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17/07/1938
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Periódico ABC MADRID 17-07-1938, portada

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Madrid, 17 de julio de 1938 0 s u S C R I P C! O f s l Madrid a mess 3,50 pesetas. Provincias: tres meses, 12. Amé rica y Portugal: tres meses, X 2,50. Extranjero: tres meses, 30 ptas. AÑO XXXIV. HUMERO iO.985. REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN: SJERRANO, 61. TELEFONO m 7l0. APARTADO DE CORREOS NUM. 43 ÓRGANO D UNION RBPÜBUCANA Número suelto, 15 céntimos A N T E LOS INFORMES D E M U S S O L I N I Y DE YON REICHENAU Como hombre- -escribí reeientementc Marcel Parker- yo no puedo sentirme satísfecbo Je la agitación que en estos xntomentos padece Europa y de los riesgos de guerra que rondan la vida de todos sus pueMos. Como antifascista, sí. No- -i e conste- -de la guerra posiMe, sino de las enseñanzas que esta dramática etapa tiene para todos. Ijos antifascistas españoles podemos sus cribir- -a nuestro Juicio- -estas palabras de Marcel Parker. Los antifascistas españoles ni liemos querido, ni queremos, ni vamos a querer nunca lue sea realidad esa guerra jjor tantos motiros temida y presentida. Contestamos a la que nos hacen. Dando esta respuesta, contribuímos, por otara parte, a evitar que otros pueblos padezcan mañana lo que nosotros padecemos hoy. Aunque seamos- -y somos- -víctimas de incomprensiones c injusticias ajenas. En la defensa de nuestro derecho- -ef que nos niegan- hemos salido más de una vejr. fuera de las fronteras propias. A pedir intervenciones extranjeras en nuestra ayuda, ya que contra extranjeros ludíamos; o, lo que es lo mismo, a pretender desencadenar con semejante petición la guerra general d que se habla? Jamás. A los no intervencionistas sólo les hemos pedido na cosa inequívoca, Justa, legítima: el re- conocimlento de soberanía incondicional que le es debido al Estado español. Pero nos satisface que todos- -en primer término los países que, como nosotros, aman la paz- -sientan la emoción, -vean pesar sobre su vida el riesgo de la guerra generalizada. No podrán comprendemos de otro manera, con todo el alcance do una certera comprensión. Y no sólo porque así Béguen hasta el hondo sentimiiento de la Incha que sostenemos nosotros. Sino porque esto servirá, primero, para Hcvarles al convencimiento de qué no hay pas ¡posible mientras los Estados totalitarios no Ksientsm la presión política- -úMca que puede evitar el recurso n las armas- -de todos los Gobiernos con responsabilidades de dii eeción en países pacifistas; segundo, para localizar a ese único instromeiito de perturbación y agresión que en España interviene y há Intervenido hasta ahora entre indiferencias suicidas. Nacen estas reflexiones, que del Juicio de Parkei arrancan, cuando leemos Jos dos documentos detoraanícs que ahora aparecen en las coluimiíis de la Pr ensa europea y retienen la atpnclón de las CaKeilleríñs: el inSormc de Mwssolini a la Itinja reunión del Consejo Fascista y el del general Kcichcnau, Jefe del. Estado Mayor del Ejérc- ito alemán. No sería posible- -aun proponiéndoselo expresamente dictar condenación- -más rotílnda (desdo el punto de ista de cualquier hombre para quien la paz sea postulado esencial de humaiiidad) contra los Estados totalitarios, ni dar voz de alarsna o llamamiento más contundente a la imidad de todos los países no fascistas para la defensa comúji. Fao á 9 los ccmidáeR nritiáon Mc Hmi t Cornil bal a ám Ayuda a m éíc míÍMttos 7 -rmñén pora las aiSos pflñ 1 FoiO ISbe áat. A N T E C E D E N T E S Y CONSECUENCIAS DEL CAMBIO DE ACTITUD DE MISTER CHAM BERLAIN La tensión y los rozamientos, cada día más acentuados, que hacen ahora poco cordial la relación diploftiática líOndrés- Boma, tienen, una explicación y unos aniecedentes que importa, fijar jr destacar de manera concreta. Las apreciaciones de míster Chamberlain, en relación con su política de aproximación a Italia, han cambiado initcho durante las últimas tres semanas. El primer ministro ha llegado ál pleno cün -encimienta de que Muá solini sólo tiene hoj en relación con Inglaterra un propósito- definido: scapa- r, escurjñéndose, si le dejan, entre los dedos, de la mano ing lesa que le api 4 siona, de, tqáas las obligaciones que tiene contraídas con Jlfondres; pero sin perder ninguna de sus ventajas. A este convenciiniento responde lo que- -con relación a su blanda actitud anterior- -podría llamarse ahora, intra- nsig encia británicao Se- ha hablado y escriír r. í. e el criterio erróneo (haber creído que la República esn. añola iba a militarmente cuando las tropas de inx asíón asomaban al Mediterráneo, valle del Ebro) que llevó a niíster Chambsrlain a aceptar en- aqué- llos ál s, para la firma del Árreg lo lord Perth- Ciano, esta, promesa de Mussolini: que ningíln soldado italiano permanecería en España ima vez terminada, la guerra. P o. se ha hablado y escrito menos, en cambio, sobre las causas- -y- fueron las xnisma, -que indujeron a Mussolini a aceptar las proposiciones inglesas, según las cuales el Árreg lo no entraría en vigor hasta que el problema de España fuese li- tuidado es decir, que hasta entonces no habría ni reconocimiento del Imperio, ni empréstitos, sobre todo. ¿Por qué no aceptarlas, si el fin de la guerra estaba previsto en liorna para aqtiella misma semana? Mussolini S 6 encuentra hoy sin reconocimiento imperial, sin empréstitos y sin otras cosas no menos categéricas, como lo es la afirmación del statu quo naval en el Mediterráneo. Pero quisiera terminar todavía aquella guerra que o acabó -como tenía previsío- -haeja lO S- ñllimos días del mies de abril. Quisiera terminarla prc mb. Y esto es lo que lia dejado de considerar, ni aun como posibilidad remota. Lte quedan en tanto dos caminos: cumplir íntegramente el Plan de Londres, o intentar evadirlo, rehuyendo promesas anteriores, cambiándolas y haciendo otras tortuosas y equívocas cémo la de apartar -sus soldados de los frentes sin sacarios: Madrileños: lios evacuados, de IJevante nos de España y la de retirar 10.000 enfermos, bprido o inutilizados. Son estas ina- liecesitan, no les regaícíciu ueptra ayu- niobras, todas ellas contrarias al éxito qué míster Chamberlain o. spcraba de su poda. Contribuid a la suser iK- ióti de! Socorro lítica, las que obligan hoy al pi imer ministro a cambiar de íiciiiud. ÍEs un canabio ¡iojo Intenisscional Pro j Ivacr. idoís de ÍJC- que aún- puede reservarles algunas sorpresas desagradables a Mussolini... y a Hitler, Juan P E AG ÜIllKE. vante.

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