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ABC MADRID 17-07-1936 página 6
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Descripción

Justicia histórico Oración en desagravio a mi Asturias extraña. En la antigüedad, los conquistadores latinos los crucificaban y ellos sabían morir clavados con el pecho abierto, cara a la niebla de la montaña; modernamente, los soldados napoleónicos les fusilaban y ellos se vengaban haciendo morder, el poK vo de la derrota a un Ney, a un Sabastiani o a un Bonet. Amaban la naturaleza en. los picachos inaccesibles de sus cumbres nevadas y en los encantos de sus mujeres opulentas. Por una nena de cualquier quintana se mataba la flor y nata del mocerío En los prados jugosos de los valles, salpicados de ptntnrcsc quintanas... La insurrección socialista de 1934 puso al Principado asturiar en un plano descollante de la actualidad y la polémica. Se habí desde entonces, de Asturias roja, y el grito de ¡Asturias, Asturias! ha venido a ser un alarido de combate, una exaltación a la r baldía y una amenaza. Y la noble región que sufrió sobre sus carnes los bárbaros trallazos de las jornadas de octubre y que ahora soporta esa propaganda, está bien lejos, en sus hondas realidades, de. merecer tantas desgracias. Por eso reivindicar al Principado es una obra de justicia histórica que los asturianos auténticos- -no esos otros de exportación para barraca revolucionaria- -estamos en la obligación de llevar a cabo en la medida de nuestras fuerzas. De Asturias se tiene, en el resto de España, un concepto generalmente quivocado. No se la ccunoce más que a través del lugar común de sus cuencas mineras y de sus centros industríales, cuando en verdad es mucho más que eso. Frente a los veinticinco mil mineros desarraigados, están veinticinco mil pescadores y doscientos mil aldeanos con arraigo en lá tierra y on el mar sobre los que vienen trabajando de padres a hijos a través de los siglos. Esa es la otra Asturias, campesina y marinera, mal conocida aunque sobre ella la pluma procer de nuestro venerable Palacio Valdés haya escrito las que yo creo que son sus mejores obras: La aldea perdida, romance insuperable de la montaña y del valle, y José, romance insuperable del mar. Esa Asturias gozaba hasta la invasión de la minería de una vida de égloga. Los campesinos, vestían el traje multicolor de calzón corto y montera picona, sembraban sus tierras, cuidaban sus ganados y cortejaban a las mozas cantando sus cantos de amor y de guerra, coronados de bárbaros ixuxúes celtas, por los robledales y los pinares inundados de luna. Era una raza ingenua, rec- Pucblecitos colgados del acantilado, viveros de marinos audaces ta, belicosa, que jamás se había sometido a ninguna servidumbre y expertos pescadores... de dos aldeas rivales en los feroces cucamientos (refriegas) de las laderas. Pero a mediados del pasado siglo se produjo en algunas partes de Asturias un brusco cambio. Hombres venidos- de otros países desgarraron el suelo. Los rieles, como agujas manejadas por la mano de un gigante, cosieron los mantés, y las locomotoras poderosas turbaron con sus estridencias los solemnes rumores de los valles. En ellas llegaron cuadrillas de obreros forasteros, sucios y maliciosos, que blasfemaban horriblemente y se apuñalaabn por la espalda cuando estaban borrachos. Empezó la explotación de ja minería, y. al socaire de ella no tardó en establecerse una ran industria pesada, y ambas amontonaron hombres, atraídos e todas partes por el espejuelo de los jornales elevados. Quizá los que más se resistieron a esa tentación fueron los propios indígenas. El abismo negro de la mina les imponía un temor supersticioso. Ellos se jugaban la vida alegremente, tirando la montera al aire, por una patria o por una- mujer, pero sentían un horror infinito a la muerte en la sombra, con los músculos retorcidos por el fantasma del grisú. Y Asturias fue rica. El dinero corría de mano en mano, en un derroche alucinante. Pero con esta prosperidad, más aparente que real, entraron los odios y las ambiciones. Los mineros, sin tradición, ni arraigo ni vida espiritual, abando nados por las clases directoras en más de Típico rincón de una una ocasión, constituyeron un elemento ex aldea asturiana, ¿célente para asimilarse iodo el materialismo S lllhl I lll I

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