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ABC MADRID 07-04-1942 página 3
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ABC MADRID 07-04-1942 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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DIARIO ILUSTRADO DE INFORMACIÓN GENERAL. 25 CÉNTIMOS) S AIRE DE PRÍMAVEfcA DEL EMOS, abierto la ventana para ver la (primavera. Nada nos da una impref q sión más perfecta de viaje. Hemos iy T U C A S v e c s e a g Y I mación müssíflinianá declarando al llegado a la estación de. la primavera. E! inundo, en realidad, recorre un trayecto de- J V J L fascismo; como directo heredero de la masiado limitado; y demasiado conocido. Lo Revolución Francesa; quizá su aparente auhace, además, con un horario exacto, tal dacia veló siempre, la profundidad que encomo marca el calendario, que es la guía del trañaba. También en España la juventud- nacional, viajera. ¿A cuántos estamos? Pues mañana, exactamente, llegamos a una estación, cuándo se agitaba contra la violencia marxis- á la estación de lá primavera. Pero ¿es po- tá, afirmó con claridad luminosa su. Noluntad sible, decimos, que con un día como éste, de salvar todas las conquistas del hombre, con frío, con lluvia y con viento, estemos al cristianismo, debidas en lo esencia 1 pSun que en primavera? Ahora que esta mañana la muy variadamente manifestadas en la? políluz era tan fuerte y el aire tan sutil, que no tico. t -vü, hemos podido resistir la tentación de abrir la Una dé las nuevas consignas que se. lanzaventana para que entre por ella la primavera. ron alrededor de 1931 fue, precisamente, asjué- El paisaje hasta el confín parecía creado lia que planteaba una cuestión, más que de para que le pintasen, y en realidad no hacía quintaesencias, de procedimientos válidos, mofalta, pues él mismo era pintura. Parece un dernos, útiles contra la subversiva, actitud xuadro, oímos decir ajgunas veces a gentes marxisíá, y que simplemente se enunciaba que no suelen ser habituales dé los Museos. asi Frente o; los liberales, somos acttiales. Y, en efecto, la Naturaleza se esfuerza cier- Terrible, actualidad, que suponía la, quiebra tos días para dejar de ser Naturaleza y pa- de, un orden suave, inerme ante las vandalia recer un cuadro. Es. una cierta ambición- fe- cas acometidas de los qué pretendían inipomenina La de, parecer pintada. El paisaje, ner Un sistema por la fuerza de lá ¡huelga, geesta mañana, parecía una acuarela. Pero aun neral revolucionaria, El sentido del momentanto como el color maravillaban en Q los to real, la apreciación cruda de la situación perfiles. ¡Qué. bien dibujado; qué magnífica- otorgaron razón de actualidad a quienes se mente dibujado! Los álamoá d e l r i o Comen- negaron a perecer en el. sopor de juna ideolozaban a sonreír con los primeros brotes, pero gía sin medios prácticos de defensa. aun no habían perdido fas ramas esa pureza Sin embargo, las fuerzas nacionales que de dibujo sobre el cielo, que descubre un lápiz fino y una mano firme Y. las montaña? se aceptaron la- batalla al marxismo en su pro- -nos mostraban también con un perfil qué no pió terreno, en el de la violencia, lo hicieron admitía un escape. a la duda, a la divagación a guisa írde superadorés de la inercia liberal, o al equívoco. El hombre acaba pot compren- jain ás a iaigulsf s; del amor a una vida mecader una cosa, no cuando la ve, sino cuando nitódá. y ométrica; Por el contrario, iodos 3 a dibuja. Por esto el dibujo es la expresión h rrrofeQuét defe; ndér ja primacía delés más pura y exacta, del conocimiento. En lo píritu c n sus imprescriptillés fueros, el res profundo dejas cavernas los hombres dibuja- peto a injcialiva privada, moviéndose en ban. Aún más. que la palabra, en el comienzo ambientes jugosos y espontáneos, la exaltade Jas cosas es el dibujo. Pues bien, aquí nos ción de la dignidad humana consagrada por hallamos desde esta ventana, que tiene su mar- nuestra rga- tradición. co, como los cuadros, ante un maravilloso v Dela- flojedad- y artificio liberal al her: dibujo de primavera, levemente coloreado a metismo staíinia fio, hay tal margen, que há; la acuarela. La precisión y exactitud, del llase en el H Jgadam? nte campo, para una podibujo apenas nos deja vei el coloi Y é ta lítica vitaliáta organicé; es nuestra primera impiesion, que las cosas Inolvidable será el secreto del 18 de- julio: en- primavera. buscan su foima, se esfuer- la unánime reacción psicológica, de! pueblo zan fpor; encbntrá r su forma, se dibujan a si español, temeroso de una 1 polínica rÍj Wártiéíite mismas, ir HayJ dos clases de pintura una metálica, que gradualmente SernosJ? y níá eáque esid éí marco para- fueta, v otia del mar- cima, en la qtie el- hombre aesapátéc. ía no eó. -para, adentro. Cuando decimos de un pin- por la acción de las pistolas marxistes, que tor que, pinta él. aife, quéiemo decir que pin- la muerte es tránsito para una vida mejor- -t a d e l mareo para adentro. Pues bien, e te paisaje está pintado, dei marco, para dentro; sino engranado im como una piees. decir, que lo inefable que descubrimos en za inerte en el fabril funcionamiento de un él es el aire. Un aire de primavera. Todas Estado colectivista. Los combatientes que regresan dé. Rusia las cosas flotan y se mantienen dentro de este- aire de primavera, tan inmóvil, que nada subrayan unánimes el aniquilamiento del ruso sé. mueve dentro dé. él. Entre el aire y el como hoínbreS el mecanismo estatal cotnujiís- sol crean esa facultad maravillosa que se ta ha matado los espíritus, ha acabado con llama transparencia. ¡Gracias a ella nuestros la vida interior, toda ella cristalizada como ojos pueden llegar hasta los confines y com- las aguas heladas de sus lagos en invierno. prender írtégraíñente lasícosas. Con éstejaf r Rusia ya no es más que un paisaje sin almas. de primavera qué bien entendemos; el mundo. Pues btán, éstas impresiones directas serviNada se mueve. én- el paisaje más de; rán de refresco en la meditación de los punpronto surge en ej camino una muchacha tos de partida v de llegada procedimiento con un pañueío rojd a la cabeza. Su paso es único, de no incurrir en desvíos, para todos fuerte y decidido; Su ritmo, flexible; el co- perjudiciales, de la ruta original. lor- dé su- yestido; primaveral, y priiriaveraEspaña, país mediterráneo, c- riítiaae fuerJes también ÍOs; rizos dorados que se dibujan te, con solera de antiguas civilizaciones, 1 0 en el aire como, las ramas del álamo. Todo puede creer ni en el hombre- ángeK -és 4o s el paisaje parece, concentrarse en su figura. doctrinarios liberales, ni en el %o nibre pte Aun las. formas más- lejanas llegan a ella y za de recambio de los regímenes m tériaMsla: eñ- vuehren) ia aprietan, l i empujan... Se t s. No vamos a desdecirnos de Ib qué sirvio aleja- pióca. 1 a ¿poco, y; convelía, fluido, ley en horas. de proselitismo: las fórmulas, están transparente, sé aleja el aire de primavera. en decadencia, las recetas políticas no existen ni áfigelés m máquinas, creemos sencillamente en los hombres. I FRANCISCO- DE COSSIO JAVIER l DE BEDOYA DIARIO IillIStRAPO frE INFORMACIÓN GENERAL. 25 CÉNTIMOSM) g VIDA LIMPIA Y BUENA H MUERTE QUEL, soldado, qué, corriendo abril Se 1547, se arrojó a las aguas del, Elba, x 7 ¿desnudo, la espada entre los dientes, seguido ie unos pocos compañeros, cruzó el río a nado bajo 1 a. lluvia de balas, tomó a cintarazos en. la orilla enemiga cincuen fa barcas y regreso con iilas para q ue: ia manguardia del duque de Alba embistiese rílientras el gr. ueso con- Garios V, la Infantería a. la grupa de los. inseparables jinetes húngaros, encontraba los, vados; aquel héroe a quien eí gran 1 duque hizo ailférez sobre el campo, era, setenta, a- ños después, el coronel y maestre de campo gobernador perpetuo del- Ducado de Luxemburgó, don Crisr tóbal de Mondragón, v. que en su mocedad ahorcaba los manteos de estudiai te de Salamanca y. se salía, caminito. de Flándes, cantando la copla de a la guerra me lleva l a necesidad porque sentíase; demasiado hidalgo para mendigar la- sopa boba de los conventos y servir en la compañía de los capigorrories y tunan- tes. peco ¡quién conocería al gallardo soldado de- Mühlbe. rg en axjtjél gran señor y venerable, anciano, que apenas si podía trasladarse del lecho a la mesa de trabajo, abrumado, más que por ti; peso- de. sus; noventa años, por el de los laureles recogidos en todas las campañas que asombraron a Europa! Habíanle- anunciado que, él, burgomaestre de la, Ciudad y, los caballeros principales y los rapresentantes de los gremios irían a besarle las manos. y hacerle ofrenda de una. rica espada. Con más energías ue fuerzas, y- la ayuda del sargento mayor H- enduiña y: del galeno de la Coronelía, vistióse Jas- mejores galas y se ciñó el aceró véteraífo que el propjq Emperador le regalara y nó le había abandonado en su larga, vida, militar, Así arreado, oyó la misa cotidiana, recibió elSacramento, y como si Dios quisiera encontrarle dispuesto, acometióle un desmayo, a cuya vuelta de él tüvo la certeza 1 dé sú po strer irtstarite. Daban las ventanas; del aposento a la, gran plaza de armas del castillo, donde a la sazón se ejercitaban las; compañíass y aunque Jos asistentes q. ufenantácostar. le, pidió- que le, llevaran eL sillín 1 juntó. a. lá tventatiíi próxima- para morir- (expresó con voz débil) niirando a los que con él vivieron toda su vida Cumplióse su deseo y quedó el anciano la vista fija en los soldados j ñiovía la cabeza aprobando la perfecta ejecución de los ejercicios, y una vez ya no la levantó más; estaba muerto. A ese tiempo entibaban, en la estancia los luxemburgueses con el espléndido regalo de la eapa da d 6 puño de oro. y de dia mantes. Dolor profundo causó a todos la vista de a quien querían como padre y señor; besáronle las manos yertas, desciñéronle la espada vieja y gloriosa, y colocaron en su lugar la que traían, saliendo conmovidos cuando ya las campanas de los templos doblaban y acudían al -las gentes de toda condición. Jd díá sigu nte diós tierra abeadáver en iBi- dapilla íleb io- de lastorre de ia- iglesia de ntfi! MaPíff, y -arribs, sobte la caperuza del carrip; ri 3 ri 8, pusieron los nobles luxemburgueses, a guisa de pararrayos, la vieja espada de aquel a quien el duque dé Alba diputó por el mejor soldado del mejor Tercio de la Infantería española. Luis BÉRMUDEZ DE CASTRO

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