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ABC MADRID 01-10-1941 página 8
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ABC MADRID 01-10-1941 página 8

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página8
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c Días de la fundación del Tercio y de sus primeras intervenciones heroicas El comandante F ranc o manda la primera bandera. Nace un nuevo estilo: el directo, el legionario, que abre el camino de la gloria ON el limpio castellano de don Antonio de Solís, sin abalorios de adjetivos, debe escribirse el elogio militar de Franco. La prosa sencilla y circunspecta, del historiador que in- tuyo perfecta, aclarada en distancia de tiempo, la vida de Cortés, sería la mejor para recoger la historia, que ya es de España, del gran soldado y capitán cuya fiesta se cuenta entre las nacionales de d i g n a conmemoración, porque en ella se alza a la suprema g u í a y responsabilidad quien llegó, al caudillaje por largo y estrecho camino de servicio, en soledad de elogio, sin más guía que la consigna rígida, sin ecos propicios a la hazaña inicial. Quisiéramos para el elogio del Caudillo ese estilo en que Solís fue maestro. La pluma talla, a golpe fino y fuerte, la figura del héroe, y sus virtu des sustantivas destacan nítidas, sin la ca- imperecederaji los duca fronda del adje bravos que cayeron tivo. Otra conquista por España. (Archivo de La Nueva España Zegri. ha sido la de Franco, como aquella de la población y progreso de la América septentrional -conquista de México- que el clérigo, historiador y poeta, escribió con preclaro estilo. Y ya que de don Antonio dé Solis quisiéramos el modelo, recojamos estas palabras: No suele ser el último afán de la guerra el vencer, pites tiene sus dificultades el seguir la victoria; debemos todavía recatarnos de aquel género de peligros que andan muchas veces con los buenos sucesos, como pensiones de la humana felicidad. Así hablaba don Hernando Cortés a sus soldados, en cierta ocasión, según Solís refiere. Esta atención al rédito que la Victoria cobra, dice cómo el servicio del Caudillo es una permanente ofrenda de la vida, con guardia celosa así en la gaba africana como en la selva de la política del mundo. Siempre una consigna: España. El militar sabe mejor que nadie lo que este nombre compendia y obliga. Hasta la muerte, España. Ella sobre iodos los accidentes, favorables o adversos. Así nos representamos el servicio rendido por Su Excelencia el Jefe del Estado en ya cumplidos veintinueve años de ofrenda constante, desde aquel febrero de 1912, cuando, teniente del regimiento de África, desembarcó en Melilla. Amar y servir a España en aquellos dsas de- desgana y renuncia, saboteada la acció militar necesaria en el Protectorado, era rara virtud. Pero en aquellos días del Kert nace, con airón romántico, con todo su bravo color, la organización de las Fuerzas Regulares Indígenas. Los militares de pura raza atienden ía llamada. El 14 de mayo es la acción de Yadumen. La sección de Regulares que manda el teniente Franco Bahamonde asalta el aduar de Haddú- Alla! -u- Kadur, y, en su bautismo de fuego, se revela un estilo militar, por la serenidad, clásico; por el golpe de vista, intuitivo, como si fuese de larga experiencia. La guerra termina en el Rif. En febrero de 1913, Tetuán ha sido ocupado por los españoles. Se abre un nuevo período brillante, lleno de esperanzas, con regusto romántico, incluso con interés literario. A poco, la zona necesita apoyo. De Melilla llegan los Regulares para tomar parte en las operaciones c ue Lauden reclama, para que el frente protector de Tetuán, cara a Yebala bravia, se ensanche. Franco ha ascendido a capitán. ¿Qué habían hecho los Regulares de Melilla? Un dato: de sus 42 jefes y oficiales, todos voluntarios, sólo quedan ilesos siete. Pero ha de rendir su servicio de sangre. Zona de Ceuta. El Biut, sobre Anyera. Anyera, territorio que se nos ofrece como uno de los goznes del mundo. En 29 de junio de 1916, el capitán Franco cae con el vientre atravesado. ¡La herida de vientre, fantasma con sudario de muerte! Franco salva la vida, y por todos sus servicios es ascendido a comandante, con fecha de aquel día en que vio entornadas las puertas de la muerte, cerradas, casi, las de la vida. Tenía veintitrés años. j En 1920; se crea el Tercio Extranjero, la gran obra de Millán- Astray. El comandante Franco, el jefe más joven del Ejército, es su lugarteniente. En el mes de octubre llega a Ceuta para hacerse cargo de los primerqs contingentes legionarios dispuestos para el combate. Las operaciones de Uad Lau- -modelo de arte militar- -están en su apogeo. En abril de 1921 comienza la historia de la Legión. ¡De entonces acá, cuánta imponderable hazaña, qué fuerza de espíritu! La contraseña de la Legión se hace tema literario y galvaniza energías. La campaña de Beni- Arós fue una escuela; tuvo clásica belleza en la historia del arte militar y se desarrolló con esa aureola que circunda a las empresas coloniales de fortuna. En Beni- Arós se confirmaron los valores del Ejército colonial j se afirmó una fuerte voluntad de unión entre los mejores militares. En el cuadro de jefes y oficiales de entonces estaba el plantel de futuros generales. Cuando la campaña estáte a punto de concluir felizmente, el rudo golpe de Annual truncó la dirección del avance. Reacción contra la tragedia de las armas infortunadas y contra el ambiente derrotista de la Península fue la voluntad- de aquellos jefes admirables, que asumieron el mando de las vanguardias. Yo quiero recordar cómo en aquellos días un nombre obsesionaba, cumbre y límite de nuestras ambiciones ¡T á n g e r! Y cuando los legionarios partieron en socorro de Melilla, en la marcha fantástica desde Rok- ba el Goza! hasta el Fpndak de Ain Yedida, y desde el Fondak a Ceuta, una ilusión de gloria p r ó x i m a ponía alas en los pies destrozados, sangrantes y quemados por la marcha. ¡Tánger! Pero no fue a Tánger, füé a Melilla, donde la Fra c 0. miéntente Legión había de dar coronel. Su prestigia al mmdo de la su espíritu y temple llem a la gran obra, urgenlos jefes del g gran ramática jf te, dramática, de la fd reconquista. F u e un í f f forjado en terrible aldabonazo la Afnea, la vvjor esf cuda de d rota de A n n u a l y cuda practica mandos. desolador el probíema que a su caída se produjo. Se tocaba, no la responsabilidad de una campaña o un mando; se tocaba la tremenda responsabilidad de una nación vuelta de espaldas á un destino. Pero se produjo la reacción milagrosa. Se acudió esta vez al territorio de Melilla, no con el ambiente derrotista de 1909, sino con ánimo entero suficiente a vengar el desastre y restaurar en plenitud todo lo que había quedado en eclipse. Fue entonces cuando tuve el honor de conocer al jefe de Ja primera bandera en aquella huerta de Escaño, donde se alojaba, al pie de Sidi Hamed, sobre la carretera de. Nador. Y unos nombres esmaltaron la campaña: Las Esponjas, Atl ten, Seb, ÜJad Dau, Beni Said, Dar Quebdaní, Monte Mauro... Nador, Zeluán, Arruit, Segangan, Dríus. quedaban Cuando el grado de general premia, en plena juventud, sus Merecimientos extraordinarios, la Legión le ofrece un sable de honor, cu w acero templaron los soles de África, coino homenaje al antiguo jefe. (Foto V. Muro.

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