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ABC MADRID 24-02-1942 página 3
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ABC MADRID 24-02-1942 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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DIARIO i n i s j KADO DE INFORMACIÓN GENERAL. 25 CÉNTIMOS t DIARIO ILUSTRADO DE INFORMACIÓN GENERAL. 25 CÉNTIMOS W nuras de Castilla, y yo advierto que el paisaje González de Amezúa Epistsikirio da Lope no está fuera, sino en el libro. Voy ascen- de Vega Carpió. Introducción y texto, que N libro para el tren. Es curioso que en diendo en tel camino de perfección. pocas veces se ha logrado, como en ella, una el viaje muchas veces preferimos un Ya tenemos una perspectiva para penetrar tan exacta descripción del Madrid abigarralibro al paisaje. Esto quiere decir que, en el estilo de Azorín, y hoy podemos decir do de principios del xvn, que corresponda inmóviles en un ángulo de nuestro cuarto, que ningún escritor de nuestro tiempo ha a la data de las epístolas, ni de éstas una tan cou un libro entre las manos, más bien que influido tan decisivamente en el estilo de sus clara descriminación histórica y gráfica. leemos podríamos decir que viajamos. Las contemporáneos. Precisión, exactitud, senciSessa, el duque fatuo y mujeriego, pretencompañías ferroviarias tienen en un lugar de llez, claridad, transparencia, algo que no nos diente eterno de mercedes reales, contrapelas estaciones una breve instalación, a la enseñaban en aquella asignatura terrible que saba sus cualidades negativas con una desque, hiperbólicamente, llaman biblioteca. Nada, se llama Tletórica y Poética. bordante afición a las letras ajenas y una en apariencia, que disuene y desentone tanto El tren corre por los campos de Castilla, rara manía de coleccionista literario. Sucecu una estación de ferrocarril, entre el humo, rastrojos, encinares, pinos, olmos, puebleci- dió lo increíble; y fue que todos los borrael estrépito y el insomnio como una biblio- tos... Corre el tren con el mismo ritmo claro dores de novelas y comedias, cartas, adverteca, y más aún si entre los libros de esta bi- que mis ojos sobre estas páginas, que ahora tencias, consejos y aun avisos de Lope, su criado que llegaban a sus pecadoras mablioteca descubrimos, por ejeniplo, los Diálo- se han impreso para que los niños las lean. nos, los guardaba cuidadosamente o los cogos de Platón o el Mitofo de Descartes. Y, FRANCISCO DE COSSIO piaba, de su letra, tal vez para presentarlos sin embargo... en este viaje, saltando de un como suyos en sus intimidades amorosas. título a otro, me he detenido en uno ará Más, todavía. Los encuadernaba muy luego, mí muy conocido, en un l i b r o titulado con verdadero mimo de bibliófilo. Pasaron Visión de España, por Azorín. ¿Qué hay los siglos, y el polvo enterró, en el ducal ardentro de este volumen? Debajo, del título chivo, aquel tesoro fabuloso, hasta que un leo, en letra menuda, páginas escogidas, por humilde bibliotecario de los duques, Sanz de Erly Damiéri. Si son páginas escogidas, clala paciente tarea de coro que yo conozco este libro; yo me precio UIZÁ no se encuentre a lo largo de nues- Pliegos, entregóse a literarios de Lope, que piar originales de conocer todos los libros de Azorín. Y, tra Historia, tan llena de caracteres, halló los sus rebuscas, para formar una coen sin embargo... Ya estoy instalado en mi- i un carácter tan español como el de perdida el departamento. Me dispongo a reclinar mi ca- Lope de Vega Carpió. En él se dan la sen- lección, Lope, enpor desgracia, Pero ella, gusEspaña y se beza en las páginas de este libro, aun mássualidad y el misticismo, el pecado y el arre- to por vez más intenso. fuera de críticos Agudos amable y suave que una almohada de viajei pentimiento, el orgullo y la humildad, el vue- hizo cada habían vislumbrado en el gran dramático Porque reclinarme en este libro equivale a lo caudal del pensamiento y el apego a las al verdadero creador del teatro nacional. Don reclinarme en mi adolescencia. Nuestras nos- pequeñas y rastreras cosas de la vida... Agustín Duran fue uno de ellos, y embebido talgias necesitan un punto de apoyo que, en ¡Magnífico ej emplar humano, que hasta en en la exégesis de 1 Lope dióse al. afán de counos, es el paisaje; en otros, la música; en sus- más increíbles caídas está iluminado por nocer el hombre Y halló las carias. otros, los libros. Y en este instante viene a una ardiente fe en Dios y un amor entraña- ¿Cuándo? Amezúa coloca el felicísimo hami recuerdo, para avivar mi nostalgia, un ble a la Patria! llazgo en el decenio 1830- 1840. Fuera de lujardín. La casa era grande, con salones ceEl siglo de oro de España resplandece en gar estaría una referencia do las vicisitudes rrados y pasadizos oscuros en los que colga- torno a tres figuras gigantescas: Lope, Que- de los cinco códices de cartas autógrafas y ban cuadros que no habíamos visto nunca. En vedo y Cervantes. En sus vidas ha buceado de los trabajos de. Schack, La Barrera y la casa había muchos libros, muchas genera- la investigación ahincadamente, tenazmen- Fernández Guerra- sobre- éstas, mucho, más. ciones que habían leído; pero yo entonces, te, en una pacientísima labor que cada vez cuando, son tan conocidos sus episodios; pero en los albores del siglo, estaba ansioso de no- descubre nuevas facetas y nuevos matices. nos interesa decir, en reverencia, a la verdad, vedades. Y conmigo lo estaban mis amigos. Pero la crítica no ha logrado penetrar, toda- que la obra de González Amezúa es un verDesdeñábamos a los viejos, como no tuviesen vía, en algunas zonas- anímicas, oscuras o dadero monumento que agota la materia. tres siglos, y leíamos ávidamente a los nue- desdibujadas al menos, del señor de la Torre ¿Qué podrá decirse después sobre esta riquevos, a los que llamábamos revolucionarios, si- de Juan Abad y del ex cautivo de Argel. Po- za epistolar, que no se haya dicho en el esquiera tuviesen un sentido tan entrañable- demos seguirlos, casi sin solución de conti- tudio del doctísimo académico y en un estilo mente tradicional como Azorín. Y en mi casa nuidad en el ambiente que los rodea, en susterso, fluente y de una rancia estirpe castehabía, un jardín, y en el jardín un rincón reacciones frente a la adversidad o la fortu- llana? oculto, adonde no llegaban las diatribas de na, en. su bogar, en los instantes mismos en Petra, la vieja criada, desatándose en impro- que la afilada pluma de ave lega a la posteriEl duque, su secretario, los amores ducaperios cada vez que rne veía con un libro en dad sus obras... mas no en los repliegues pro- les, las tercerías poetiles, la vida literaria del fundos, del espíritu, en el clamor de la pro- Madrid de a decimoséptima centuria, la ideo, la mano, porque iba a perder la vista de tanto leer. Las confesiones de wt pequeño filó- pia conciencia, en esos desfallecimientos mo- logia, la historia clínica y el carácter de sofo, Antonio Asorín, La voluntad, La ruta rales que señalan, inevitablemente, una caída Lope, las amantes del poeta... todo, adquiedolorosa o en esas confesiones que el sub- trazos seguros y perfiles que no se desdire, de don Quijote... consciente nos dicta, a veces, y de las cua- bujan en este estudio, que ni en urt punto siEn realidad, ahora, a través del tiempo, lo les no tenemos tiempo, jamás, para arrepen- quiera tiene la frialdad da la investigación veo claramente: lo que a mí me sujetaba en timos. En Lope, sí. El alma de Lope la co- sobre textos y en todos se orea e ilumina con los libros de Azorín no eran ni las ideas, ni nocemos hoy mejor, mucho mejor, que las viento y ej. sol de la calle. Para, llegar a el í. is imágenes, ni la pintura de costumbres, ni de aquellos seres que nos rodean, incluyendo esta penetración en la lejanía, ¡qué tarea de el sentimiento del paisaje que- por primera a los más queridos. Las cartas de Lope de años y años y que amor, sin desfallecimienvez entre nosotros, aparecía en un libro con Vega a Sessa forman el monumento humano tos, por el personaje biografiado! un sentido independiente y autónomo; lo que más completo, más penetrante, y más sinceEn el tomo III de Amea mí me sujetaba a los libros de Azorín era ro que se conoce. No pudo suponer nunca zúa se insertan 359lo s publicados porclasificartas. el estilo. El estilo representa en los libros su autor que aquellos billetes rápidos, escri- cación tan ciará, qué estudio ¡Y qué más completo ío que el dibujo en los cuadros. Las ideas, tos con descuido, en papeles sobrantes, que de. la grafía y cuánta aguda observación las imágenes, los sentimientos necesitan un líablan de amores y tercerías, ambiciones e in- sobre el modo de escribir de Lope! De esas perfil; pues este perfil es el estilo. Entendá- trigas con vayas y zumbas; que nos muestran cartas, cuidadosamente acotadas, ¡cómo surmonos: la retórica es la pintura, el estilo es la altura a que un hombre puede subir y el ge el alma de Lope con sus cumbres y sus abismo: en que puede caer; que no recatan el dibujo. en las tormentas y en las las más tremendas debilidades; que son, a un abismosj igual a sí misma, huyéndose calmas, Pues bien, en este libro breve que se ha siempre y bustiempo, títulos de nobleza y afrenta, en una cándose hasta encontrar la Misericordia Diimpreso con la intención de que los niños aprendan a leer en él, se halla el proceso, el impresionante duplicidad, se proyectasen, un vina I día, -en: el desarrollo, la evolución, el perfeccionamiento miseria de futuro. He ahí. la grandeza y la Queremos rendir a la, Real. Academia- Eseste epistolario en el que la plu- l del estilo- de- Azorín. Y en este libro, adver- ma tV Loo convertida en pincel v pintan- pañola y aGonzález de Amezúa, qüe ha sabido timos toda la fuerza del estilo de Azóf- ín, do sol i el 1 tuzo a b och v os u auf cumplí- de este modo el honroso encargo que hace libros de fantasía, sin tener; fan- retí x 4 fe i i lila dJ Sgl? tf ti iste que aquélla legdiera, nuestra respetuosa ad 1 tasía, no más que por el e s t i l o Para císr o1i L i o 1 i lo comí aific n. Es así como se señalan al mundo Azterín, la palabra no. es un producto- teíl éo v ores más puros de España; aquellos xivo de Ja vigilia, sino el medio adecuado de la r i 1 librean cauces y, dieron rumbos al penih 1 i hi lo c na expresión de los sueños. En este aspecto, 1 eito universal. T ígo i n i i 1 i de 1 e cen pro j Azorín es uno de nuestros más formidables J. LUSAKA: DE LA T 0 RB. E poetas. Corre el tren por Castilla, por las lla- funda delectación la obra de D. Agustín LA VIRTUD DEL ESTILO U Q LAS CARTAS DE LOPE DE V E G A POR AMEZÚA

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