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ABC MADRID 28-10-1938 página 1
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Madrid 28 d- e ocfuhre efe 19 BB S U S C R l P C i O M AÑO XXXIV. NUMERC 1 L 073. REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN: SERRANQ; -6 L TELEFO NO 51710. APARTADO. íyB CORREOS NUM. 43 Madrid: un mesj 3 0 pesetas Provincias; tres meses, 12. América y Portugal: tres meses, i2,50 v Extranjero: tres meses, 30 ptas. DIARIO A L SERVICIO DE LA DEMOCRACIA Número suelto, ISxénfimos E L E X T E R M I N I O Y, LA RECONCILIACIÓN E l eco de la Prensa extranjera- Ta devol vieado- por estos ¿lías- -y nos satisface que así ocurra- -esías paíaljFas extraídas de la ideelaración soÍ 33 e política iiitérftacioilal ra diada por el doctor Negrín: La política de giieirá de iiacstros adversarios está toasatta so bre nuéstío exterminio; la nuestra estii feasada sobre la reconciliación de todos los españoles. Enteadldo que ciiando el Jefe del Gobierno español determina los fines de tguéi- ta que la rebellón persigue, lo hace ateniéndose a declaraciosies osteiitosas de su Jefe visible, mientras las propias- -las del GoMenio de la liepúMlca- -tienen amplia y, lograda circulación en ios trece puntos, se ven aM, sin más examen, dos maneras Men distiátas y concretísimas de concebir y, sentir la paz española. A nosotros no nos payece ilógico que el Jefe de la rebelión liáMe como lo liace. y sienta- como siente. Eli el fofsdo- -si algniio IiicieraTMíio podrían sus mejores esfuerzos desligarle de cuanto representa y. es. E l Jefe lisible de nna facción, de nn grupo, de sma casta o de wiia alianza de castas, alzada en armas contra el Estado legítimo, no podrá nunca sentir ni hablar como quien encarna la represen tációii de ese Estado mismo. P a r a el primero hay sil facción j nada son ni ciien t a ü los que a ella no se vinciiian o se someteü por la fuerza; para el segundo, bay España- hay, pues, todos y cada n- tío de los españoles. ¿Incluidos los rebeldes? Incliii dos también; ¿Cómo no? Espafía esTM- y no puede ser otra cosíi- -sino ía sí nia de todos los españolee. Y lio bay otí a pa. z espafíóla sino aquella G, ae a todos coinp- T e ida bajo la dirección de quien legítimamente tenga en cada moiiiento las íacultíníes de dirección y mando. Una facción iniede pensar en exíerniinai Una autoridad legítima, no. Una facción puede pensar en destruir. Una autoridad legitijna, no. Para- quien encarna ai Estado no hay ni iniede haber dos Espaíias separaidas- por una línea de trinelicras. Ki pueden ¡existir incompatibilidades que eoncl tizcan al extepMinio. SI el Estado esoaisol intentase l a destrliccióii de lo que pueda liaber- -lionil íes o cosas- -al otro leído de es. a raya proyisioiial qtie forman lioy ías íríuelieras, seiTÍa tanto como iníeaíar desíi ií! ¡i ¿c en i arte a si misino. E incompatiblo en parte consigo mismo. Tendría a declararse, si tal liicierí c qn lo que al otro íado di- yquoila raya exista. Hay un nexo íjivariaMe de conexión: la legitimidad del Estado, republi ca- no; la legitimidad también- de las variantes que a su- estructura le la TOduntad española. Y ese es el punto en que- la reconciliación, como fin de guerra, se dibnla i. neí uÍ OCí nieiite. UNA ALOCUCIÓN D E L J E F E D E L EJERCITO. DELXENTRO. AL BRAVO EJERCITO D E LA REPÚBLICA I a orden general del Ejército del Centro, en su artículo 1. p uMica la alocución siguiente; El enemigo, después del fracaso del Ebro, en qué las a r m a s republicanas fian resistido dura- nte más de dos meses terribles ataques sin abandonar un palmo de terreno, con un lieroísmo qiie asombra al mundo, -vuelve a í i j a r s n s planes codiciosos sobre el glorioso Madrid. IJ- as fuertes embestidas en el sector del J a r a m a son briilantenaente recbazadas por nuestras fuerzas de esto Ejército, decididas a emular a sus compañeros del Ebro, co? ascientes de la grande: a del torreTio que defienden, empapado de sansyre de b. éroes y orgulloso de, pertenecer a un Ejército, rica solera del Ejército Fop- ular, que supo en cien Jornadas liaeerse digno de la admiración de todos los pueblos. El enemigo en estos momentos necesita un éxito, siquiera sea espectacular, pai- a dar satisfacción a quienes j- uegan en el ta pete de las Cancillerías euro- peas la suertede España. No lo conseguirán! Prenda segura de ello es el heroísmo con que en el Jara. ma l u d í a n Mandos, comisarií) s y tropa animados de una moral exaltadla. Ilacesno- s pú. bíico elogio de la actuación meritoria del mayor Antonio Vilcbes y de la Brigada de su mando así COMIÓ de los comisa- rios Aixibrosio yiecnt Díaz y Mariano Cuneliiilo C: asado, muerto lie- róicíi- iaente al freíate de su batallón, y que dan la, medida de lo que es capaz de liacer nuestro glorioso Ejército. ConiDcedores de vuestro temple, sabemos que cumpliréis la consigna de resistir a todo trance al Invasor, y que no. cederéis ni un palmo de terreno. Vuestra conducta, vuestro valor y entusiasnio os h a r á n merecedores a Ja gratitud de la patria, delGobieíno- de la Kepública y de vuestros coronel Jefe y comisario inspectorP. C, 27 de octubre de 19 S 8. CRÓNICA DE BARCELONA LA C O M I S I Ó N D E CON TROL Y LAS DOS CLASES DE VOLUNTARIOS (Servicio especial d e A B C) te, p t l i i i i i i f if i i i se; Barcelona, octubre. -La Comisión de Control enviada por la Sociedad de Naciones, y que comprueba la ¡evacuación de nuestros voluntarios, es inabordable para el periodista. Un, metódico silencio acompaña sus pasos por Barcelona. Sus miembros ven, observan, qomprueban; pero no hablan. Es decir, no ¡igMan para la publicidad. Pero ¿pnede decirse, acaso, que no haya una elocuencia magnífica en su propio silencio f La elocuencia de lo. Comisión de Control la hallamos por estos días en su propia presencia. Son el fiel reflejo de la Metódica y concicnsudamente hace la Cosinceridad, de ¡a verdad, atrikuíblcs a la misión que el Gobierno de la República se misió de Control su trabajo en la- España, nuestra impusiera a sí mismo: no dejar ni el ras- leal. Podemos asegurarlo. Así busca sus caminos propios, honestos y tro más leve- -ni aún este de los auténti- verdad de empañar sus ver- consecuentes. K o resulta- extraño, pues, que la. Pr. eilsa cos voluntarios- -capaz Np dejar ni- la extranjera, más aícnt. a a cuanto en Es; 5 a- daderos fines de guerra. de un argumento mal intencioifia ocurre, se liaya lijado de inaiicí. a expre- posibilidad NITMERO B E REVISTA sa en este juicio d- el. doctor Neg- rín. ¿Por nado sobre la españolidad de nuestra luqué no, si, al íin, emplciia a verse clara en cha. Dew, ostrar, una ves más, que nuestioí, ella, la rectitud de la línea se tada por el propósitos pueden exhibirse a plena lúa, Gobierjío desde el día en que definió la paz al conocimiento del mundo, sin zeladuijs, españoia como iirs líeelío a prodiicirne cnni equívocos. Lo elocvencia trd Cí- pañolc: HÍ es iicíoH de Ínter vertí ¡ÍOISIN- subterfugios; in- OH r Au iioblc Ihísdldad sa- de la Comisión dé Control esa r d he ajenos o m t 7 t Ci iíií íljiííiili! (iWk- -S- íWlViíal rho de que observadores H ocurre puedan dar e d lo d e e- H o. o i n i i t a i i h i i n c n- í lispana Koi fu olí 11 1 c 6 (nf, 6 nesiidad cuya cofitraparíida n i t e V 3 ír- eaii: a? -ei i 1 h U (la- d LÍ. 3 Por el puerto de Cádiz- -set r ¡u lu n no 1 o í oic ii cnic iij if p itriacías -han salido r. estos días i- (j. 1 1 1 r, i cenLiai l t i t t i conian unos voluntarios italianos, cíe o di qa- dajite de las troyab de la mVc oión Uainadas ron a Ñápales. ¡Extraños wlnnianos que legiuijciin i) rcs ntó l o oí Ciales a AIusso- retira su Gobierno en; buques del Gjíbiet- -lini, -Fabra, no, protegidos por unidades militares y oficialmente recibidos! ¿Cuántos y quiénes? ¿Enfermos? ¿Heridos? ¿Inválidos? Es igual. Envueltos en el insólito ayuntamiento que italianos- y rebeldes españoles practican, vinieron desde Italia. De idéntica, manera vuelven. ¿A. plena luz? ¿En conocimiento y contraste del mundo? ¿Para qué? ¿Para qué serviría que observadores extravíos a la coniíenda comprobasen su evacuación si más que la calidad y el nú- mero de los combatientes, lo que importaallí no es el combatiente mismo, sino lo que representa, y no por él? Importa su carácter de soldado, a quien envió un Gobierno que no está oficialmente en guerra con el español. Importa su carácter de invasor. Importa su papel de instrumento interz cncionista. Y a tal grado de aberración ha podido llcgax se en el examen exterior del caso español que ya nadie pone velos ante la evidencia intervencionista. ¿Qué importa, pues, todo estofa MUSSOLINl ARENGA A LOS Q U E N O R E T O R N A N VENCEDORES

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