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ABC MADRID 24-11-1942 página 3
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ABC MADRID 24-11-1942 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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DIARIO ILUSTRADO DE INFORMACIÓN GENERAL. 25 CÉNTIMOS i UNA INTERPRETACIÓN DIARIO ILUSTRADO DE INFORMACIÓN GENERAL. 25 CÉNTIMOS g gonista del cura de Longeva! -o Longeheval, MÍSTICA que no sé cómo se escribe, estuv en su casa os grandes actores no han solido tener durante varios meses vestido de cura. En ON toda reverencia ha solemnizado en 1942 la España que vuelve a encontrarnunca un repertorio de obras muy di- aquella época se servían comidas auténticas se a sí misma, el cuarto centenario de latado. El acierto en un tipo que enca- en el teatro para que todo fuese humano, injaba perfectamente con sus facultades les im- cluso la indigestión del protagonista, de tan- San Juan de la Cruz. Es el más completo de ponía la reiteración interpretativa, y no por to repetir la misma minuta, riesgo del que se los místicos. Lo dice, con autoridad bien manifiesta, su hermano de hábito y discípulo a insistir demasiado en el mismo drama perdía veía libre con el pollo de cartón. Después los través de cuatro centurias, el padre Crisógono calidad la interpretación, antes bien ganaba grandes actores han encontrado los mejores de Jesús Sacramentado. Libros, conferencias, en matices y sutilezas. Los grandes actores resortes en la deshumanización del tipo, para estudios diversos, dejan en el pensamiento y la no se han supeditado nunca a la bondad in- teatralizarle. Del mismo modo que en la vida tradición de España, para uso y enseñanza de trínseca de una obra, sino que, generalmente, nos molestan los tipos de teatro, en el teatro las generaciones venideras, el ejemplo vivo han elegido la obra por las posibilidades in- no pueden emocionarnos del todo los tipos de de cómo nuestro país se incorpora a una corriente espiritual tan suya cual la mística. terpretativas que ésta tenía en relación con el la vida. ¡Bien haya el pueblo que cuenta por nota de Pues bien, no penetremos demasiado en la temperamento del actor. De este modo Papá su carácter y de su cultura la unión del alma Lebonard, o La muerte civil y en nuestro tea- humanidad de Chiruca para no llegar a re- con Dios en las vías que señalan los maestros tro Tierra baja, han proporcionado a algunos ducir el tipo al absurdo- -misión que puede de espiritualidad! Porque la mística en Espaactores éxito tan grande como Hamlet. La im- ser del crítico, mas rio del espectador- y ña no es tan solo el amor de las almas al Dios pureza del teatro se halla precisamente en fijémonos solamente en sus resultados como verdadero conforme a las direcciones de la esto, en que no es un arte independiente, y ente de ficción teatral. En este aspecto, Chi- Iglesia de Cristo; es, además, una manifestaen él tiene la interpretación muchas veces tan- ruca es un personaje que, al animarse con la ción de alta cultura, de profunda psicología, ta importancia como la obra y, en ocasiones, luz de la batería, cobra una vidr. escénica ma- de análisis sutil de nuestros pensamientos y sentires, de maestría en el lenguaje, que se más. Posiblemente, una obra dramática em- ravillosa, adquiriendo matices emotivos del ofrece como el oro en el habla de quie. nes convalor más penetrante. Pero a esto no se hupieza a ser íntegramente buena cuando deja fían a sus hermanos en Jesucristo los resultade representarse y las gentes la buscan para biera llegado nunca sin la conjunción per- dos de la propia experiencia y la verdad de fecta del autor y la actriz. Y, a tal punto, una doctrina de amor. leerla. Pero el teatro activo como arte para las multitudes es función eminentemente pú- que en el curso de la representación no sabeLa historia de nuestra literatura queda mublica, no debe escribirse nunca para que se mos a ciencia cierta lo que en aquel tipo se tilada de 110 estudiar en ella las aportaciones lea, sino para que se represente y, en este propuso el autor, y lo que de él ha extraído a la civilización universal de nuestros místiaspecto, la función del actor es tan inelu- la actriz, en virtud de un esfuerzo de crea- cos, ascetas, moralistas y didácticos. Los autodible como la del dramaturgo. La maldición ción- independiente. Isabel Garcés vive el per- res que consagraron su actividad sapiente a los deliquios del alma en el seno de Dios y a los de la gitana podríamos enunciarla de este sonaje desde su primera aparición, y le pres- métodos y formas de conseguir la santificata una vida dramática tan rica en emotividad modo: Dramas escribas y te los representen que él sólo se basta para defender cuanto ocu- ción han sido clasificados de varias maneras. mal Las gentes van al teatro mejor que a rre en la comedia, en la primera y segunda La clasificación más acertada es la de Menénver una obra, que si tienen ocasión pueden dez- y Pelayo. No en vano se ha dicho que parte, que en un análisis superficial puede antes de él nos ignorábamos El maestro. leerla cómodamente en su casa, a verla interparecer absurdo, e inverosímil, dislocado y divide a los ascetas y a los místicos según la pretar. En estos momentos el público acude fantástico- No es, en suma, el argumento, el orden religiosa a que pertenecieron. Así, al a ver El gran galeoto por la versión eminente tema, lo que sujeta al espectador, sino el tipo, enfrentarnos con esta jama importantísima de de Rivelles y Borras, no porque el drama con sus lágrimas y sus risas, con su ingenuila cultura y el carácter y el espíritu de Espapueda interesar, ya que todo lo que pasa en dad y su malicia, con su pasión y su sacri- ña, hemos de trabar separadamente amistad él, murmuración de la sociedad, amor sin es- ficio, con su mano suave y su voz dulce, y con dominicos, franciscanos, carmelitas, agusperanza, duelo y maldición, son temas ínte- con su acento, que yo no sé si es auténtica- tinos, jesuítas, Jerónimos, cartujos y algunos gramente ligados a un modo de vivir y unas mente gallego, pero que se ajusta de tal modo otros que escapan al rigor de la clasificación. costumbres que no son las nuestras. Este mis- a las palabras, que lo que Chiruca dice no Hubo también místicos y ascetas heterodomo drama mal interpretado no llevaría al tea- 1 sé puede decir más que con aouel acento. xos, entre ellos el quietista aragonés Miguel Molinos, que logró descarriar algunos espítro ni un solo espectador. Todo en ella es teatro, incluso el acento, y en ritus en la Francia clásica del siglo x v u No i Estas reflexiones las iba haciendo yo en el esto, en ser esencialmente teatro, se halla la es ajeno al incidente Fenelón, obispo de Camcurso de la representación de La Duquesa Chi- clave del acierto interpretativo de la actriz. brai y autor del Telemaco. Pero unos pocos nea, segunda parte o prolongación de la vida En la interpretación de una obra unas ve- episodios aislados no pueden compararse con. de Chiruca, cuyo secreto, a mi modo de ver, ces el tipo sirve a la medida de las facultades la santa ortodoxia en que se mueven nuestros para explicarnos su virtualidad dramática, se físicas y morales del intérprete, otras, por la maestros de espiritualidad. halla, de una parte, en que el autor ha acer- intuición o el talento, es el intérprete el que Tan en la médula nacional se nos ofrecen tado en in tipo esencialmente de teatro, y, de modela y conforma el tipo a sus especiales y tal es su importancia en la historia general otráj eiríá interpretación verdaderamente ex- condiciones. En el caso de Chiruca hemos de nuestra cultura y nuestras letras, que un traordinaria de. Isabelita Garcés- He aquí un visto hasta qué punto la actriz ha ido crean- siglo nada místico como el x i x nos presenta caso típico de la conjunción perfecta de. un do esta segunda naturaleza, y cómo el gesto, el caso de un escritor español, exquisitamente, autor y un intérprete. Esto, que raramente se la actitud, la voz, el vestido, el modo de sen- griego por temperamento y por gusto, que saca de las. lecturas místicas la más celebrada de da en el teatro, no consiste en que el actor tir y de reír y de llorar, han ido dando la sus novelas. Don Juan Valera y Pepita Jiménez humanice un t. ipj? sino más bien en que lo suma. de un. -carácter de teatro que, en Isabel nos dan la medida de lo que representa la mis- Garcés, halla un acento inefable. Vive Chi- tica española para los ingenios bien templados teatralice. Toda la escuela realista que sur je en Eu- ruca en ella o, quizá mejor, flota en torno de en la- tradición. No cabe la prosperidad espiriropa después del romanticismo tiende a dar ella el- sueño de Chiruca, como un vapor su- tual de España sin que todos se abismen en humanidad a los tipos escénicos. Es lo que se til, ese vapor entre oro y malva que, al atar- este hondón del alma que llena Juan de Yepes con poesía de serafines. llamó: en el arte teatral naturalidad. De Emi- decer, emana de las rías gallegas. lio Mario se cuenta que para hacer el protaFKAXCISCO DE CO ÍSIO L C

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