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ABC MADRID 16-12-1939 página 3
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ABC MADRID 16-12-1939 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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DJXRJÓ ÍLUSfRÁDO, AÑO TRI GESI MOSEGUN DO, l i. JU. DO, AÑO v TRÍGEr SIMOSECÍUNDO. N. 10.550 W) L A S O N R I S A í) E Ü T E N I E N T E CIEGO la futura, sin que sea fácil adivinar cuál haya de ser ía última de sus conversiones. A casi todos aquellos intelectuales los en- mudeció y los ahuyentó eLespectáculo de su Eníd amable recogimiento de una tarde Los espíritus críticos muy agudos y super- República que, desde las primeras jornadas, tíotados tienen siempre algo que añadir a la íúé sangre, fango y lágrimas y, al fin, rui- dominical, ausentes del. estruendo de la. ciucomún percepción de las cosas, y en ellas na y desolación. De los más no sabemos por dadanos hemos reunido unos, cuantos amidescubren aspectos e inducciones que los de- dónde andan y qué se proponen... Arrepenti- gos- con el teniente Lodos. Este oficial del más no hallan tan pronta y fácilmente. Los dos o impenitentes, retraídos o militantes, cer- Ejército nacional está ciego. Una bala roja poseedores de esta aptitud, cuando ía ejerci- ca o lejos de nosotros, no los olvida España, vino; -a clavarse en su frente, y se le llevó tan profesionalmente, suelen deformarla en- ni podrá olvidarlos nunca. Sus nombres y su la luz. de sus ojos. Y cómo si no le hubiera querido dejar del todo, lá. luz sé ha fijado en viciándose en el gusto de asombrar al públi- obra son inolvidables. su boca, que nos ofrece, con magnífica perco ¡procuran, a toda costa, mantener su dis- V J. CUARTERO manencia, la sonrisa de su serenidad. De tinción y su originalidad; propenden a la su conformidad. El teniente ciego sonríedisidencia chocante, de relumbrón o de es, siem pre. Y cuando se había de su heroísmo trépito; a situarse contra la. corriente; a forzar- y amañar el razonamiento para decir lo y de su irreparable mutilación, se ruboriza H O N R O S O corno; si recibiera halagos superiores a suque no dice nadie; y, en fin, acaban entrega- P A S O dos a una función principalmente recreativa, L a Academia Españolaba declarado ofi- y a su sacrificio. Yo he pensado, al de ingenio y de humor, que oyentes y lecto- cialmente seis vacantes. Ello- renueva el verle. expresar su felicidad porque Franco viejo pleito entre partidarios y hostiles a ha ganado la guerra y porque España ca (res rsciben con curiosidad, con agrado y, por supuesto, con justa desconfianza, sin las candidaturas femeninas. Tiempo hubo miría: í segura, por las rutas de su grandeza, atribuirle ninguna trascendencia ni seria fi- menos propicio spara- ellas que el presente, qúe así, cabalmente así, deben ser los hé; nalidád, porque esta convenido que el traba- ya que ahora todo el renacimiento español roes -La vanidad y la- petulancia no se comjo der los intelectuales malabaristas es com- proviene del magnífico patronato de una mu- Hpadécen con esa sencillez magnífica, que es pletamente ineficaz para todo ío que no sea jer. Isabel la Católica, gran- protectora de el estilo y el modo de los hombres señalados; distracción o pasatiempo, y no hay quien le las letras, ella misma letrada por linaje y por ¿Ja mano de Dios. compute. los, aciertos ni le acepte orientación educación, mantiene ante ía Historia el 5: En- tanto que Hernández Petit- -escritor paso- honroso y guía. finq, y sensible- -leía un reportaje sobre el A ese gremio pertenece Bernard Shaw. -Y, I, en pos, Teresa, la doctora de- Avila, ¡teniente. -que ha visto e prr- ehespíri- to -lár 1 cuando sale de su fecunda y benemérita- la- desbroza y ensancha el camino con su ma- España qTÍe tío- ven físicamente sus djós, y bor literaria. a las. diversiones filosóficas o de ravillb sa ecuación de seso y sexo. ¿No bas- que él mismo, con otros millares de españoles crítica social v política. Al iniciarse 1 a. gue- ta el imperial doble rnadrinazgo- Pues allá, jóvenes, como él, ha forjado en Jos parapede rra, el humorista inglés escribió, contra- su dentro 1 la sede académica, en su misma tos de la gloria- y ei honor, yo iba situando, país, y a favor de los enemigos, unos comen- entraña protocolar, están las cédulas auten- en lín- ea paralela a mi emoción, el comen, tarios rotundamente antipatrióticos. ¿Por ticaste aquella otra. doctora de Alcalá, bla- tario mudo qué se desprendía de ciertas com- convencimiento. No son 1 las convicciones sonada de cuna y mente, que, en la flor de íparaciones. Me acordaba, de los que se quefruto natural íTj. d regulador de ias m: nta! i- sus veinte abriles, elegida y posesionada del íjan, de los que murmuran, de los que. tieüidades de esta índole. ¿Por sinceridad? Tie- sillón, limpió, fijó y dio esplendor a la nen envidia, de los que no saben sujetar sus ne lá sinceridad limitaciones morales ineludi- Academia y al idioma. ambiciones y. codicias. Me acordaba. de Siípor el precedente, a salvo están con la aquellos cjue han estado suspirando tres años bles. Y no es un deber, sino todo lo contrario, en un caso semejante. Hay una explica- dama ¿del sillón los más recónditos sutiles por la liberación de Madrid, y. ahora, porción de tal conducta en la psicología del. su- escrúpulos. Si por el consiguiente, válganos la menor cosa, 1 dejan, que su rostro dibuj e jeto y del gremio a que pertenece; pero no la memoria de Isabel y Teresa, al renuevo yel gesto de la incomodidad. Venía a mi me- íiay. manera de encontrarle justificación. El del 3 Ulto imperial, promotor de la nueva mona la transición de aquellos que, al lleGobierno inglés, con sobra de recursos en el España. Hemos de callar nombres, pues que gar yo á- Madrid me. contaban, con indigria- estado, dé guerra para impedir en el interior ellos hablan por sí solos. Nunca, como. en ción muy justa, los precios astronómicos que; cualquier peligro- o desmandamiento contra está: ocasión (servirá la elocuencia del silenel intéréf nacional, ha consentido las expan- cio -Que las obras están ahí, en sus apor- llegaron a pagar por un. paquetillo de -ciga- siones de Bernard Shaw sin hacerles el recla- taciones genuinaniente idioínáticás, -potencial ros, o por la docena de huevos, y que- abo- mo de una sanción; 1 el buen sentido del pue- y vi rtualmente académicas. Desde acabados rano sienten rubor a! lamentarse de que la blo las, ha dejado caer en el vacío, y en vista ¡estudias filol gficos a directas versiones- pá- vida lía subido, y de que, faltan algunas code suisoledad, el mimo ha tenido que reti- laográficas en archivos y bibliotecas oficia- sas, y de que, en suma, no. estamos en. Jauja. dles y i; par! ticü l; á res desde- volúmenes donde Como. si de; una: guerra: sé saliese a cuerp- o? rars. e- Sle la escena. Taiiibién hubo en España prestigios que la poesía, la novela, el cuento, el teatro, son limpio. Como si los rojos nos hubieran de- aprovecharon la crisis del país para levan- galanura de inventivas y ornato de estilos, jado intactos, y en. producción espléndida, tar sus plataformas y, convirtieron, el peligro parejos de los escritores más preclaros, a los campos de España. Como si se- anudara de lá: nación en tema de sus caprichosas es- volúmenes donde el ensayo, la biografía, la con el iS de julio, de 1936, tranquilamente, y peculaciones. Recordamos ejemplos de fri- mitología, la historia, se deslizan por cauces aquí no hubiere ocurrido- nada. volidad prevaricadora tan voluminosos como de niedita. cióiíy erudición, no menos hondos -Esta volubilidad, déj, las. gentes- -íio mu: e! de- Bernard Shaw, pero dé más consecuen- iy. s r nos- que los de labor masculina, el re- chas, en verdad- -me molestaba tanto en la cias -y de más responsabilidad, porque aquí pert (S- io en ciertas escritoras contemporáles era propicio el bajo nivel moral y cul- ¡neas encierra, amén de sus valores literarios silenciosa meditación, que estuve a punto de tural- á- í ciertas masas. No- se asombrará del j spedficos, calidades de aplicación y eficacia interrumpir la lectura con el ex abrupto de mi comentario. Pero mi mirada se detuvo desenfado, del escritor inglés quien recuerde en elildoctb oficio académico. Atin nos resta añadir lo tocante al vo- en el rostro del teniente, ciego. Y su. sonrisa Jos- manif. es. tos y las propagandas con que algunos intelectuales españoles, en años re- cabulario patronímico; en la técnica de es- serena, inefable, me atascó las palabras. Y cientes; explotaron las situaciones críticas y pecialidades femeninas; desde la aguja- al callé para seguir oyendo. Y para seguir en- emplearon la clarividencia de sus dotes pro- tocador y desde la cocina al guardarropa, la contemplación de ese espectáculo impreíféticas- en iluminar. el porvenir con la pro- cuyas papeletas sin la debida autoridad sionante qué es la sonrisa del caballero mumesa y la descripción de los paraísos repu- que, por conocimientos, les empresta la mu- tilado. Me hizo reaccionar. ¡Bah! ¿Qué imblicanos. jer, no pueden decorar un diccionario. Toda, pues, aconseja la libre plática para portan los murmuradores- y los envidiosos, Nadie tan reacio como el intelectual ver turnos académicos y que de ellos alguno abra y los profesionales de. la lamentación y Ja dadero a la concomitancia ds la multitud; pero el intelectual de galería sucumbe, con sus puertas a alguna de nuestras grandes queja, si España- tiene ejemplares humanos harta frecuencia a las tentaciones de la va- escritoras. En el renacimiento actual, bajo cem- o ol de este teniente Lodos? La España nidad, y, alguna vez, al impulso de sus pa el signó imperial de la. gran Reina, protec- qu- e triunfó en la histórica disputa y la. que siories o a la sordidez de sus apetitos; -bulte; tora de las letras, las mujeres letradas han el Caudillo está modelando entr e sus manos pero. ra, escribe, busca los aplausos, -ptevari- detener camino llano en el servicio y, por firmes y seguras, es la que se hallaba allí, ca por ellos, o por su conven tróa, Ao por Jo anto, en el oficio, corno los hombres. No en la luz que bajó de los ojos a la boca del sus encores y cuando ya le- resulta incó- Ssás ttero no menos que ellos. Que a ellos, teniente ciego. ¿Lo demás? ¿Qué importa moda; arriesgada la postura, se arrepiente, -como a ellas, íes cobija el lema imoerial de lo demás? Lo. -demás es; abasuia argumenta, su; conversión 1- con igual despar- Tántompnta i pajo- que la de antes, como argumentará GÉ- ISTÓBAL DE CASTRÓ FRANCISCO CASARES INTELECTUALES DE GALERÍA

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