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ABC MADRID 26-07-1942 página 3
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ABC MADRID 26-07-1942 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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DIARIO ILUSTRADO DE INFORMACION GENERAL. 25 CÉNTIMOS M N U E VA do el reconocimiento, guardó un instante si- rra y toma las flores por conchas Y Juan Ruiz Peña canta: lencio. -Doctor, no dude usted en decírmelo- -dijo ELSO Pas vivía en una heredad; hacía Oh mar, rugoso Mar. cubre mi vida con su blancor tu espuma mañanera. años que Celso estaba retraído en el Celso Pas- sé que no tengo cura. No podré campo. Habíai dado las tierras en apar- ya ver más. no necesito yér; veo ahora mejor Y Pérez Clolet, en memoria, de José Ancería Celso habitaba una casa señoril y el que antes. -Doctor, ¿quiere usted darme su tonio, bajo el epígrafe de- un endecasílabo aparcero uña rústica accesoria paredaña. Con- mano? taba Celso Pas con cuatro niil cuerpos de liEl doctor puso su mano entre las dos ma- Iopiano, Allí otro tiempo se cifraba Esbros no era la lectura su principal vagar. Ha- nos de Celso Pas, y éste prosiguió hablando: paña medita: bía llevado intensa vida mental, y ahora des- -Su mano, doctor, es fina y segura, mano No se pabe qué historia- de corales cansaba con él trajín agrícola. El aparcero apropiada a las delicadísimas operaciones ocuse v? fraguando allá, bajo las velas. era hombre hábil y probo. Pas seguía, sin em- lares. Digo segura, porque no se estremece Mientras, Adriano del Vallé me mira desbargo, las operaciones del campo. Le distraía entre las manos de un viejo y ciego visionaver cómo se labraba, cómo se segaba, cómo rio. Sí, visionario; por modestia, querido doc- de un retrato. Está. él también, meditando se cortaban los racimos y cómo se pisaba la tor, no digo clarividente Veo ahora, en efec- en su escritorio y a su vera un bergantín, miuva en el lagar. A la recolección y molienda to, más distintamente que cuando tenía vista. núsculo e inmóvil, aguarda para embarcarla de la aceituna dedicaba sus preferencias; le La humanidad, doctor, pasa de una etapa de sus fantasías y devolverle sus evocaciones. placía ver chorrear el dorado líquido en los su caminar a otra etapa. Hay gentes que tie- Recuerdo el último verso de un soneto suyo, cofines oprimidos por las prensas. Hombre nen ojos perspicaces para otras cosas y no ven la luna se la lleva a vela 1 y remo y comde libros toda su vida, esta vida de ahora le lo que está sucediendo. Soy optimista; espero pruebo que estas dos palabra vela y remo acercaba a la. naturaleza; para llenar los ocios una nueva Europa mejor que la que ya, en son como el leitmotiv de sus grandes sinfonías poéticas. que sus incumbencias agrarias le dejaban, for- realidad, mó una flora de todos los vegetales del con- y podrá ha fenecido; es usted joven, doctor, Aquí, sobr. e mi mesa de trabajo, está el verla; yo, ciego, viejo, cansado ét torno entraban en ella árboles, arbustos, plantanto trabajar, no la veré; pero la estoy en- último volumen de José Luis Estrada. Se titas, hierbas, musgos y liqúenes. En los riscos tula Corte y Cortijo. Campo y ciudad, vals del monte había contemplado muchas veces las treviendo. No lo dude usted, querido doctor; decir. Veré sembrados y cortijos blancos, y el mundo no se conmueve en sus cimientos manchas, ya blanquecinas, ya verdosas, de los chumberas y chopos, y calles rectas con aprenliqúenes. Acaso en todo el reino vegetal eran para volver luego a ser lo que ha sido antes. dices de- rascacielos. Este poeta, señorito ani Qué será esa Europa nueva? Sea lo que estas producciones elementales las que más le sea, será más comportable que IH. anterior. daluz, en el mejor sentido, no es un poeta atraían. Saludemos los tiempo? nuevos, doctor, y so- marinero; no va en una nave en cuya prora bre el pesimismo de los timoratos elevemos abra sus alas la Victoria de Samotracia; su Celso Pas era de una complexión nerviosa; Pegaso es una jaca lustrosa, alazana, cal su, carácter estaba en consonancia con este na- nuestra voz confiada. En este instante se oye un llanto en la ante- cetera, los cabos finos, la cabeza erguida tural suyo. Siempre, a pesar de su nerviosidad, gasta marsellés y zahones y el sombrero halhabía sido hombre sereno y ecuánime; por sala, -a través de la puerta; llama el doctor y dudo de los garrocliislas de su tierra en su ada del mundo hubiera él cometido una infi- un criado entra y dice que una señora en- verso, jugoso y fácil por trabajado y sentido, dencia a un amigo, ó desleáltad, o bajeza. Ha- ferma se ha puesto a llorar. -Doctor- -profiere Celso Pas -si yo fuera no se mecen barcarolas, que en muchos cuarbía momentos, sin embargo, cu que el cristal tetos dodecasílabos, con dos pies de cinco y de su serenidad se rompía: ante la estupidez amigo de efectismos. diría que ese llanto es siete a cada lado de la cesura, martillos da como la despedida lacrimosa de la Europa o la maldad, Celso se irritaba, iba gradualmenmúsica gitana, repican nostálgicos de seguite encendiéndose, con su propio fuego, y aca- que acaba. AZORIN. dilla, de la que mi poeta había dicho: baba en furores temibles. El arrebato pasaba Metro mágico y rico, que al alma expresas- pronto, la serenidad retornaba y Celso sentía llameantes alegrías, penas arcanas... honda pesadumbre por haber salido de así. Su vida era ordenada; leía por las noches y ¡Ah, pero no todo es así! José Luis Esx la noche alfa, mejor, más allá de la trada es un poeta malagueño; de allí- donde se levantaba ya, entrada la mañana. Al despernoche, en el trasnochar sin vicio, y sin el injustamente olvidado Salvador Rueda. nar, solía estar unos momentos en la cama vien- pecado, suelo encerrarme en mi cuarto- -precursor de felices y modernas locuras co do la luz filtrarse débilmente por las rendijas de las maderas del balcón. Según fuera más de trabajo a escuchar a mis poetas, a revol- loristas- -sintió, su lírica embriaguez entre la o menos viva la luz. así Celso barruntaba qué ver poetas, me dice un amigo, como si revol- viña más dulce del mundo, y así siente Jos ¿sería c? día: ora radiante y sin nubes, ora en- viese joyas y rosa; Y se puebla mi estancia Luis P strada su antigüedad, -su propiedad la- capotado con nubes pardas. No vio luz en las de. aromas y. colores, y de tm vaivéií sonoro, tina, el olivó, la vid, la sal del. agua, y en el Tendijas una mañana al despertarse; sospe- ei e. l que yo solo escucho latir el. corazón del soneto de la ofrenda le dice a su ciudad: chó que. había adelantado su despertar; tenía, silencio, como hietido en ü, na. inmensa cara- Henéb. í ni red de ensueño y fantasíasin embargo, la sensación de haber dormido cola, en cuyas entrañas de madreperla cany a tu orilla atracando, el cargamento lo acostumbrado. Con cierto presentimiento te- tase para siempre la voz azul de las azules de mis. rimas más hondas y ¿ereüa; a te dejo en este libro, ciudad- mía meroso, cogió a tientas de la mesilla de noche minas que. -descifró aquel poeta de Nicarauue mi. barca, impeiifla por el viento. la caja de fósforos y encendió unas cerillas; gua, español y universal- Todos los poetas va en busca de otro mar y otras arenas. no vio. sino un vago resplandor; se frotó los sintieron siempre la sugestión del inar: desde ojos y continuaba no viendo; tentando a un la narración del legendario viaje dé Jason a A otro mar y otra; s arenas, y no tan sólo lado y a otro se dirigió al balcón y lo abrió; Cólquida, hasta el cantar de mi vate predi- por el azul Mediterráneo fraterno, que religa no percibió la luz del día. No dio voces; ad- lecto, tantas veces citado: cl- dd mar anuo- porque fluye, y no separa- como la barrera de virtió en aquel momento, supremo para él. algo nioso; mar maravilloso el de la Sinfonía la montaña inmóvil, sino más allá, hacia el asi como un derrumbamiento interior. Sobre cñgris mayor; y que un día, ante el mar la- sonoro Atlántico, por, amor y pujanza de los escombros internos, renació la placidez. tino, juró decir- Ja verdad. Esta obsesión: via- España, padre de. pueblos y camino de Dios. Plañían todos su desgracia y él callaba. Se jera se acusa cada vez más en los j oetás. es- Yo también un día, en mis tierras de Améoperó en su carácter, con la ceguera, un cam- pañoles de esta nueva España resucitada y. rica, en- versos pudorosos que aquí no se diebio singular; desaparecieron las cóleras súbi- recién amanecida. Presentes sólo con sus y. eiy r o n a los cuatro vientos, canté por amor de tas y fugaces y quedó inalterable una dulzura sos, son ini compañía y mi tertulia- en estas Castilla, dé- mar sedienta -la. ruta azul poi rayana en. jovialidad. Procuró Celso Pas no mis vigilias soñadoras de otro eterno sueño donde vino a nosotros España fundadora ser un embarazo enojoso para los suyos; in- sin sueño, v. me arrullan cotí la música de marinera. Obedecí a la sugestión de mi 3 poetentaba hacerla misma vida que antes. Había sus canciones. Y Dionisio- Ridruejo me dice tas, antiguos, y de éstos del dia, ios más enperdido, la. vista; pero en él se había acrecen- que mira iraados, que con alma de vates obedecen, en tado la. agudeza de los demás sentidos. Con el paz y en guerra, A mandato imperial y geo... el verde paisaje con caminos oído, cotí. el. olfato y con. el tacto se: orientaba gráfico del mar. Como si en todos resonase hacia el misterio de Ja- tierra abiertos en la casa y en él campo. iDos- libras. al día, una y los del mar. tari a. nchos y desiertos otra vez la respuesta de Poinpeyo a los mapor la mañana y otra por la. tarde, una lectobajo el peso ¿el cielo, sin destinos. rineros. que, atemorizados por la tempestad, ra discreta le leía libros de su predilección. Y María. Luisa Muñoz me evoca el aire- intentaban disuadirle de zarpar hacia Roma, Estuvo Celso Pas. resistiéndose un año en- cilio déL mar que viene alegrando la sie- a llevar el grano recogido en Sicilia y en África. La traducción latina del grito griego tero a las cariñosas y vehementes súplicas de la familia; no quería: ir a la ciudad a la con- ¡PRÓDUCTORES! La creación de un hogar quedó como una admonición en los pueblos sulta de uti oculista. No quiso tampoco que Sonde gozar el verdadero descanso os lo faci- mediterráneos; Navigarc ncc. cssc, vivera non llamaran al especialista a casa. Al cabo. acce- litará ira préstamo nupcial. Solicitadlo en laa necesse. No es necesario vivir; pero navedió a tanta imploración amorosa. El oculista de Delegaciones de la Caja Nacional de Subsidios gar es necesario. la ciudad le reconoció minuciosamente; acaba- 1 Familiares. FÍXII- Ü S A S S O I N E E U R O PA ABC DIARIO ILUSTRADO DE INFORMACIÓN GENERAL. 25 CÉNTIMOS C LOS POETAS DEL MAR E

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