ABC MADRID 20-10-1937 página 8
- EdiciónABC, MADRID
- Página8
- Fecha de publicación20/10/1937
- ID0000344939
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A los madrileños- -buenas personas que somos- -nos gusta charlar. Se habla en los cafés, entre sorbo y sorbo de estas cosas de color rosado que tomamos ahora; se habla alegremente en la acera cuando la besa el sol, y se habla, sobre todo, en nuestra Puerta del Sol, donde llevamos a gritos la pulsación sensacional del día, para que nuestra vieja plaza no pierda nunca su nombramiento de termómetro nacional. Los madrileños somos gente bonachona y sencilla. Y despreocupada. Pero hoy somos mucho más. Hoy somos células del gran corazón del mundo. Somos Madrid. Y esto nos llena de graves responsabilidades. Nuestro enemigo es una hiena- peligrosa con su astucia y su baba venenosa. No despreciará ninguna clase de arma para la lucha y una de sus fuerzas mejor organizadas es el espionaje. El esp: onaje, arma terrible, soplo misterioso que derrumba fortines, y el microbio más peligroso de las guerras modernas, que está- -invisible cómo el cólera y la tuberculosis- -culebreando diariamente entre nosotros. En los cafés, en los grupos callejeros, entre los pliegues turbios de la protistución se oculta el telégrafo ignorado del enemigo. i Precaución! No somos ciudadanos tranquilos ya, sino soldados en pie de guerra. Asimilemos la nueva virtud ciudadana de saber callar. Si nuestros milicianos- -románticos guerrilleros de cabellos al aire- -han sabido ceñirse a las nuevas necesidades de la guerra, y hoy son un soldado gris bajo el casco y el capote rígidos, los combatientes de la retaguardia debemos aprender también rápidamente que es aquí donde precisamente se elaboran los gases más venenosos de la guerra, y que a nosotros nos cabe la gran responsabilidad de elaborar con nuestras manos una de las grandes claves del triunfo: una retaguardia limpia y firme. i Disciplina férrea en la retaguardia en pie! Y, para empezar, aprendamos a callarnos lo que no debemos decir: unas pocas palabras dichas sin malicia, neciamente, pueden ser la señal para una catástrofe de vidas en el frente. MAGDALENA (Fotos V, M. y. Liborios.