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ABC MADRID 02-07-1937 página 11
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ABC MADRID 02-07-1937 página 11

  • EdiciónABC, MADRID
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1637- 1937 El tercer centenario del Discurso del Método Ahora se cumplen los trescientos años de un menucio y humilde suceno: en 1637, por estos mismos días, salía de las prensas holandesas de Leyden un libro francés, que había escrito un caballero de Turena, un hombre extraño y apacible, que nunca quiso ser nada importante, lleno de curiosidad de aficiones, que por afición fue soldado y viajero, y se inquietó por la Geometría, y estudió los meteoros y el cuerpo del hombre, y escribió muchas cartas, y. además, por si esto fuera poco, hizo que la, Historia del mrundo fuese como ha sido desde entonces. Se llamaba Descartea, y la parte primera- -bien pocas páginas- -de ese libro suyo, hoy tres veces centenario, llevaba un largo título inofensivo, que a nadie haría sospechar el inmenso poder que se encerraba allí: Discurso del método para conducir Wcn la razón y buscar la verdad en Jas ciencias. Nada más que esto. Y, sin embargo, es tanto, que ni siquiera hoy, en nuestra España ¿sangrante e incendiada, podemos pasar por alto, sin recuerdo, esta fecha. No es sólo un jalón esencial en la historia, de la. metafísica, que fínicamente interese a los filósofos; es qué por ser un paso decisivo en la filosofía, define toda una etapa de la historia del hombre, la que llamamos Edad Moderna, y esto sí que importa a todos, porque afecta enteramente a nuestra vida. Para Descartes, no hay mas que una cosa segura: yo, que estoy pensando; todo lo demás, si alcanza alguna certidumbre, la recibirá, de este primer hecho. El mundo entero, la existencia de Dios, todo, en suma, recibe su certeza de esa primer verdad, que es el pensamiento humano. B 1 hombre- es, simplemente, una cosa, que piensa Todo lo demás es, en principio, inseguro, y lo único que nos puede permitir llegar a ello y afirmar su consistencia es la rasión del hombre, que de este modo se ve puesta en el puesto primero, convertida en aquello de lo cual flepende todo. Y esta razón es algo que se encuentra en todos los hombres, y es así porque no hay más que una, y sta es potente y capaz de mostrarnos la verdad. I e este modo, se produce Una situación nueva en la Historia: éntr todas las cosas que hay en el mundo, el hombre queda señalado, no soo como la principal de ellas, sino como la que da su firmeza a las demás. Y entre todas las cosas que el hombre hace, solo una se considera decisiva y fundamental: pensar. lia razón, por todos compartida, es quien da al hombre su situación de extraño privilegio. Antes no se pensaba así. El hombre era alijo fundamentalmente (dependiente; au realidad, lejos de servir para asegurar la de las demás cosas, tenía mas bien necesidad de ser ella asegurada; y la razón era c sólo uno de los cantónos que llevaban al hombre- a la verdad, un camino, ademas, lleno de limitaciones y de riesgos. Había, aparte de ella, la autoridad, todo lo recibido de lo antiguo, Ib une los sentidos nos dicen a cada hora, una verdad nrúltiple y cambiante; había tamjbién lo que sabemos por Ja Historia, y, obre todo, la revelación. El nombre, pues, no decidía solo casi ninguna cosa; de continuo tenia que referirse a lo que estaba fuera de él. La razón individual, el individuo pensante, por sí solo, no podía alcanzar demasiadas cosas; Descaí- tes las enumera en su Discurso: la lógica, la matemática. Bien poca cosa, después de todo. Como para Descartea sólo lo que nos da la razón es seguro, todo se, le vuelve dudoso, todo pierde firmeza, y a nada se puede ya atener. Hasta que, descubierta la verdad primera de su realidad pensante o pensativa, le viene dado un método, un camino que lleva a la razón a serlo todo, de ser tan poca, cosa: a hacer que el hombre, por su solo pensamiento, alcance la verdad de sí misino, del mundo y de Dios. Y esta es la nueva situación del hombre, la posición de toda la época moderna, que queda prefijada, metafxsicamenté en las paginan clarísimas del Discurso del Método. No cabe imaginar transformación mayor; el hombre es dueño del mundo, en el sentido más radical en que cabe ser dueño de una cosa: por el saber. Y como esta razón es única, la misma para siempre y para todos, el hombre se puede desentender de. la Historia, de lo que aprendió de los tiempos ante. riores, de la voz vacilante y equívoca de los sentidos. Desde entonces, la verdad, cualquier verdad, se va a poder determinar geométricamente. Cualquier verdad, y, por tanto, la de la historia humana. El inundo se puede organizar de un modo racional, con arreglo al pensamiento solo. Y entonces sabremos de él su verdad, que es, no se olvide, para todos y para siempre. El mundo- -todo 1, hoy y dentro de mil años- -tiene que ser así. Esta creencia tiene un nombre: es el estado de espíritu revolucionario. JLa posibilidad de toda revolución, hablando con rigor, arranca de Descartes. Claro es que Descartes no se ocupaba, de ello; para, nada aparece en sus escritos; lo que hizo fue bastante más que hablar de ella: hacerla posible. Y siglo y medio mas tarde, los revolucionarios de 178 9 no hicieron más que llevar a sus últimas consecuencias las ideas metafísicas que Descartes dejó escritas ha. ee tres siglos en el Discurso. Así, y no de otro modo, interpretó Hegel, entusiasmado, lo que significaba la Revolución francesa. Desde entonces han pasado muchas cosas. Entre otras, que hemos perdido bastante el sentido claro, el único riguroso, de la palabra revolución. Pero no perdamos de vista que, en la, misma medida- -poca o mucha- -en. que nos falte aquella fe cartesiana, nos falta también la creencia en la revolución. Corno debemos evitar cuanto nos sea posible todo anacronismo, conviene revisar cada día con más cuidado estos conceptos, que, caídos en las manos de todos, pierden a míen u do su precisión y su claridad. Para hacer esto, y para renovar a la. vez la exigencia de pensar con evidencia interna, es buena sazón ésta, en que conmemoramos con toda Europa los tres siglos justos del espléndido libro cartesiano. hiliaii MARÍAS. Hetralo de Desearles, que figura al frente de la edición de. sus obras completas. Amsterdara. L rimtts inaccesaiim ¿fui per fot sécula perum CEi ítit tetr- is Jongte ca- liginis iimSrt s sagax. Mttzira, tiius, sie cernitur 9 Orüi Q Oteíütgéacros t n imagine Tumis ¿fu n rere víj- hine rtificüpni ¿uxter- a Omnia uf t ¿juem ccenla milla taee mé scce dnxrxz

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