ABC MADRID 29-06-1937 página 11

¡Salud, Cibeles! A la calle de Alcalá- -Xa casticfeima rúa m- adríle- ña que ningún gato auténtico ha llamado nunca por su verdadero nornlbre, sino por si achulapado de la c Alealá, -le ha cabido, entre loa avatartes de esta guerra incivil, el honor de ser la, primera que supo de la brutalidad descarnada de! fascismo internacional: en ella cayeron las primeras bombas de la. aviación extranjera- ¿recordáis? pronto hará un año- aquella noche ca. ligi. nosa del 28 d e agosto, en. qu e la metralla hizo perder su hocico a uno de los leonés. Otros barrios, más infortunados, le robarán la gloria de superarla en sus edificios destruidos; algunas plazas- -la d e Antón Martín, por ejemplo el galardón de ofrecer mayor huella de la barbarie científica; la Avenida de los Obuses se atreverá a disputarla el primer puesto- en la cantidad de metralla recibida sobre sus piedras, admiradas hoy por el mundo eintero... Pero siempre la. c Alcalá sentirá el trágico orgullo de haber ofrecido á la curiosidad de los hijos de Ma drid la primera prueba de cómo era- -y es- -extraordinariamente eficaz la labor del Comité de m intervención. Y ahora. cuando vuelven a. visitarnos los aviones alemanes e ita- lianos- -acaso en señal de albricias por la retirada de Hitler y Mussolini del seno del control- otra vez nos da ella, una sensación inédita de belicismo, al proteger contra granadas y bombas a. su diosa secular, a la madrileña cien por cien, a Nuestra Señora la Cibeles. La Cibeles acaba de desaparecer de la vista de la calle de Alcalá. Y la calle de Alcalá de su vista. Por primera vez en la Historia, ya no- le servirán de nada aquellos gemelos constituidos por los dos rapaces que juegan tras de su carro, y que, según lo chuscos, le servían de prismáticos para ver caer la. bola de Gobernación. Hoy, oculta bajo una masa de albañilería y arena, la Cibeles es un panorama, urbano inédito y curioso; Se diría que, por ¡er tan profundamente española, ha querido ¡participa. r en nuestra lucha, como una de aquellas milicianas- -melena al viento y mono azul- -que en los primeros días de la, guerra se encaramaban a los camiones que partían haciai la Xa iuenle de la Cibeles, -hace algunos meses. Uno de los leones presenta en Id cabeza señales de la metralla facciosa. sierra. T ya que ella no pedía ir a los parapetos, ha iiecho que los parapetos vengan a ella. Con toda justicia y razón, eso sí, pues la que una mañana amaneció embozada en la clásica capa española, no debía por ráenos fie vestir las armas de la nueva guerra de nuestra independencia. Bajo su sólida protección, ausente de las miradas de sus paisanos, la Cibeles está ahora más presente que nunca en. el ánimo de todos. Es como el corazón oculto e indomable de Madrid, de este Madrid que nunca será de- los traidores españoles, ni de sus amos extranjeros; de este Maidrid que, al verla comprendida. -por su edad y por su sexo- -en la orden d e evacuación, y, al par, exceptuadla, por su calidaid de madre de todos, ya. que no ha podido mandarla fuera- ¿qué pintaría ella en el Levante feliz la pone, amoroso, a cubierto d! e los desmanes enemigos. ¡Salud, Cibeles! Los defensores de nuestra ca. pital te garantizan que nunca, desfilarán ante ti los moros rubios ni los hijos de la loba. Aguarda- -sufre- -bajo tu parapeto momentáneo. Que el día del triunfo tú serás la primera en verla, (porque, todos a una, nos preeipitarenios a quitar cada uno un grano de la montaña de arena que te cubre, ya que. -a una todos- -habremos puesto nuestro grano de arena para amasar, con sangre y lágrimas, la nueva España inmarcesible. Serafín A AME la Cibeles como aparece actualmente, ana vez terminadas las obras de pro tección contra los obuses. (Fotos V. M. t i