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ABC MADRID 24-09-1942 página 3
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ABC MADRID 24-09-1942 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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DIARIO ILUSTRAIDO DE INFORMAClON GENERAL. 25 CÉNTIMOS) ANIVERSARIO ABC DIARIO ILUSTRADO DE INFORMACIÓN GENERAL. 25 CÉNTIMOS W falta una justificación, por lo pronto, como la que necesita quien vive abismado en la comprensión de libros y libros, en donde los hombres más egregios de todos los tiempos han dejado lo mejor y lo más puro que llevaron en su corazón. ¿Es que se puede desdeñar tan alegremente esa portentosa hazaña que es la cultura humana, labrada en fuerza de siglos, de amor y- de piedad? Pero es que esos apologistas de la Naturaleza no se percatan de que cuando huyen de las peripecias del mundo se refugian, llevados de un afán de eternidad, en el retiro, y ese afán está condenado al más implacable de los fracasos. El sentimiento animado del paisaje es reciente, y lo que ha movido siempre la quie- tud de la Naturaleza cu sí, es la fatiga. Es bien que los corazones cansados busquen iJefugio en donde les acomode; lo intolerable es que luego se pretenda levantar sobre esta fuga una doctrina que menosprecia todos los esfuerzos creadores de los hombres y nos quiere revestidos, en alma y en espíritUj del pelo de. la dehesa. Hace falta mucha impiedad para menospreciar tantos libros, tantas obras di. arte y tantos nobles empeños como han ido cuajando a lo largo de generaciones y angus tias para hacernos más grande, más pura y más honda nuestra vida. Y cuando somos sinceros y no padecemos de ese cinismo que hoy se añade a tanta impiedad, tenemos que. confesar una cosa bien sencilla: ni el paisaje nos calma una ansiedad ni en los momentos, supremos pedimos otra cosa que la palabra de un amigo o uno de esos hombres que pasaron por nuestro estado de ánimo. Bien haremos cu manejar con destreza e se. avispero de nostalgias y. presentimientos que se adueña de nosotros en la soledad de una montaña 0 en la quietud rumorosa de un bosque; pero no olvidemos nunca que ni estos sentimientos pueden gobernarse sin la posesión de 1 1 caudal de formas 11 de expresar y de ver lo que pasa delante de nuestros ojos. No nos engañemos: quien habla contra la cultura preconiza una indisciplina que, de entenderla, nos infundiría lástima. Frente a la cultura no hay, que yo recuerde ahora- más que barbarie. Por encima de la cultura no hay más que santidad; pero como yo no veo santos por ahí cuando se pide el abandono de toda forma delicada de vivir y de esperar, creo que ese retorno a la Naturaleza es el tópico más expresivo para entender toáo lo que nuestros días llevan de suciedad, y de apocamiento en sus entrañas, qué también alumbran lo más recio y lo más noble en los campos de batalla, en los laboratorios y en tantos hogares llenos de sombra y de ansiedad. Que no se digan yrí más disparates contra los intelectuales más que con el lenguaje de los hechos; porque esto que ahora se estila de combatir las más hondas creaciones del alma europea con ideas de la calle es candoroso y poco heroico. También sería prudente nov, olvidar que ni e í héroe ni él santo, acostumbran hablar en todas partes de sus virtudes. Lo importante es decir coyas qué nos; alumbren en este camino tan escabroso que- nos ha. tocado: en suerte; dejemos ya polémicas anacrónicas y rencores que, aünque fio se crea, nacieron- de. un. mero juego de ideas y creencias. Y si en medio de tanta sangré y tantas lágrimas como se están derramando por toda la anchura de la tierra nos encontramos Con un hombre que no quiere más que huic á la sotedad y al sosiego de los campos, digárffbsfé ÍÉS ÍÓS con presura y procuremos no encontrarle en nuestro camino cuando nos haga falta una palabra de consuelo. EMILIANO AGUADO HOMBRES DE ESPAÑA ALVO Cortés que entregó a Carlos V- -luego de trabajosas hazañas- -la tierra más vaste y maravillosa del mundo, no hay en la conquista y colonización de América otra figura parecida a la de Vasco Núfiez de Balboa. Cada uno de aquellos capitanescolonos, Pizarro, Valdivia, Solís, Hernando de Soto, Grijaiba q Benalcázar, podían con. tar su jornada diaria por años o por lustros. ¡porque en cada una de ellas hacían histo ria profunda y perdurable; -pero Vasco NúIñez, además, anudaba continentes y daba a lia Tierra, en una epopeya descubridora, mítijca. y hoy mismo humanamente casi inverosí mil, su exacta proporción. I No puede extrañar la rápida ascensión del ¡hidalgo extremeño- -de mui linda dispusicion, i hermoso, de gesto y presencia, de buen entendimiento, mañoso y animoso, según la semblanza, lascasiana- -desde el escondite de la nave de Enciso hasta su gobernalle, en el espacio de una singladura; ji ¡su energía, tacto, prudencia y buena administración- -él, que no se supo gobernar ni logró conservar su j hacienda- -al frente de la colonia del Dañen, i lejos y abandonado de los regidores de la Española; ni la fidelidad con que sirvió a España ¡y a su Príncipe, aunque le doliera el corazón ante la ingratitud humana; ni la lucha sorda, tenaz, en ciertos momentos épica, en que lo envolvió la envidia de los que a- trilles de leiguas lo espiaban y deseaban su ruina... Los jiombres de la gran aventura americana eran de hierros- Vasco Núñez fue de hierro y acero- -y pisaban sobre las adversidades y los obstáculos como en un muelle y despejado camino. S i Lo que pasma y maravilla cuando la historia proyecta su luz sobre el hecho cumbre de este hombre extraordinario, es el vencimiento de la dificultad. La primera noticia que tiene de un mar desconocido, una nueva mar mui buena para navegar en canoas porque es- Há mui mansa a la contina, que nunca anda braba covto el mar de esta vanda, la obtiene de los indios porque, éstos le aman y lo admiran y hablan nyjgho con él. Principalmente he procurado por doquiera que he andado- -dice al Rey- -que los indios ¿esta tierra sean mui bien trabtados, no consintiendo hacerles mal nenguno, trabtandolos mucha verdad, dándolos- muchas cosas de las de Castilla por i es. cosa harto sabida que en el tópico atraerlos a nuestra amistad; y ha sido cabsa se intenta darnos lo que han pensado que he sabido dellos mui grandes secretos... los demás, reducido a su enjundia, ¿cóPero los indios le advierten que es imposible mo extrañar que en épocas tan fatigadas como traspasar las montañas. Es una sierra la más la nuestra se prodiguen tópicos y se recurra alta del mundo a parescer i creo que nunca con tan poca sagacidad a. lo que de veras esse ha visto otra de tan gran altura. -añadía tamos pensando? No es solamente que se pienel descubridor en su memorable carta- Nace se pocb- -que esto ocurre siempre que el inunde acia la piarte de braba de este Golfo, algo do se desquicia- es que ni siquiera usamos la tierra adentro que podría ser del mar vein- de las escasas ideas claras que hemos consete leguas, i es tan alta que se cubre con las guido y que, de una u otra manera, están nubes; dos años luí que estanids da que nunca obrando en actos y propósitos. Y entre los tóse ha visto lo alto deüa sino dos vezes, porque picos que ya nos fastidian más de lo que puea la contilia está cubierta con los ciclos. No se arredra. Ni tampoco cuando el cacique Co- de tolerarse sin protesta, oigo repetir uno que imogre le- dice que necesitará, -por; lo menudo, nos pide vuelta a la Naturaleza. No importa que en su expresión sea ya har más de mil hombres para. emprender su expedición. Le bastan sus, sesenta y siete com- to anciano este pobre lugar común; -en el propañeros, la voluntad de hacer y la- fe en su pósito que lo anima es fruto de nuestra edad, ¡propia grandeza. Porque no me quedo yo en y, naturalmente, se nos ofrece como í panacea la- cama entre tanto nue la- gente va a entrar contra todos esos males que, tal vez, rio sean, i correr la fierra, porque hago saber a Vues- ¡remediables. ¿Qué se intenta con este retornó; 1- j tra Míñ Real Alteza que no se ha andado por brumoso y sin salidas? Quienes lo preconizan no saben explicarlo; toda esta tierra a una parte ni a otra que no haya yo adelante por guía y aún abriendo ¡os hablan de la vuelta a la tierra y todas las cocaminos por- ¡ni mano para los que van cor. -sas elementales de la vida, como, si esto fuera ya un bien en sí mismo y como si no hiciera migo, i si no es ansí a Iqs obras me remito i al fruto que coja uno de los han pasado acá, han dado. i Quién seria capaz de relatar con acentos idóneos los hechos gigantescos de esta tropi- lia de españoles, casi desarmados, cargados de hierro, tablas, jarcias y velas para montar sus embarcaciones, rodeados de enemigos, sin retirada posible y venciendo a la misma naturaleza, indomeñable hasta entonces? Para llegar y subir a la cúspide de la montaña, cubierta con los cielos han de atravesar anegadizos, vadear ríos poderosos, abrir la jungla, resistir la corriente impetuosa de una inundación subiéndose á las copas de los árboles, buscar después entre el fango, cuando las aguas se retiran, los artefactos que portaban y que les eran tan necesarios como el aire, para respirar, combatir, evitar las celadas y cajninar, caminar siempre, como si un aliento de gloria los arrebatara y enloqueciera. Y luego, ya en la cordillera del istmo han de subir sin descanso hasta cimas de vértigo, afianzarse en 7 ellas como si sus plantas fuesen. de gigantes, desafiar al mismo sol como si tuviesen ojos de condores, jugándose la vida en el cara o cruz de un desfiladero, un barranco o un peñasco que se desmorona, y clavarse, al fin, como estatuas sobre un inmenso pedestal, en el remate, besado por las nubes. Allí vieron el mar. Allí lo contemplaron de rodillas. Alzaron una tosca Cruz y oraron. He aquí la asombrosa hazaña. Asombrosa hoy mismo cuando el hombre posee medios infinitos para domar los elementos. 25 de septiembre de 1513. En ese día Vasco Núñez de Balboa, descubrió el Mar Pacífico, la Mar del Sur De todo. aquel. dilatado mar, con sus costas y sus islas y su mundj misterioso, tomó posesión un hombre de España, en. nombre de Castilla. ¿Importa que el descubridor no alcanzase a medir la profundidad y penetración humana de su proeza? No. Las olas que besaron el regatón de su estandarte, la punta de su espada y su calzas maltrechas, se impregnaron ya, y para siempre, del nombre y la grandeza de España, J. LOSADA DE LA TORRE LA VUELTA A LA NATURALEZA S

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