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ABC MADRID 02-03-1937 página 16
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ABC MADRID 02-03-1937 página 16

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página16
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El bandido Flores Arocha es teniente de Franco Goethe, en Las afinidades electivas, una de sus más notables obras, analizó el fenómeno. Pero no ¡tenemos necesidad de releería, para comentar la noticia que con Justificada alegría las radios facciosas lanzaron la otra noche. Esta noticia es así: Flores Arocha, sobrino y sucesor del otro famoso bandidu de los misinos nombres, que ¡la Guardia civil no había podido capturar durante varios años, se iha apresurado, apenas supo la caída de Málaga, a pasarse al nacionalismo, con una partida de veinte hombres. ¿Cómo no lo ihabía hecho antes? Flores Arocha, sobrino, operaba, como su tío, de sangrienta memoria, en la serranía de Ron faierno legal, lejos de suprimir el Cuerpo que fundó el duque de Ahumada, lo estaba reorganizando bajo otro noinibre. Y Flores Arocha, luego de largas perplejidades, decidió apartarse de los beligerantes y obrar por su cuenta. Robaría y atracaría a rebeldes y leales. Y se fingiría, ya partidario de Franco, bien defensor de la República, según los sitios y las circunstancias. Y así ¡ha venido haciéndolo hasta los días de la icaída de Málaga. Oficialmente era, con la partida que le reconocía como iefe, un incontrolable Pero nadie podía acusarle de parcialidad. Dejaba sin dinero, sin alhajas y sin víveres, con la misma igualdad equitativa- a los que escuchaban embobados rabie, Flores Arocha oyó leer, en un diario de Málaga, un relato del asalto y toma de Badajoz por las hordas salvajes de Castejón y Yagüe. Los moros, legionarios, falangitas y roquetes que habían subido a Extremadura, desde Sevilla, incendiaban, mataban, robaban y violaban sin miedo ni duelo. Y acababan de coronar sus hazañas con los ametrallamientos en masa de la plaza de toros badajocense. Y Flores Árooha, luego de oír, palpitante, la información del periódico malacitano, exclamó con voz trémula: -Esos ¡hacen en grande lo que yo hago en chico. Esos son los míos y no los otros. Y, luego de decirlo, le pareció que la sombra de su ilustre tío, asesino de viejos, niños y mujeres, incendiador de chozas, le sonreía desde un olivo próximo... Pero Flores Aíoctaa, hombre precavido, quiso esperar. Málaga estaba en poder del Gobierno. No le convenía decidirse aún. Y sólo cuando le contaron que los italoalemanes, con retaguardia de requetés y falangitas, habían entrado en Málaga, tomó la gran resolución de declararse públicamente partidario del fascismo y subdito de Franco, Queipo y Mola. Vistióse con la camisa negra. Buscó en Antequera insignias de la Falange. Se procuró unos escapularios y una bandera roja y gualda. Arengó a los veinte sirvengüenzas que le reconocían ipor caudillo e hizo que se ataviasen como él. Y al frente de tan lucida hueste bajó de la serranía a la Hoya de Málaga. da. Armado de su 1 escopeta, desafió, meses y meses, al llamado benemérito Instituto. En la región que recorría, ipor montes, valles, oteros, bosques, matorrales, vegas, ríos, arroyos y cañadas, pueblos y aldeas, todos podían verle y hablarle y le veían y le hablaban diariamente. Todos menas sus perseguidores oficiales. Estos no le tropezaban jamás. Llegado el pronunciamiento, Flores Arocha, que no tenía ideas políticas ni sociales, entró a cuentas consigo mismo. Todo ¡había cambiado en España. ¿Por qué no cambiaría igualmente su situación? Había dos ejércitos en presencia. ¿Con cuál de ellos se iría? Un gitano amigo suyo le dijo que, para proceder con lógica, debía tomar partido por el bando en que no militasen guardias ¡civiles. Mas era el casa que había gentes de tricornio en los dos al comienzo de la guerra. Y poco después supo Flores Arocha, con hondo desconsuelo, que el Go- por las noches, junto a sus ¡radios, las piezas oratorias de ese valerosísimo, inteligentísimo, bizarrísimo y abstenio general apellidado. Queipo de Llano, que a quienes, al oír el nombre de éste, apretaban los labios y cerraban los puños... ¿Facciosos? ¿Leales? Todo es uno y lo ¡mismo decía Flores Arocha, aunque no ha leído al filósofo alemán que dijo tal sentencia. Y se echaba la escopeta a la cara y gritaba con voz terrible: ¡La bolsa o la vida! Sin embargo, conforme fueron pasando los días, Jas semanas y los meses, Flores Arcdha fue evolucionando. Al principio no se daba cuenta de ello. Sus simpatías oscilaban según las incidencias de la campaña- pero acababan ¡por inclinarse del lado de la facción. Hasta que, en una mañana rnemo- Su llegada causó verdadera sensación entre requetés y falangitas, moros y legionarios. Todos ellos suspendieron por breves minutos su trabajo de asesinar malagueños sospechosos de republicanismo, socialismo o sindicalismo, a que se vienen entregando sin descanso desde que entraron en ¡la ciudad, detrás de los ¡batallones de Italia y Alemania, y le escoltaron, aplaudiendo, hasta el Gobierno civil. Y allí Flores Arocha, con palabra inflamada, confesó su fascismo y su nacionalismo, cantó las glorias de Franco y de Queipo, y ipidió un puesto en las filas de los. salvadores de la Patria. Se lo han dado. Flores Arocha es ya oficial. Manda un destacamento. Su nombre rueda por la Prensa extranjera. Pronto lo veremos disputando a Franco los teutónicos favores de von Faupel... S. DE I.

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