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ABC MADRID 29-03-1942 página 3
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ABC MADRID 29-03-1942 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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DIARIO ILUSTRA; DO DE INFORMA; C. ION GENERAL, 25 CÉNTIMOS) S DIARIO ILUSTRADO DE INFORMACIÓN GENERAL. 25 CÉNTIMOS S PASTORES DE BELÉN LAS SANTAS MUJERES NOLI ME TANGERE UANDO se aproximaban los días de NaL alba se acerca. Y hay una imprecisa E vez en vez. un legionario, destacado vidad, aquel viejo amigo desalojaba luz en el cielo de este país judaíta; del puesto, adelantaba hacia las crula. más espaciosa de sus estancias para ces. Y, alargando la caña de agonía, ópalos lácteos por oriente van ganando elevar en ella el retablo poliescénico de su refrescaba, con el hisopo, empapado eii vino, el violeta de río dormido que aun tiene la Belén; como en colina de suave declive, ba- las fauces de ios enclavados. noche. ¡Y Nizán expira, como expiró ha rato, jaban, desde el techo de la cuadra hasta la Entonces, de altura de nuestro pecho, los caminos abiertos surgían gemidoslos bultos postrados en tierra, seguida de su cortejo de brisas, la nave claentre la espesura ungida con ramas de olivo, tas Mujeres, ya humanos. Era que las San- ra de la luna! Y es un huerto, -un breve huersin lágrimas y sin fuerzas, de romero y sabina, y los arroyos de cris- rendidas, agotadas, inanes, se agitaban eri el to de higueras, de algún egregio sicómoro y tal recortado. Se alzaban, de trecho en tre- milagro de sus ternuras, incorporándose en el de sombrío herbazal. El sepulcro donde lo cho, menudas casas de labor con su averío suelo y mostrando, bajo los mantos, sus ros- enterraron a El hace tan poco tiempo, ¿no es y ganado, y con el afán de mujeres haceñ- tros de Dolorosas. Adelantóse Juan al puesto, verdad? ¡hace tan poco tiempo! está vacío. dosas que trituraban el grano en morteros o con aquella solemnidad viril y aquella suavi- Apenas quedaron sobre la piedra santa algutendían la ropa, recién lavada, en las. már- dad; enérgica del amado discípulo Y de- nos lienzos. Los discípulos vinieron, y. con genes de los rabiones; y, por el más espacioso mandó permiso, al. Centurión para allegarse de los caminos, descendía, hasta las ruinas hasta la Cruz áeX Maestro. El Centurión, es- ellos Simón Pedro, porque los trajo dé la del Portal Sagrado, la caravana de los tres toico, se encogió, de hombros. ¿Qué podían manp y del hilo cantarino de fontana de su Reyes. importarle a él, foniano y quinte, gentes bár- voz María Magdalena, y advirtieron que El Pero lo que más gratamente recreaba nues- baras y misérrimas, emparentadas con los ya no estaba allí. Pero el día se acerca, y la noche se va. Y las cosas- -todas las cosas, hitros ojos eran ¿as. figurillas de los pastores, reos? 0011 sus corderos al hombro, o el gallo entre Sonó la voz de Juan, balbuceando palabras jas de Dios- las higueras aquellas; el sicóJos brazos y la sera de frutas multicolores en de misericordia. El; iCénturióñ lo escuchaba moro, solitario omo un humillado gigante, 3 a cabeza; algunos de ellos, después de tan- apenas. ¿Qué hablaba aíjiiel mozuelo imberbe sumergidas están en la solemnidad de. un hotos años y leguas, mostraban maltrechos cier- de caridad y del reinó Ée los cielos? ¿Qué sanna sin palabras, emanado de los cuatro tos extremos de su cuerpo o cualquier detalle reino de los cielos eja aquél de donde des- horizontes. Todo es soledad; todo inmerso, de su adorno, y, aun con ello, se erguían cendían, con la tormenta, el fango y. la inco- como la red del pescador en el agua infinita, desdeñosos del mal y orgullosos de su cami- modidad? en. esta paz sideral y expresiva de la noche no hacia Belén. Luego, al pasar los días de t Tornó el discípulo a hablar del Maestro. que acaba. ¿Todo enteramente? No, que una k fiesta, tornaba el estrado a adornarse de- ¿De qué cosas era maestro ese hombre? mujer llora junto al Sepulcro. ¡Llora por ella cortinas y muebles, y las figurillas de barro se escondían en rincones vedados a nuestra- -interrogaba el Centurión- ¿Qué os ense- y por todas las demás mujeres que luego creeñaba? ¿Qué aprendisteis de El? curiosidad infantil. rán en E l! Es María Magdalena, que se de. Muchas veces, pensábanlos en ellos, ya Al cabo- displicente, hizo una seña al Decu- cide a mirar la tumba y ve dos ángeles, amigos nuestras después de sus apariciones rión y las Santas Mujeres, en pos de Juan, en haldas blancas, que están sentados, el uno isócronas, y hubiéramos querido librarlos de penetraron en el círculo de las cruces. María, a la cabecera y el otro a los pies de donde el su prisión ignorada, más para nuestro recreo Madre de Jesús, sostenida por Marta y Mag- cuerpo de Jesús posó. Y los ángeles hablan. que para sji bien; pero, cuando sentíamos dalena, caminaba como una sombra, con aquel Mujer, ¿por qué lloras? Y ella tremesu ausencia con mayor angustia era al mi- rictus angustioso que había de santificar el rar los sayones del ¿aso de los azotes, que dolor por los sigjos de los siglos. Marta la ce, como la rama del sauce, cuando la orea el cruzaba ante nosotros entre retemblar de fa- consolaba con piedad sumisa y Magdalena otoño: Porque se han llevado a mi Señor, rolillos, ejn la procesión del Viernes Santo, con la poesía de su llanto. y no sé donde lo han puesto! Ingenuas Detuviéronse ante las cruces. En la de en- palabras, dobladas de una poesía de niña y de Nos imaginábamos que aquellos pastorcillos hubieran venido, de estar libres, en ayuda medio, más alta y recia, manando sangre por mujer. Y mira en torno. Pero, he. aquí una de Jesús Nazareno, y, luego de ahuyentar a las llagas de sus tres clavos, por las espinas sus verdugos, le hubieran curado las llagas de su corona de ludibrio, por los costados, en- augusta Sombra. Y es Jesús. Pero, ella no y volverían a traerle corderillos y frutos... treabiertos a lanzadas, Jesús de Nazaret, la sabe que es Jesús. Y El le reitera las mismas No era así ningún año y, cuando pasados los faz cárdena y la mirada vidriosa, era como acariciadoras, preguntas de los ángeles: Mujer, ¿por qué lloras? ¿a quién buscas? Y días y los meses, aparecían de nuevo en la una; lámpara que se extinguía. sala, caminando en estática marcha hacia la El viento hacía crujir las cruces. Recia- ella, que piensa que sea aquella Sombra la estrella, nos sentíamos tentados a contarles mente azotaba el agua a los enclavados. Por del hortelano de aquel huerto- ¡candor inelas lástimas que ignoraban sus ausencias. los cielos rodaba el carro del Señor con los fable en que se mezclan el Salmo y el IdiDespués, y ya de madura la razón, al pa- estrépitos del trueno. En la tierra temblaban lio -replica: Si Tú lo has llevado, dime sar nuestros ojos por los relatos de ayer o los montes y se encrespaban los océanos. La dónde lo pusiste ¡Ella se arrastraría entre al abrirlos frente al remolino de las horas, profecía iba a cumplirse tal y como la enun- breñas, ella conquistaría los lejanos valles y hemos pensado, muchas veces, en aquellos pas- ciara a los atenienses Dionisio. las lejanas montañas por hacerse del amado tores amigos de Jesús Niño y ausentes y leDesde abajo se oyó un gemido en la cruz Cuerpo! Pero, la voz de Jesús, con un halajanos en los dolores de la Pasión. Muchos de del Maestro. Las Santas Mujeres se estrego, que es a la vez terciopelo y cristal le dice: ellos eran mozas en Belén y todavía jóvenes mecieron. ¡María! Y ella, que lo reconoce, ¡lo amacuando el Soberano anunciado por el Ángel- -Madre, he ahí a tu hijo. Hijo, he ahí a ba tanto con una mística adoración! y que cruza la calle de la Amargura; y no hay ningún relato que anuncie su presencia en ella. tu Madre. inclina la frente hasta la tierra, como luego Tal vez, tendieron los fariseos su red de Escucharon con los oídos del corazón. Pero harán tantos millones y millones de mujeres, silencio o de falsedades sobre las frases y las Jesús ya no habló más. susurra ¡Maestro! Y quisiera asirlo! ¡Es palabras de Jesús, y quedan no recordados o El alma de María voló con las palomas El en cuerpo real, El mismo! Pero El le incomiprendidos sus actos y doctrinas. Tal vez, asustadas hacia el pesebre nazareno. Ante las dice: No me toques, porque aún no he subido fue únicamente pereza de pensamientos o miradas dg- Juan cruzaron las visiones de poquedad de pecho en aquellos que estreme- Patnios. Entonces, aguardando el desclava- a mi Padre; mas ve a mis hermanos y diles cieron urna, autora, con su alegría al escuchar miento, las Santas Mujeres prosternáranse. Y que subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi el Arriba los corazolies del enviado ce- la lluvia, azotándoles los rostros, se confun- Dibs y a vuestro Dios leste; pero en esta inolvidable ocasión, como dían con el llanto. en tantas otras que ya se olvidaron v se haY María, vestida del fulgor d e la revelaSe había puesto 1 sol. Por el monte fle los brán de olvidar, los pastores de Belén están Ajusticiados descendía hacia- Jerusálén un ción, parte, el cabello que fue oleoso de miencerrados, por no se sabe, qué maleficio, rras en crispatura, el peplo desceñido, a proen un insospechado rincón. O, si alguno le hormiguero de curiosos. Sonaban las trompetoma el azar frente al drama, dirá, con las tas de la Torre Antonia con la retreta militar. clamar la resurrección del Hombre ante las palabras que Anatole pone en boca de Pilatos: Entre los vendedoras de agua y tortas de rniel gentes de Jerusalén. El Dios del amor no po- ¿Jesús de Nazaret? Jesús de Naza- dos mujeres lujosas, con mitra babilónica, día manifestarse resurrecto sino por esta pura bromeaban ¿con Barrabás liberto... escena del amor que auna Criador y criatura! ret. ¡No lo recuerdo! G D E MARIANO TOMAS b DE CASTRO FRAMK M

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