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ABC MADRID 03-07-1936 página 16
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ABC MADRID 03-07-1936 página 16

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página16
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CONSULTORIO U. H. P. -i Ay, mi buen señor! No le diré a usted a otro perro con ese hueso, al referirme a su consulta, porque la expresión no es en verdad muy cortés; pero sí que más le valiera dirigirse a un médico y no a mí, que de estas cosas, como de muchas más, es más lo que ignoro que lo que sé, y no puedo darme la pena de aprenderlas, porque si dice el adagio que el saber no ocupa lugar, ya dice, en cambio, el maestro Unamuno que ocupa tiempo, y tiene razón que le sobra, y yo la sigo cuando se trata de una sabiduría a la que no estoy obligado por pudor de mi oficio. Sin embargo, allá va lo que tímidamente opino, por lo que medio sé. No creo que esté mal dicho eso de cura de las enfermedades hepáticas porque no estoy conforme con usted en que el adjetivo se refiera tan sólo al hígado enfermo. El diccionario nos dice de hepático que es el que padece del hígado y así es la verdad; ero no lo es menos, y también lo consigna el libro maestro, que hepático es todo lo que se refiere a aquella viscera. Se dice arteria! epática, canal hepático, plexo hepático, etc. etc. sin que ello suponga que la arteria esté esclorosada, que el conducto, que anastomosándose con el cistico forma el colédoco, esté obstruido, ni que los filamentos nerviosos estén irritados. Lo que pasa es que usted, buscando la etimología, ha confundido el final de la palabra hepático con el patitos griego, que significa enfermedad, y entra en la composición del vocablo patología, y eso le lleva a suponer, por exageración, una redundancia en la frase enfermedades hepáticas Yo no la veo. Cura de las hepatitis o de las hepatisis, me parece algo demasiado concreto, y sin extensión para aplicarlo a una panacea de las enfermedades del hígado, y no sé si los médicos tienen el vocablo licpatías en sus diccionarios técnicos. Consulte con uno de ellos, es mejor, y si no siendo usted médico, abunda demasiado en la manía de averiguar estos pormenores, entonces... consulte con un psiquiatra. ¡Mi palabra de honor! L. -Sí, señor, debí ponerle un acento como una casa a la palabra récord. Podría disculparme con el compañero linotipista; pero le calumniaría, engañándole a usted y en í; añándome a nú mismo. La gramática ordena que los términos latinos o de otras lenguas usadas en la nuestra, así como los nombres propios extranjeros, se acentúen ortográficamente de acuerdo con las leyes prosódicas de nuestro idioma; pero, a los que medio sabemos otras lenguas, nos repugnan esos acentos que no están en la ortografía dé las palabras originarias y que nos hacen daño a los ojos. Yo no acentuaré famas Amiens ni Schubert, aunque me lo manden frailes descalzos. Contrapese la falta de acento en récord- -que sólo ahora acentúo, muy a regañadientes, por respeto a la gramática y deferencia a usted- -la sobra de los acentos en fútbol, chófer y cóctel, que no me explico de dónde diablos salieron. A mí me acentúan siempre, y yo nunca lo hago, la palabra opimo, y la convierten en esdrújula, cuando es grave; tan grave como el delito de acentuarla. Me pregunta usted qué motivo hay para acentuar la i del gentilicio austríaco, y... ¡no lo sé! ¿Ve usted qué gracioso? jPues, no lo sé! ¡Y es que yo no sé nada, hombre! ¿Cuándo se va usted a convencer? Lo único que sé, a veces, es dónde encentrar noticia de lo que ignoro, y en este caso me volví tarumba buscando a tontas y a locas, y me he quedado tan en ayunas, que estov devorando acentos, y me como el de austríaco, que no pongo ni pondré nunca. Usted encuentra muy fácilmente la razón de acentuar hipocondríaco, jeremíaco y policiaco, porque vienen de hipocondría, Jeremías y policía; pero para demoníaco y austríaco- ¡ya los acentué, qué caramba! -debe de haber alguna razón etimológica de ntás peso. ¿Quién nos la dirá. Dios mío? Aíjra usted la Gramática de Ja Academia, por las páginas 455 y 456 (Edi- sin duda sustituir a las religiosas en la meción Espasa- Calpe, 1931) y lea usted ínte- cánica fría del desempeño de su sacerdocio, gramente io que yo ie copio aquí, fragmen- pero no en el espíritu sublime que lo anima tado Los poetas, y a su ejemplo, los ora- y matiza con perfecciones insuperables. Pues bien, en esta carrera desaforada de dores, suelen deshacer algunos diptongos; pero más comúnmente en aquellas voces sectarismo, el morbo laicista imperante ha donde nuestra lengua parece como que de- llegado en su incomprensión y ceguera a lograr metas de una ridiculez magnífica: se sea recordar la prosodia latina... Otra licencia poética se han tomado y ha pretendido- -ante la imposibilidad de susuelen tomarse esclarecidos escritores anti- primirlos por su vieja raigambre popular guos y modernos; a saber: la de convertir y ppr los enormes beneficios que reportan- en voces esdrújulas aquellas que tienen acen- nada menos que desvincular todos nuestros festejos tradicionales y católicos de su rantuada la penúltima sílaba y acaban en diptongo, el cual deshacen para ello; acomodán- cia solera religiosa, poniéndoles motes irrisorios copo el de Fiestas de Primavera a la dose a la prosodia latina e italiana... ¿No andarán entre esas razones las del hermosísima Semana Santa sevillana, única y famosa en el mundo entero por expoacento de- austríaco? Yo le confieso a usted que no pongo nin- nente sublime de la religiosidad de un puegún cuidado en el acento ortográfico, cuan- blo de privilegio que sabe como ninguno do no sirve para aclarar y fijar el oficio de fundir en el mismo crisol devoto de su fe! a palabra en la oración, como en sé, pre- las exuberancias de su paganía y el fevor sente de indicativo del verbo saber, para de su recio misticismo, y el de Fiestas ofique no se confunda con el dativo se del pro- ciales de la Villa a los días madrileños de nombre de tercera persona, y en sólo, ad- San Isidro y La Paloma, en los que desde verbio, para diferenciarlo del adjetivo en tiempo inmemorial exterioriza el pueblo de hombre solo y del substantivo en solo de las sieje- estrellas de una manera rotunda y emocionada su fe y su cariño por estas violín. Me importa el acento prosódico, y éste se aprendo cen los oídos y 110 con ios imágenes de su devoción predilecta. Y, naturalmente, el pueblo, aún ese que vibraren ojos. P. P. Y. -Tiene razón su paisano el fla- el error de estas predicaciones, sigue, a immenco. Petenera se llama esa copla porque pulsos de su espíritu tradicional católico, nació en Paterna del Campo. Es una dege- acudiendo a estos festejos seculares, genuinamente religiosos en su entraña, por deneración feliz de paternera, y digo feliz, porvoción subconsciente unos y prendidos los que paternera sonaba a algo así como p al menos en el engaño del espejismo d margato. chamo oficial laicista. N. M. R. ¡No, hombre! ¿A dónde va Ahí está sin ir más lejos, como prueba, usted de frac, con bastón y bufanda? Esas son cosas de los peliculeros yanquis, que no lo ocurrido en estos días recientes de San son unos Petronios modernos, precisamen- Antonio, en qué a pesar de no celebrarse- -por primera v e z desde hace muchos te. Y no va más. años- -su verbena famosa, una de las más FELIPE SASSONE bonitas y típicas de Madrid, las mocitas madrileñas, con sus cortejos respectivos, han aoidido como siempre, primorosas y juncales, a depositar sus cuitas encendidas de fe en la beatitud de ese San Antonio de la Florida, que las recibe de antiguo entre humo de churros, olor a albaca y algarabía, verbenera, eti la visita oficial que el casticismo madrileño hace al Santo desde los Sobre España descarga sin duda alguna días majos y lejanos de fines del dieciocho; en estos días una de las tormenta s de odio y como también el estuche de frondas A n fraterno más intensa de las muchas que obs- de guardan los años su ermita goyesca se curecieron en el cielo de su historia la glo- ha visto invadido por una muchedumbre poria brillante y espléndida de su destino. La pulachera, que a pesar de la falta de los pasión política hace de las pequeneces más artefactos de divertimiento de su verbena, nimias e insignificantes banderín para todo ha bordado en el tapiz galante de la Florida linaje de acometidas; de los matices de vida su emoción madrileña y devota con merenmás ajenos a la lucha social se hace motjvo dolas, bailes y juegos del más puro abolengo de los años de esplendor. para las ofensivas más atroces, Y es que no en vano sedimentaron los siEntre ellos, es el sarampión laicista, entidad nosológica de primera jerarquía, de glos en el alma popular española años y las que más agudamente azotan y enferman más años de sentimiento y emoción católinuestra convivencia social. De ella han he- ca hechos espíritu de raza. Consecuencia de cho arma de sectarismo unos y elegancia re- ello, la mayoría de nuestros festejos popuvolucionaria otros, sin tener en cuenta, cie- lares famosos, tienen en su origen y en gos o indiferentes, los enormes males que la crónica de su grandeza una emoción deacarrea su implantación rotunda en la ma- vota, un recio espíritu de religiosidad bajo yoría de los casos. Raro es el día que la galas de paganía, que son el alma autén ¿Prensa diaria no recoge el dolor o el per- tica y el perfume genuino de su entraña. juicio formidables que en este o en aquel Casi todas las verbenas, romerías, fiestas paraje español ha producido en hospitales, y ferias de los pueblos de España brotaron asilos, colegios o demás establecimientos be- en el camino de siglos de su historia corno néficos la sustitución del personal religio- homenaje de fe a una santa imagen de preso que lo servía de antiguo con admirable dilección popular; peana de flores católicas vocación y competencia. Y es que se puede en las que ijordó cada generación el colorido de su época. Y asi, se quiera o no, cuando las villas y ciudades de nuestra geografía iluminan en fiestas el latido apagad Nos vemos favorecidos diariamente de su vida ordinaria, hay siempre bajó el con innumerables cartas en que los brillo de estas fogatas de p. icrr. ma en triunfo profundo lolectores de A B C exponen iniciativas cal un sentimiento imagen, r. ede íírvor res por una santa cono y observaciones, muchas de ellas opor- coldo inapagable de nuestro vicio y gloriotunas y plausibles. No siéndonos posi- so catolicismo racial; y todos Vs ht. -a es ble materialmente contestar a tan co- laicistas del sectarismo imperante, al pretender barrerlo con su r. piosa correspondencia, rogamos a lograrán más que avivarsoplo, fuego Sogrí? ni su o esparnuestros comunicantes que reciban en cir sus brasas por nuestro mapa, para aliestas líneas nuestra disculpa y no in- mentar fogatas agonizantes; joJ dwariog de- terpreten como descortesía la falta de predicaciones laicas. EL LAICISMO Y NUESTROS FESTE 1O S TRADICIONALES respuesta particular. BONMATI- DE CÓMODO

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