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ABC MADRID 14-02-1940 página 3
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ABC MADRID 14-02-1940 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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MADRID DÍA 14 DE FEBRERO DE 1940. NUMERO SUELTO 15 CENTS. e aa VI OLETAS EN CI UDAD LA DI AMÓ ILUSTRAD O. AÑO TR 1 CE 3 JM O T E R C E RO. N 1 0.601 9 cesa. Todo pasa y se desvanece, menos ese LOS ESPECTADORES frágil aroma y ese delicado color de la violeta, que estarán eternamente, ocurra lo que EN EL TEATRO HORA ha llegado el tiempo de las vio- ocurra en el frenético ámbito del mundo, f E habla de la decadencia del teatro y de letas. Todos los que odian el invier- acariciando la secreta sensibilidad de las al- w las ventajas del cine sobre las repreno y- temen sus penalidades, todos los mas. Porque, además de la historia que se w. J sentaciones escénicas con actores de que tienen fija. en el alma la imagen de una hace con la voluntad de los grandes hom- canie y hueso. Es frecuente, por desgracia, eterna primavera, con la aparición de esa bres y las glorias y fracasos de los pueblos, ver vacías las salas de espectáculos donde se flor divina, se llenan de un secreto júbilo. hay la otra historia hecha con las emocio- cultivan los géneros tradicionales que han. Aun no es la primavera, sino su anuncio y nes, las tristezas y las dichas de la Huma- dado lustre en todos los- tiempos a la drasu nostalgia; conio Jes sucede a las mimo- nidad cotidiana. Esa otra historia que tie- mática nacional y el fenómeno se atribuye sas; como les plasa a los almendros, esas ne por historiadores a los poetas y a todos a muchas causas, olvidando siempr- e la que flores impacientes. que se anticipan demasia- nosotros, espíritus alerta que andamos por un doctor en ciencias- sociales a la manera de Bálzac o de Bourget, estimaría, do- y perecen por su misma anhelante pre- ahí armados de: una pluma. acaso, como principal es a saber: la incocidad. JOSÉ MARÍA SALAVERRIA fluencia de la sala sobre el escenario, la Es la época en que en las grandes ciucooperación de un determinado público a dades se pueblan las calles de vendedoras la importancia de una obra, de una compade violetas, la flor que tanto aiflan las muEN GUERRA ñía, de un género, de una manifestación jeres por no se sabe qué misteriosa identiOBRE las ruinas dé 3 a ciudad se petrifica teatral que prescinde de sire le moi, de un ficación femenina. El ambiente de las calles la nieve en bloques fantásticos. El artista, de una modalidad literaria... No se diría que es el propio de las violetas; en olvidemos los jardines y en el campo, no pueden bri- k t tenmómetro. marca 30 grados y oigo de fundador yla frase de Jacques Copeaux, el Vieüx Golonubier: llar ni competir con las otras flores porque infortunios en los albergues de los sin hogar, No habrá director, del teatro mientras el verdadero carecen de grandeza, y. ostentosidad; su si- en los caminos de un éxodo continuo, en los hombre de la sala no pueda repetir lo que tio está en Jas ciudades, dentro mismo de que móntoncillos de nieve cubren a las cria- dice el hombre de la escena en el mismo la civilización, prendidas en un ramillete al turitas heladas. Todo aquí es dolor indeci- estado de ánimo Por otro lado, es de- pecho de una mujer o graciosamente amon- ble, prolongado, tener en cuenta que el teatro constituye tonadas en tm vaso en la intimidad de una en el Occidentesin esperanza. ¿Y más allá, un elemento esencial de la cultura en los de las fortificaciones cihabitación femenina. clópeas y en los océanos, ¿qué sucede? ¿Los pueblos con valor de civilización. No hay Y ee un mérito de nuestra civilización enemigos formidables se preparan a una teatro en las- civilizaciones antiguas con f el haber descubierto 1 y exaltado la belleza lucha general monstruosa, de destrucción valor de arqueología. Y así carecen de rede la- violeta. Antes era poco menos que inigualada? ¿Van a caer en polvo de escom- presentaciones escénicas y de literatura dradesconocida y menospreciada. Ningún pinmática Egipto, Asiria, Babilonia, -Caldea, tor la pintaba, ningún poeta la cantaba; fue bras los laboratorios donde el sabio descu- Persia, toda la India, todo el Oriente clásibre medios de vencer los males físicos del co, que, antes de Champollion y los modernos sin duda el romanticismo el que la sacó de sú humilde oscuridad. El romanticismo supo hombre; los secretos del calor y el movi- excavadores y arqueólogos, fue conocido únihacer justicia a la Cenicienta de las flores miento atmosférico, dando voz á los aires camente por- lo- qué de él nos dicen Herodoy la ofreció en un homenaje delicado a la y luz a IOÍS abismos de, los mares; van a to y los historiadores y geógrafos griegos. mujer. Y es, en efecto, la flor- apropiada caer las maravillas clásicas de la arquitec- En cuanto se pasa del valor de arqueología para que la. mujer aspire el suave y. a la tura y las del arte moderno, las catedrales al valor de civilización, aparece el teatro, vez. profundo perfume. de esa mancha de en las que siglos y siglos Cristo crucifica- siempre con orígenes religiosos, Jo misinimitable color, mientras el inconfesable do, escucha y consuela a los humanos? Los mo en Grecia que en la- corriente de la pensamiento se aleja secretamente hacia el portentos del progreso técnico, que es espi- Europa cristiana. Pero la civilización suposer amado. na dorsal de muchas épocas; la abnega- lie la jerarquía, el orden de las par En las grandes ciudades hay muchas co- ción moral de la sociología cristiana, ¿van tes en el todo, y, asi, las clases sociales sas que no son ¡del todo buenas; ocurren a enterrar en llamas de apocalipsis millo- vienen a ocupar cada una de ellas el lu 5 muchas- cosas repugnantes: acciones viles, nes de vidas, millones de jóvenes, que gar jerárquico que por su importancia pasiones pestilentes; existen miserias irre- entrerran también con sus bríos- juveni- les corresponde. Las aristocracias dirigen dimibles hambres que nadie acude a reme- les la vitalidad y el destino de naciones Ja marcha de Ja. -civilización y son cai eza de la sociedad. Ya lo dice Renán en su dradiar, tristezas y bajezas. Las grandes ciudades son como esos rostros de mujeres que, gloriosas? ¿Será posible que, sobre los des- nia simbólico Oal ban, inspirado, como ina fuerza de toques de carmín y de estucos pojos de la civilización milenaria, la nuestra, dica su título, en fo Tempestad, de Shaquímicos, logran ocultar la palidez enfermi- 1 galopen las hordas del Septentrión metien- kespeare. No nos preocupen las ideas adza o. el feo cansancio interior. Lujosas ar- do en las sepulturas de nuestros padres y versas acerca de la masa, el pueblo, la. quiteeturas, brillantes juegos de luz y vis- en la sangre de nuestros hijos sus caballos multitud, el estado llano... Son doctrinas tosos escaparates forman el maquiüage de feroces, abriendo paso a la irrupción bár- de la Revolución Francesa que es necesario arrumbar, y todas las viejas teorías del. una gran ciudad, mientras por dentro se bara que avente las cenizas de Europa? Niebuhr sobre los orígenes populares y desarrollan las infinitas tragedias cotidia- La dolorida y santa palabra del Pontífice, anónimos de los. géneros literarios y artísñas de una historia que ni siquiera tiene historiador. Pero esas notas de delicada sen- las oraciones del ttiundo cristiano, ¿no mo- ticos han sido pulverizados por Víctor Besibilidad sirven de reparación. Los ramitos verán las. conciencias de los potentados de rar en lo que se refiere a los poemas hode violeta van por. las calles pregonando la la fuerza par- ci que se detenga la última ho- méricos, y por Bédier en lo que atañe a lá ¡anunciación de la primavera, y nada más rrenda razón de lo, s pueblos, la bruta ra- literatura cristiana de la Edad Media. Hoy que por eso la ciudad queda purificada y zón de las armas? Los hombres del Evan- 1 más que nunca se hice verdadera aquellaj frase que hemos l- eíd en- don Juan VaJera: redimida. gelio, Jos áí la buena vofluntad ¿serán La poesía popular rio es otra cosa sino la La joven que se lia pasado el día teclean- desdeñados cuando intentan el entendimien- poesía erudita que ha llegado al pueblo do en una máquina, la chica que ha cosido to de los enemigos; el sacrificio de todos y La consecuencia se desprende lógica des incesantemente unos trajes que ella nunca de cada uno. de ellos, por su propio interés cuanto va dicho. Si el teatro es un expodrá vestir; todas las que viven la vida. y por ley divina y bien de la Humanidad? ponente de civilización y de cultura; si lal de la limitación y la necesidad, al tomar un Que no caigan calcinadas las urbes- -crea- sociedad obedece- a la jerarquía; si las arisraimito de violetas y hundir sus narices en. das por el genio, el esfuerzo y el oro del tocracias son únicas directoras de toda acsu perfumado frescor, por un momento lo Polonia, de tividad artística y si las representaciones esolvidan todo y se sienten ennoblecidas por trabajo- -cual han caído las de que sus go- cénicas tienen por fundamento indispensable! Polonia mártir, sin más culpa la más alta de las noblezas, que es la poela colaboración de la sala con el escenario sía. Y entonces, por. un momento, se sien- bernantes maniáticos de grandeza y que, sin. se comprende que el teatro, para llegar ai sentido de la 1. realidad, confiaron en proiit -pueblo, necesita pasar por la minorías se- ten también ensalzadas por la mas grande de las riquezas, que es el conjuro del amor. sas y halagos pérfidos. Sectas. La nación ha de entrar toda ella en Hablemos ftodai las mujeres. No alcanza- el teatro, pero sin alterar el orden de je, Y si alguien me pregunta que por qué ¡he destinado un artículo entero a hablar, de rá nuestro sentimiento a detener la catas- rarquía, siguiendo al que dirige y da tono, las violetas, yo responderé que es necesario tro fe de los odios y las ambiciones, pero- la supeditados a 3 a cabeza todos los miembros hablar de estas cosas que parecen insignifi- -lógica, de la Hisíof a habla. Si las, guerras del organismo social... cantes y son, sin embargo, las más profundas pueden émprenderse, pa ra defender imperios, y tal vez las únicas eternas. Tpui passe, ambién la- guerra los destruye. towt cassej tout lasse, dice la máxima fran Luis ARAUJO. COSTA 1 SOFÍA CASANOVA A S

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