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ABC MADRID 10-10-1942 página 3
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ABC MADRID 10-10-1942 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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DIARIO ILUSTRADO DE INFORMACIÓN GENERAL. 25 CÉNTIMOS ESTUDI ANTE ABC E L Caballero de Gracia fue un tejedor de leyendas galantes. Su historiai es un j poema católico y español: es libertino redimido por ia Gracia, como el fabuloso don Juan. Vivió en los tiempos austeros de Felipe II este caballero de Módena llamado Jácobo Grattis. Cuando mozo poseía lá gallarda apostura y el magnetismo venusto con que el diablo favorece a sus cómplices sobre la Tierra, los tres talismanes de la seducción: la juventud, la audacia y el oro. Su nombre era el airón del escándalo. Pero! ega un punto en la vida de los libertinos en que reciben el aviso celeste de la conversión. La tradición madrileña está llena de las huellas galantes de este burlador. Se sabe que a través de sus aventuras le llamó la voz sobrenatural. Pero la ocasión definitiva acaeció una noche en que iba en seguimiento de. una dama que se supone fuera la rica hembra aragonesa doña Leonor Garcés. Había salido la dama, bien rebujada en su largo manto, parft cumplir sus devociones en la iglesia deSan Martín. Otro caballero italiano, que lucía el pomposo título de príncipe Gonzaga, estaba asimismo prendado de la arisca aragonesa. Aquella noche, coincidiendo los rivales en el martelo y cuando Leonor hubo penetrado en el templo, se trabaron de palabras- -bella estampa de capa y espada sobre el fondo de los cipresales del huerto monacal- -y muy pronto acudieron a la razón suprema, y caballeresca de los aceros a la luz de un farolillo que ardía en la hornacina del santo titular. En lo más enconado de la pendencia vieron una sombra femenina en el atrio que les hacia señas con la mano- -un lívido marfil bajo la luna- Abatieron las espadas y cuando 2 acercaron a la dama, que creyeron era doña Lconoí- vieron con el helor de lo sobrenatural en las venas- -el siró astral con que nos besan los fantasmas- que era una momia envuelta en negros cendales. La seca Cho, apagaluces de la fantasía, nos da la versión de que algunos locos partidarios del príncipe Carlos, que también era loco, sé reunían a conspirar en el atrio de San Martín; y cometían la profanación, para ahuyentar a los curiosos, de sacar las momias ele los antiguos religiosos y colocarlas bajo el pórtico, fingiendo una patraña de aparecidos que les dejase el paraje libre de bigardos y de fisgones. Pero el Caballero de Gracia comprendió que la voz de lo Misterioso quería decirle: La gran hermosura que estás apeteciendo y por la que has vendido tu alma no será más que esta osamenta en un plazo de tiempo tan corto como un suspiro Pocos días después de este suceso ivendico- -o si queréis, legendario, que así tendrá más prestigio, poético- el galán de ricas joyas y galantes trofeos partió a Roma, con el pie descalzo, envuelto en un sayal de penitente, como un arrepentido Tannhausser, huyendo de doña Leonor y camino de la Santa Cruz, en un tropel de peregrinos de esclavina y bordón. Muchos años tardó en volver, ya ordenado de sacerdote. Repartió sus fabulosas riquezas entre los pobres y fundó varias casas de religión, entre otras, la que se ha llamado hasta nuestros 1 días el Oratorio del Caballero de Gracia. Amable leyenda de un diablejo enamoradizo que finó en olor de CARRERE DIARIO ILUSTRADO DE INFORMACIÓN GENERAL. 25 CÉNTIMOS VS Jf COMO EN LA VIDA I S SATANISMO Y CONVER- EN LA GRAMÁTICA L pronunciar la palabra o escribir el término estudiantes experimentamos una clara alegría. Necesariamente, tal vocablo, va subrayado por el guión de una sonrisa abierta. El mes de octubre tiene un profundo significado escorar. Vuelven los estudiantes, Los Institutos y las Universidades abren sus puertas con esa protocolaria solemnidad de! rito académico. Hoy, igual que ayer, la apertura de curso es un acontecimiento hernioso que no puede pasar inadvertido para ningún espíritu selecto. Pero conviene que nos demos cuenta de la transformación que ha sufrido en España el ambiente escolar. Los estudiantes de 1942, no son como los estu diantes de 1900. Ha desaparecido de la población estudiantil aquel tono de chabacanería y de mal gusto que quitaba prestigio a la clase escolar. En primer lugar, digamos que el estudiante de hoy se da cuenta exacta de su misión. Sabe, perfectamente, que su obligación es estudiar. Para el escolar de antaño, ci profesor era bueno o malo, según pusiera pocas o muchas dificultades para el aprobado de fin de curso. ¡Mermada ilusión aquella que consistía tan sólo en salvar, como fuera, la valla de los exámenes de mayo! Lo esencial para algunos estudiantes era el pasatiempo continuado, la algarada ininterrumpida, la mesa de billar, el café, la estudiantina de Carnavales con excursiones en tercera y muchachas pálidas en balcones de. plazuelas antiguáis. Estudiar en octubre era- v tan absurdo como sacar billete para un viaje que había de hacerse varios meses despuésy Bien es verdad que había excepciones honrosísimas. Eran aquellos muchachos que contra viento y marea de sus compañeros observaban una conducta rectilínea, aunque para ello tuviesen que poner en juego los resortes de Una fuerza de voluntad auténticamente heroica. Eran los héroes de la clase, los matrículas de honor, a los que se designaba despectivamente con el nombre de empollones Su vida fluía al margen de la de los. demás, en una difícil actitud de contrapelo. Pero llegaba el fin de curso y estos estudiantes de bandera se veían en la precisión de ser caritativos, en una caridad nial entendida, con sus camaradas. Había que dejar los apuntes, quizá los libros, hacer de consueta en el momento del examen, tolerar que el vecino copiase el ejercicio escrito; -en una palabra; improvisar en los demás una ciencia en pildoras para que pudiesen regresar a su pueblo con las papeletas de aprobado en el bolsillo. ¿Era esto digno? En manera alguna. Por eso contemplamos con gozo el perfil genérico del estudiante de hoy. Ya no ve en el profesor un enemigo, sino un 1 compañero de más años, que le ayudará en sus tareas con fina perspicacia, porque conoce maravillosamente el camino de la iniciación científica. El maestro es un estudiante con experiencia. El escolar es un profesor en ciernes, que aspira a la madura plenitud del magisterio. Uno y otro, profesor y discípulo, desde sus planos diferentes, marchan unidos. en el cauce del quehacer diario. El estudiante es un ciudadano Está en trance de servicio. Y todo ello sin merma de su bue, n humor, que es el penacho de su juventud floreciente. Al cabo de unos años, los Colegios Mayores reproducirán las estampas clásicas de nuestras Universidtees. Evocación da grados con pompa de vejámenes de esTÜirii ntina del Siarlo de Oro. FRANCISCO JAVIER MARTIN ABRIL A SIÓN DEL CABALLERO DE GRACIA o me he podido nunca explicar la razón de esta moda de empezar las palabras con letra minúscula, cuando, por tratarse de nombres propios, generalmente, en los títulos o rotulaciones, es preceptivo que se emplee la mayúscula inicial. Hasta en las tarjetas de visita de las personas parece que se estila ese relevo, que podrá ser muy elegante, muy nuevo, pero no deja de representar una barbaridad ortográfica. Es como, si por un afán de novedad, nos dedicásemos a suprimir las haches. ¿No es verdad que les produciría a ustedes una mortificación casi física el ver escritas las palabras ostelería, ueyo o encinodio? Pues una transgresión semejante es esta de arrebatarle porque sí a la mayúscula su ejercicio y prerrogativa. Y, además, es de mal gusto. Tiene mucha, más prestancia. Ja palabra que lleva, grande su primera letra. Es la prueba, el signo de su rango. No todas las palabras tienen ese. derecho. Despojárselo al vocablo que lo merece, es un atropello. Y una negación de su 1 jerarquía. Estamos, felizmente, en un tiempo en que se restaura el principio jerárquico. Pues en Ir. gramática, como en la vida. Puede que alguien tenga la tentación de qbjetarme: Esto no tiene importancia Ya me imagino que asi opinarán, por lo pronto, todos los que han ordenado que les hagan impresos, para sus negocios o establecimientos y han pedido la minúscula. Y los que dan el mismo encargo para los programas de una función 0 velada. Y los que, de ese modo, rotularon la portada de un comercio. A poco que lo piensen, se convencerán de que si tiene importancia. Lo que parece pequeño, en cuanto tenga un valor de símbolo, deja de serlo. Se trata de que hagamos las cosas como Dios manda. En este caso, que respétenlos un precepto. El snobismo es siempre antipático, pernicioso. 1 No tenemos necesidad de copiar nada. ISÍI las extravagancias. Esta costumbre, poco elegante- -y sobre todo, inexplicable- -de las minúsculas, ha venido de fuera. Rechacémosla. Ss mucho más airoso, más resuelto, y hasta diría que viril, trazar con un rasgo grande la primera letra cuando ello corresponde. Y si se quiere, en un título, en una denominación concreta, de persona o cosa, acúdasc a la escritura completa en mayúsculas, que está permitida y consagrada por la- costumbre. Siempre representará subir, ascender, afán de elevación. Que es lo que debe ser nuestra característica de ahora. Pero no lo contrario, que es empequeñecimiento, debilidad, renuncia. Nosotros, los españoles de estos tiempos, no renunciamos. Hemos de querer siem; pre más. El lenguaje es una cosa anuy seria. De las más importantes, ¿No les parece, lectores y. nigos? Creen los que se aficionan a esa defectuosa escritura que Cervantes hubiese nunca empleado la mihúsmla en los nombres propios? Ya que. en tantos aspectos, con acierto, con fortuna, volvemos a enlazar con nuestro pasado glorioso, no lo deiemps en este- fe la expresión, de la intangibilidad de las normas gramaticales. Es cosa de pensarlo. Nada es pequeño, aunque lo parezca si tiene un significado de síntoma. Y yo, cada vez quc v o la minúscula donde no tiene nada que hacar, usurpando sitio y función a la inicial mayúscula, v de más categoría, pienso en lo grave que para España han sido las suplantacion e s en nuestro deber de evitarlas en tocln ocasión y circunstancia PKAXCISCO CASARES N

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