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ABC MADRID 12-02-1943 página 9
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ABC MADRID 12-02-1943 página 9

  • EdiciónABC, MADRID
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A B C. V I E R N E S 12 E FEBRERO E 1943. EDICIÓN I E 1 JA MAÑANA. PAG. 9. ABC EN LISBOA! LA METROPOLiITAN. OPERA HOUSE ABC E N PARÍS Lisboa 11, 12 noche. (Orónica de nuestro redactor- corresponsal. En realidad, se leen a diario cifras impresionantes y bastante alec cionadoras sobre lo que la guerra es capaz de devorar: Los datos sobre el papel que necesita cierto Estado beligerante durante u i a 5o nos demuestran el poder devastador de la guerra, porque, aparte la revelación- -para mí insospechable- -de que cada crucero de guerra necesita siete toneladas de papel amianto y un acorazado aproximadame nte el doble, y dejando también a uti lado que el acondicionamiento de proyectiles exige un número enorme de toneladas de papel por mes, lo que me ha situado e n el mundo de perspectivas nuevas, es consumo de pa pel I de e ¿e país para aplicaciones no militares. Necesita pira correspo- ndencia de guerra 1.2 50 millones de sobres y 125 vagones de papel de máquina durante el año 1943. De modo que las lamentaciones diarias 1 sobre escasez y carestía de todos los artículos demuestran que las gentes no lorran hacerse cargo. Aquí en Portugal el Gobierno hace verdaderos milagros y se le piden más, sin embargo. El car. bón vegetal es urn ejemplo del celo gubernativo. Está siendo objeto de mayor elaboración cada día: se establecen nuevos hornos por todo el país y de la riqueza forestal portuguesa se espera un rendimiento capaz, no eólo de aliviar en algunos órdenes el problema planteado por la falta del carbón inglés, que abas tecta normalmente es- te mercado, sino también la penuria de gasolina, ya que la adaptación de gasógenos se generaliza rápidamente en todo tipo de transporte automóvil. Precisamente ayer se clausuró e- a Oporto la primera Exposición Internacional de Gasógenos celebrada en ol mundo, en- la que! os españoles tuvieron un éxito, que aumentará sin duda su exportación a e- ste país, muy inte n- sa ya durante el año 1942. La Prensa incita a las autoridades a facilitar la alimentación de estos aparatos en todo el país mediante, una red de puestos, que vendan fardos de peso exacto a precio igualmente fijo, dotando a los automóviles, si necesario fuese, de una cartilla de racionamiento, pues ahora lo que ocurre es que, por desorganización, del servicio, cuesta tanto trabajo dar con carbón bien pne p- arado pana gasógenos, que muchos de éstos no pueden trabajar. Es, pues, el propio público quien, ante las dificultades crecientes que en todos los órdenes impone la guerra, tras de quejarse de todo, acaba por reconocer la necesidad de un interve- aci onismo económico más amplio cada- día mientras la guerra dure, puesto que de otro mo. dp el consumidor queda absolutamente inerme ante esas corrientes que lo barren todo en el mundo cera el soplo de la guerra. Estos días, con motivo de haber sido regulado el precio del calzado, un escritor portugués, el Sr. Magallaés Basto, exhuma cierto, curioso documento de hace exactamente cuatro siglos: El Rey D. Juan III reguló, en efecto, el año 1545, la construcción de calzado. Una larga serie de zapatos, botas, borceguíes, chapines y pantuflas de todas las m edidas y formas imaginables, eran allí descritas y su precio lijado. El par más caro era éste: botas de vaca de las mejores y más amplias, de más de diez pu- ntos, llegando hasta, mí. s arriba de medio muslo de quien las compr? toid as ellas hechas con el mejor cordobán y con dos excelentes sueles, valen tresclentoi re. is... Es decir, lector: ¡30 centavos- Tres perras gordas! Y, lablando del calzado femenino es curioso notar que habla de varios modelos, con suela de cuatro a cinco dedos de altura Incluso ven. tipo hay, el más coro, de botas, solas, de un palmo en alto. Refiriéndose a aquel calzado do hace cuatro siglos, escribía, otro, minucioso investigador: Chapines eran una especie de pantuflas con cuatro o cinco suertes de corcho muy bien recubiertas y pespunteadas. De ellos usaban las señoras para agrandar su estatura. De manera que esos zapatones de fingi. da suela, altísimos, con que tan ilusionada. Tandaron nuestras elegantes estos últimos años, es muy triste decirlo, pero añora resalta que, sobre ser horribles, eran lo menos nuevo de todo su indumento. -M- irino RICO. (Prohibida íc srsgroducción. LA ESCASEZ Y CA- MÚSICA Y DIAMANTES RESTÍA CONSECUEN- vaHace algunas semanas se inauguró en NueYork la temporada de ópera 1942- 1943, sin que solemnidad viese mus CIA NATURAL DE LA una en la grandiamantes. Essecier M que que tiara de esta GUERRA única tiara era una tiara de 200.000 dólares, EN POS DEL FÉRETRO DE MADAME CAÍ LLAUX París 11, 10 noche. (Crónica e. aiuestro. redactor- corresponsal. La sociedad y la nación no han querido saber nada de madame Caillaux. El Estado, tamnoeo. El responso civil que obtuvieron los r- estos de Ja esposa del político famoso ha cabido en una estricta noticia necrológica, -publicada con más precaución que indiferencia por todos los periódicos. Sí. Ha muerto, al ca- bo- de muchos años de 1 vida, madame Caillaux, y ha sido discretamente enterrada- en el cementerio del Pera Lachaíse. Al borde de la sepultura abierta, José Caillaux se pasaba una mane descarnada sobre la frente todavía cr- eado, ra, todavía febril, mientras ei sacerdote zaba s u s preces. Borrascosas imágenes volvían de un corazón malherido a unos ojos ancian os q w sin duda, permanecían cerrados para ver mejor. Hace casi sei s lustros, en los meses quo precedieron y bárrun- tar- orn la gran guer ra, ocurrió... Descartado. Poinca. ré, que había sid o elegido presidente de la República, José Caillaux, Arístides Briand y G- e orge Clemenoeau- -el alazán, la serpiente, y el tigre- -imlp Omían eus estilos respectivos lein los ju- ego- s d e la polí itica y del Parlamento. E r j aquél el más Oidiado; e, i segundo, l m e a o s amad el último, el más temido. No se perdonaba al potro d. e sangre su jactancia mordaz e impertinente; Este jera. rca de la tercera República, electorero, demagoga y anticlerical, había injertado en. un aristócrata d e maneras y te mperameinto. Al condescender, sonreía con superioridad, y ei acusaba, apartaba su mirada de la víctima, con menos conrniseracióin que. desdén. Sabía mucho de Hacienda y no poco de diplomacia. Fue el au tc. i- del iniipuesto sobre la renta y el abogado del acercamiento- franco- alemán contra el intrusismo británico. Gómez Carrillo y José 1 Cadenas, le atacaron sañudamente eini estae páginas HiciereTM bien. Excelente amigo- nuestro durante la guerra civil, aCaillaüx había ignorado a España cuantas filces fue ministro o presidente del Consejo. Suya es, sin. embargo, la siguiente 1 frase- en la. que, en el peor de los caeos, el moralista n o s hiere cen más injusticia que menosprecio: I os españoles son demasiad- orgullosos para ser agradecidos. En 1913, la plutocracia y el nacionalismo se habían ooaligad O: contra Caillaux, a la s zón presidente del Coaiseja. Las campañas periodísticas de L Aetioni Frangaise L e Fígaro y L Echo de París eran cada vez más violen- tas, más venenosas e iracundas. El órgano de la Banca y la nobleza consiguió apoderarse lae cai tas que el pro. le hombre radicalsiociali ta había escrito- a la mujer que. andando el tiempo, habría do llevar su apellido. Y Le Fígaro comenzó a. publicar lo s autógrafos de aquella pasión. EL público leía malignamente satisfecho día tras día su firma al pie de unas misivas dirigidas exclusivamente a la fémina amada. Pero sucedió lo que rara v- ez ocurre en los mis dios burgueses d París: la mujer pudo más que la señora. Gastón Calmette, dárectoir de Le Fígaro recibía tres disparos- d revólver mortales, en su proipioi despacho. La homicida, madam Caillaux, había frecuentado- previamente una sa- la de tiro all- bteunoo para instruir su puntería. Conducida, a la Prefectura, no quiso declarar antes d- e que llegara su espos esto es, 1 presiden- te del Consejo. El drama repercutió coa -resonancia, universal, una grave crisis política se abatía so- bre- 1 Estado francés. Desaparecía un obstáculo serio para. la guerra, franco alemama. Canscíente de la ruina de su posición, seguro de que el galope d el alazán había terminado, Caillaux acudió junto a la homicida. ¿Qué has hecho, criatura -le dijo llevando siuavemernte a su pecho la cabeza de la esposa; Y besó como si besara a un niño, la rubia mata, de cabellos que había evocado en sus cartas de amor. Se murmuró luego que madame Caillaux, enamorada dal gran hombre y- celosa de éste, había cometida el crimen ipara qu- e el presunto- infiel no- pudiese abandonarla nunca. Pero tantas cosas dice 1 la gente... -Mariano DARANAS. (Prohibida la reproducción. pero ¿qué representan 200.000 dólares de diamantes en la Metropolitan Opera House? Normalmente nunca había allí menos de tres o cuatro millones, y el espectador de gallinero, que adquiría su localidad haciendo al efecto muchas veces un gran sacrificio económico- hubiera sido capas de entablar una reclamación si sólo le hubiesen dado a contemplar una tiara de 200.000. Caruso, Tita Rufo, Chaliapin, Mardones, la Bori, la Barrientos... todos estos señores y señoras cantarían muy bien, nadie lo duda, pero sería un error el imaginarse que el p. úblico iba a la Metropolitan Opera House exclusivamente para oírlos. Una buena parte de él iba, sobre todo, a exhibir sus joyas y otra- -la mayoría- -iba, sencillamente, a presenciar esa exhibición. Lo que no se comprende muy bien a primera vista es cómo las exhibidoras de joyas, constituyendo, indiscutiblemente, la principal atracción de la Metropolitan Opera House, no reclamaban para sí el producto de las entradas o, por lo. menos, una buena parte del mismo; pero, si se tiene en cuenta que la mayoría de aquellas señoras eran accionistas de la casa, todo queda, creo yo, perfectamente explicado. En realidad, el caso de la Metropolitan Opera House no era único ni cosa por el estilo. Yo no sé qué extraña relación es la que existe entre la producción musical y la producción diamantífera, pero lo cierto es que un gran teatro de ópera sin diaviantes resulta casi tan difícil de concebir como resultaría el concebirlo sin músicos, sin tenores o sin tiples. En ningún otro teatro de ópera, sin embargo, hubo hubo nunca diamantes tan numerosos, tan enormes ni tan deslumbradores como los que había normalmente en la Metropolitan Opera House, de Nueva York, cuya iluminación puede decirse que corría en un cincuenta por ciento a cargo de ellos. La Metropolitan Opera House acaparaba siempre los- mejores cantantes y los mejores diamantes del mundo, y el hecho de que en su última inauguración haya habido tan sólo una tiara de 200.000 dólares constituye el indicio más significativo de los tiempos que estamos corriendo. No. No es que en Nueva York los diamantes se encuentren racionados, ni mucho menos, sino que hay que dar pruebas de inodesüa y austeridad dejándolos en casa, y eso fue precisamente lo que, a excepción de la señora Kavanaugh, hicieron todas las abonadas de la Metropolitan Opera House. En cuanto a la citada señora, sus declaraciones a la Prensa confirman de un modo feliacifiite cuanto venimos diciendo respecto c la interdependencia de la producción musical concia diamantífera. -Si en ¿ienipos de guerra nó se debe ir a la Opera- -dijo- yo no iré, pero mientras se me permita ir, no pretenderán ustedes que vaya, sin mis diamantes. ¿Para qué los tengo mói que para eso? La señora Kavanaugh tiene sus diamantes para ir a la Opera y tiene su abono a la Opera, para lucir sus diamantes, y cualquiera de ambas cosas que ustedes le quiten será exactamente igual que si le quitaran las dos... -JULIO CAMBA Recuerdos e impresiones dé un viaje de Director: PROFESOR, J. J. LÓPEZ 1 B 0 R estudios en Italia En Medina el semanario de la mujer, en- Hoy, a las siete y media de la tarde, contrarás novelas, cuentos, biografías de perMÁDR 9O (CARABANCHEL ALTO) sonajes femeninos, y todo cuanto pueda interesarte. Teléfono 26490, y pedir el 9.014. (C. S. 1,534. Nerviosos y mentales- Nuevas instalaciones. Asistido por Hermanas Carmelitas. INSTITUTO DE CULTURA ITALIANA dará una conferencia acerca- d- el temía apuntado el profesor (ayudante de la Universidad de Madrid, IX José María- Na- barro Mera.

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