario. La noche, inverniza de las ciuidades, es diligente y prematura. A las seis kun anda el sol por azoteas y tejadillos: pero ya está la oscuridad en las calles y las casas. Antes, pues, de la hora fijada para la ¡vuelta del fluido, hay un cuarto de hora mágico en que se suspende la vida de la ciudad. E s como un dominguillo pasajero, como un iborrador de noche incrustado en. la tarde. E s la hora misteriosa en- que la ciudad toda, tnuda, quieta, espera mesiánicamente la luz. En las oficinas Se suspende el tecleo de jas máquinas de escribir, y la obscuridad se puebla de una constelación de puntitos lutninosos. Son los cigarros de las seis menos cuarto, de esa hora maravillosa, anárquica y, no recuperable, no inscrita en ninguna base de trabajo. La hora de los novios, de los rateros, de los murmuradores. La hora idel pecado venial: cuando el hortera vende Ja corbata rozada y el fumador entrega en tel estanco el billete dudoso, pegado con una itirita de papel de goma... Pero es también, inevitablemente, la hora filosófica y reflexiva. Hay muchos ciudadanos que, en medio del ajetreo y la prisa de hoy, ante su periódico invisible o su invisible pupitre, se han encontrado, por primera vez, durante unos minutos, con esas dos coisas insospechadas: la soledad y el silencio. Han tenido que esperar la luz. El primer día no tuvieron tiempo más que para la sorpresa, y el malhumor. El segundo, para la modorra... Acaso el tercero o cuarto, con un doloroso esfuerzo, lograron extraer de su cerebro enmohecido una idea general y relacionar aquel episodio mortificante con aquel lejano embalse o salto de agua escondido allá entre los quejigos de la serranía, en el que nunca pensaron. ¡De modo que no es todo acercarse a la pared y girar una llavecita... De modo que hay: también el embalse, y el estío, y la lluvia... y ¡Dios! Desde hace un siglo, desde que el progreso material y mecánico le tomó tanta delantera al progreso moral, el hombre urbano tiene una psicología facilitona, optimista y panglosiana Con sus cachitos de cielo aprisionado entre las azoteas, y su agua de grifo y su luz a la mano, creía que la civilización era algo fácil y gratuito que estaba siempre ahí Se reía de la ingenuidad del hombre de campo, y no sabía que su pruídente y sabio enlazar la lluvia con la cosecha, su equilibrado dosificar el azar, y el escuerzo- -porque nada se nos da llovido del xLelo y en todo tiene que poner el cielo su parte de lluvia- es mucho más profundo que no aquel vivir infantil del ciudadano entre una magia empírica de máquinas y. fafcilidades. Ahora, de pronto, la luz se ha restirado a fia de dejarle al hombre tinos mi- ¡ñutos para pensar en el manantial... Tambiéií las luces -aquellas luces filosófik ICEN DIARIO ILUSTRADO DE INFORMACIÓN GENERAL. 25 CÉNTIMOS g tf cas y optimistas del xvm- -se han eclipsado para que el hombre, escarmentado y dolorido, piense un poco en Dios. Hasta aquí había llegado en mi artículo cuando he tenido que suspenderlo. Son las seis menos cuarto de la tarde. No hay luz en mi mesa. Me quedo inmóvil, silencioso. La lotera del piso bajo, que tiene una hermosa voz de soprano, pero que desde que se casó, vendiendo suerte y contando dinero, no tenía tiempo de ejercitarla, rompe ahora a cantar, como todas las tardes, unas viejas canciones. Espera, como yo, la luz... Al fin la bombilla de mi lámpara se tiñe de un suave color anaranjado. Tiembla, parpadea... ¡la. luz ¡T o m o otra vez la, pluma. En el piso bajo enmudece la alondra de. este minúsculo y urbano amanecer que ahora se nos regala, como de propina, cada tarde. JOSÉ M. PEMAN EL PADRE VENTURA ARA saber a ciencia cierta cuándo falleció aquel Mr. Godin, presidente de la comisión francesa que con Juan y Ulloa fue al Perú a medir el grado de meridiano por 1735 y luego quedó en Cádiz de profesor de Matemáticas de los caballeros Guardias Marinas, di en frecuentar el archivo de la parroquia del Sagrario, vulgo Catedral Vieja, porque lo íué desde Alfonso X, hasta que, en 1838 se consagró la que de mármoles soñó el comercio gaditano y realizaron Acero y Cayón. Desde entonces, raro era el día que en mis paseos por los recovecos del Pópulo, saboreando las callejuelas que rodeaban al castillo como a la posada de los citados caballeros cadetes de la Armada, no recalase en aquella pulcra iglesia, tan distinta a las demás, que por su ondulante azotea más bien diríase la mezquita de la sultana Validé, juto al Cuerno de Oro, y cuyo campanario no reside en sü inútil torre mocha, atalaya de los más bellos horizontes, sino en la casa frontera, que es contaduría del cabildo. En ella se venera la verdadera imagen de la patrona de Cádiz, la Virgen del Rosarlo, de alabastro, que antes de sonreír entre los jaspes de la capilla de genoveses se ofrecía en una balconada con tejarez. dominando la plazuela de las Tablas, casi junto a la de la Rosa, en el arco de este nombre, también hoy en la Catedral Vieja; tiene esta antigua seo, de pugna famosa con la asidonense, una capilla, Ja de la Soledad, remota propiedad de la nación vizcaína, que el oficial de Marina no puede visitar sin emoción: aquí se reunía el gremio de pilotos, y ésta 3 la confirmación de sus ordenanzas por los Reyes Católicos, es cuanto queda en la A los pueblos se les mide por su- cultura. Las Escuelas de Formación de la Sección Femenina elevan el nivel cultural de las mujeres españolas. Cumple tu Servicio Social en Escuelas de Formación. memoria de aquel gremio d navegantes, del que se asegura fue la primera Escuela ele Náutica que hubo en el mundo, pues data de fines del siglo XIIT, y todo parece creer, tanto era isu prestigio, que revalidaba a los pilotos del Mediterráneo que pretendían navegar por el Atlántico. La catedral vieja. además, posee un retablo mayor, que es como Ja carroza de popa de una galera y que para mí es prueba de que su escultor y entallador trabajó no poco en decorar y vestir ¡galeones, al igual que el anónimo autor del retablo de Reillo, en Cuenca. Pero con ser todo esto mucho, el acicate de mis diarias visitas lo constituía la acogedora simpatía del señor cura, en cuya inevitable peña de sacristía fui prisionero cuando ya ios gruesos libros de óbitos y bautizos habían saciado la curiosidad que, una tras otra, como las cerezas, me habían encaminado allí. La amplia mesa de San Antonio, los sillones fraileros, el ambiente y hasta la banderita española, orgullosa de flamear oliendo a incienso y cera, podían figurar en algún otro lugar santo; pero, Jo más característico de aquél, no. Y lo más adjetivo y atrayente era- -porque falleció hace unos días- -el padre Ventura, pulcro, metido en carnes, pronunciando las eses tan largas como el camino de la Isla, que era su pueblo, ágil, activísimo y tozudo en practicar el bien. De virtud, no se- diga y, en punto a celo en su pastoreo, baste decir que, aun en la época del binomio ominoso, a sus feligreses que quisieron morir por entonces no les faltó en el entierro ni la cruz con manguilla, ni la. oronda y fiel compañía- del padre Ventura, revestido sin miedo a la gentuza atea, camino del camposanto que, por Cádiz, se dice el patio de las malvas Para allá marchó a su vez él, seguido de todo su barrio moro y gitano del Pópulo y, naturalmente, de mis buenos amigos del Mesón Nuevo; viejo parador de fines del siglo xvi, en dos de cuyos cuartos, restaurados por nosotros, fundamos una tertulia con su biblioteca, museíllo y l a inevitable vinacoteca Seguirá entrando por aquel incomparable balcón del compás de la calle de las Siete Revueltas la luz maravillosa del sol poniente. reflejada en tonos de pastel, envuelta en ecos de palmas, jaleando tatnguillos, podrá continuar ía filosofía del donaire gaditano en el ámbito de aquel ceíiáculo, que ha conocido primicias de obras de Penián y que de cuando en cuando vibra con las notas da la guitarra de Capinetti o de las alegrías de Aurelio Selles... Pero, porque también ha muerto, no se voíverá a saborear el rape adobado de aquel saladísimo Manolete, cuyos dichos recogió en más de un artículo Siurot, y, sobre todo, ya no oiremos la vo recia y que- -riela de don Ventura, exclamando, dominador, al sentir la- grave campana de la catedral, quebrándose en mil ecos por la callejuela ¡Cavayeros... las sánhnas... -para sahumar la sana alegría con sus latines y avemarias. Y de fijo que la- imagen de la Concepción que preside en el altar mayor la vieja parroquia- que fue catedral, ya no lucirá la mantilla blanca de blondas, con que se tocaba en tiempos del inolvidable padre Ventura, cuando Cádiz, para mí, aun era. unai niijita de lo que fui Cádiz. i ¡JULIO F. GUILLEN,

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