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ABC MADRID 24-07-1942 página 3
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ABC MADRID 24-07-1942 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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DIARIO ILUSTRADO DE INFORMA- C 1O M GENERAL, 25 CÉNTIMOS M ENTREMESES sécución de copipsas fundaciones; los del Levante, veraniego de cigarras, y primaveral de húmedos naranjales, como Vicente o Raimunsí como, según el antiguo proverbio, no do de P eñaíort; ios del Andalus, morisco cía hay hábito azul sin galón, así tampoco color, pero cristiano de fe, cómo el beato existía antaño comedia sin entremés. En Juan de Avila, que levantaba en la plazuela nuestro teatro clásico, a menudo salvaba éste de cada lugar la cátedra de la Palabra; y a la comedia dé las iras de los mosqueteros ei mayor, hijo del Trueno, Yago, de naturaEra un excelentísimo remanso, que templaba leza palestino, connaturalizado español. Y las situaciones emocionales o preparaba el ánia par de ellos, allí estaba, ya éste físicaménmo del espectador a sufrir con paciencia las te perceptible por los sentidas, el, rezo- coral flaquezas del dramaturgo. Su puesto en la esde la. multitud piadosa que, acaso reiteraba cení, entre la priméra- y segunda jornada, moaquél anhelo perdurable que dice así: -Venvía al corral a olvidátse un poco de la expbsición, que, por lo, común, se desarrolla len ga a nos el tu reino... promesa terna lan- tamente. Así, ei entremés actuaba tanto de rezada como un descenso en arco de todo el poso como de lenitivo. iris sobre este mundo caído, y que será, ciertamente será un día, convirtiendo. en jardín Pocos espectadores oían la. Iba (cuyo argud- é redondas perfecciones a esta gehena que inento solía) ser el de una nave que venía des; es la vida terrestre, como decía G- racián. Y, trozada alpüerto) razón que indujo á los reeíi fin, allí estaba El, el Crucificado, no asido Luis A STRANÁ MARÍN presentantes á, suprimirla; pero nadie dejaba al madero del tormento, sino en veste de Rey, de presenciar el entremés. El entremés, con descubriendo sobre el pecho, -iúl que el blael fin detesta, constituían la salsa de la funsón de- su soberanía, el encendido Corazón, ción. Un buen entremés se estimaba casi tanto que a todos se da. Y la egregia Imagen, so como una buena comedia. Su brevedad de un lado y su gracia del otro, resultaban el mayor bre su esbelto cipo, o- cstípite hacía inacaestimulante, y si al buen entremés sucedía. luebable espejo de Sí de todas las lejanías vergo, entre la segunda y tercera jornadas, una A fantasía, aunque caprichosa criatura, ticales de este aire de Castilla, por cima de buena jácara, ya la comedia podía silbarse, tan ¿es la señora que. abre con dedos de. esta llanura, que hemos llamado matemática íó cómo lo fuéla del Antecristo, de don Juan rosa caminos al pensamiento. Señora porque no le sería posible mejor adjetivo. Ruiz de Alarcón, que el público salía satisfey dueña, sí. ¿Cuántos pensamientos 110 cobija Y aquí de la visión elegiaca que nos sobre, cho del espectáculo. ella como aves- nuevas en nido? Ello fue que vino a punto de tomar la pluma para zurcii: ésLos poetas más ingeniosos de la época de vinieron al que escribe, según se lee en Job, tas líneas. ¿Qué es ahoradel. altómonumento; Lope; aquellos en quienes están: vinculadas to- imaginaciones de visión nocturna, cuando el del Hogar y del Santuario, de la Piedra dé das las gracias y sales de nuestro idioma, Cer- sueño cae sobre los hombres... Y era la pla- la fe y de la raza? La luna de frías platas, vantés y Quévedo, fueron exceptísimos en- nicie matemática, no lejana de Madrid, cabeza que nuestra fantasía disipaba a lo lejos, cubre tremesistas, jue no desdeñaron estos pequeños y. crestón mural del país de España; y el de su piadosa nevada de luz el despedazado cuadros de realismo español, de humor deligranito y elVa- go desparramarse, entre el crepicioso y sátira fina- anfces los elevaron a la ca- aire no estaba dotado de otra, dimensión tante Vallico de los que fueron fustes y basas, que la inacabable de la- profundidad; la luna, tegoría de verdaderas joyas- literarias, chicas ligeras cornisas estelas de armoniosas esculy ¡por la extensión, peto valiosas por el conteni- que es la autora de casi todas las imagina- turas. La barbarie vino un día y destruyó lá ciones, sé apresuraba a- dibujar con. pie de do, por su. observación sagaz, por su intención profunda. La venta, de Qüevedó, que algu- perla el contornó de. todo sotó de aguas o majestuosa composición de sillares, en- que se nas veces se ha atribuido a Tirso de Moli- de todo calvero de cal. Las ag. u as son cortas erigía la efigie del buen Dios, que es ía. luz, na, pasa; por modelo del género. Modelos son en este campo; mucha la pelada tierra yesosa. es decir, la gracia creadora, eternamente opuestambién, perlas de invención, de lenguaje y Y, aquí él viso o cabezo- sagrado. Aquí es- ta a la reptante tiniebla. Siempre operaron de estilo, El retablo de la- s rnarfuillas, El jues tuvo otrora, sobre esta Cima, que ahora pa- sobre- la vida- -la vuestra, la mía, la. dé todos- -de los divorcios, El rufián viiMo y La elec- rece algodonosa; de luna, un alto monumento, y quisieron hacer guerras de ganancia en la ción deJos alcaldes de Pagansxfy de Cervantes. tanto que las estrellas dé la noche se mostra- sociedad de los hombres, esas potestades que ¡De tai manera son singulares los entremeses ban no más qué para tachonarle un formida- desde el principio de los tiempos encubren al del autor del Quijote, que no falta, quien los ble baldaquín. Era el Hogar y; el Santuario Mal, ése que. sala toda primavera de la tie juzgue muy superiores a sus comedias. Cobran a l a vez... EF Hogar de las almas que aquí rra. ¿Por qué... ¡Señor, es así; -y así es a menudo la- altura de las Novelas ejemplares, hallaban, al- llegar -un momento peregrinas permitido! Vinieron los titulados sin Dios con sus mismos tipos de carácter popular, as- del mundo, ¡el reposo y el hastío de la s ficv- ¡ah, pobres bestezuelas de u i fangal! -y tucia picaresca y fanfarronería. queñas cosas -cotidianas. ¡Cuántos rostrosV. qüe quisieron herir a Dios misino en su ImaPero el maestro indiscutible del entremés fue surcó el- rictus, de los Seis Enemigos, cncoH- gen. Roto quedó el alto cipo; rota la basa el toledano Luis: Quiñones de Benavente, -tan. fxaroti- al. rozar 1 a frente en estas piedras, -la- an- solemne que se asentaba sobre la roca. Ya célebre en este género como su amigo Lope helada y dulce pa: z- interior, siquiera por un n- o acuden las alondras mañaneras a volíien la comedia. día! Era Roca dé- peregrinación. Aquí perina- jear en copiosas bandadas, eir tornó a la reGomo Lope introdujo el nuevo arte de ha- íiecía- en efigie el Señor; el- que lo es de estás producción escultórica d l más Santo! A cer comedias, sacándolas de su estado embrio- almas 1 pesarosas tíe fiqaí abajoyxlejos tri- llónes qué vendrían? Las cosas mismas son. una nario, caótico y primitivo, así Quiñones echó de %ol es, qu. e: érran ¡hacia eternidades sin nom- elegía; las elegantes aves matinales, seguralos cimientos del entremés- mejorando y mo- bre; entre. Ja polvareda cósmica de la noche. mente, han partido. Si Iiubiera. uri tumulto dificando el viejo paso de Lope d- e Rueda. No íY era. también el, Santuario común de. una foresta! cercano a estas, ruinas, 3 a voz hojosa poco, ciertamente, -debió a Cervantes; empero huiri- aña: raza; de- un gran- pueblo- -histórico, de la selva diría su lamento. Pero, no hay él le infundió la nueva traza, que. hacía de la que hizo vasallo de sus quillas al mar y fue más ¡que la llanura; -no- más: qiie las distanpieza una especie de breve, comedia satírica, capitán cruzado del Dios que allí moraba. cias, que antes lo- espejeaban a El, ahora do. de intención á flor de piel, donosa y desenfa- España se veía; compendiosamente reprodu- loridas. de ausencia; ¿Qué hacei ¡España; erige segunda vez dada. Ésta comediéta comprimida (a veces cida en el Cerró- de los -Ang. elés y, adherida 1 constaba; dé- primera y. segunda parte) preten- a lá efigie dé Cristo, que; allí se erigía. -dá. u- tu Hogar Y tu Santuario: vuelva- ia, efigie día: corregir los vicios sin herir el respeto debi- dose a los. hombres por el amor, de: su Cora- de Cristo a. posar nuevamente eri mitad del do- a ¡as personas. No obstante, en algún mo- z ó n E n efecto, -tierra de santos fue ésta; y solar, ilación al! El se mostró a Margarita en mento se. le. fue la mano; mas, eñ. general, aún lo es. ¿Qué mucho que en mitad del aus- la llama viva de su- Corazón; prometió a mantúvose fino, delicacjo y correcto. Su. valor tero solar se levantase el ara de E l? S í en- Bernardo de Hoyos su reino de España. Ten ¡principal radica en la acabada pintura que hace tornad ios ojos- contemplad, si vuestra: iniá- gamos ahora a flor de labio las palabras de las costumbres def tiempo. De modo; qüev ginación os es sierva suficiente, la larga, dés -l que ya nos nacieron en el corazón- Señor. insénsiblemenfé, dé su concepfción del entremés liilada de augustos evocados, que aquí pare- quisieron abolirte. los que no saben lo que ísurgió en seguida el- sainefe. se hacen, porque no ssjjeri que eres Tú inip. No íiay. fiesta teatral de entonces (desde 1620 cían congregarse, ijiyísibléíne nte. ü. tornó ¿Se TÓ el señorío de la etern. idad. y que 110 puelas- muchedumbres humanas, invisiblemente rió 1 1 a 1650) en que, para dar relieve- al, e- speetácu, des pasar; quisieron alejarte de España, ylo, no se ejecute algún entremés, de Quiñones. sabidos, pero- presentes. Eran los santos es- 110 sabían que España te perte necc Ni se conocería, la vida íntima de aquel perío- pañoles; los de comarca viscosa- v- paramera do del siglo XVII sin- esta colección de cuadri- ¡de sol, como Juan de la Cruz o Teresa, que habían agotado Ja, s sendas de España. -en per- J tos de costumbres- populares rebosantes, d? P I AB L DIARIO ILUSTRADO DE INFORMACIÓN GENERAL. 25 CÉNTIMOS) B) B A cardía y de belleza. No sólo se inspiró Quiñones en Cervantes; muchas veces murcia a la letra los mejores rasgos de Quevedo, sus chistes, agudezas y Retruécanos más conocidos (ello le valió algún rapapolvo del grave señor de la Torre de Juan Abad) pero se aprovechó de ellos lindamente, -los acomodó con cuidado, los engastó con soberano arte de orífice. En el entremés de La capeadora copió a Quevedo el del Caballero de la Tenaza; en El retablo de las niaravillas, el chistoso y profundo de Cervantes, que lleva igual título. Pues bien: no desperecen de los m. qdelos; y aun diría que ofrecen, mayor movimiento, perspectiva y técnica teatral. Y todo dio pulcro, finísimo, decente, suave, en versos cinceladísimos, sin una locución- que desentone, sin chabacanería, sin vulgaridad: un prodigio de ingenio. EL C E R R O D E L O S ANGELES -v Á

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