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ABC MADRID 25-06-1936 página 52
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ABC MADRID 25-06-1936 página 52

  • EdiciónABC, MADRID
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FÚTBOL REVALORIZAC 1O N DE LA FINAL DE MESTALLA Defensa de un match emocionante y elogio de los rivales. El handicap madridista y la desorientación catalana. La diferencia entre los finalistas históricos Aún no se han apagado los ecos de la ruidosa final que hemos presenciado en Mesfalla. Todavía los comentaristas apuran la colilla de los elogios o de las justificic cnes. según que se escriba para los aficionados catalanes o para los madridistas. Y ya nos sentimos indignados por ese afán que pretende llevar al convencimiento de los que no vieron el partido la seguridad de que en Mestalla se hizo un partido malo, deplorable- -dicen algunos- pobre de juego, escaso de interés... Por fuerza, esta victoria del Madrid ha dejado desconsoladas a muchas más gentes de las que ha envanecido; y porque a nosotros no nos importa el éxito de un Club más que cuando, como en este caso, está limpia y brillantemnete logrado, queremos romper una lanza, no en favor del Madrid, nuevo campeón de España, sino, lo que nos parece más importante, en favor de la revalorización de ese match de Mestalla, que tuvo rasgos emocionantes, que ofreció un juego de clase excepcional, sobre todo durante el primer tiempo, y que en fin de cuentas dio el éxito al que lo mereció a lo largo de los noventa minutos de juego. Todo ello, por supuesto, con perdón de los técnicos, que ya han fulminado los anatemas para esta final, infinitamente mejor, sin embargo, que casi todas las que recordamos. Y no hay que hablar de aquel lance de Chamartín entre el Sevilla y el Sabadell... te ganado, el curso de los acontecimientos cambió totalmente, y el Barcelona pudo llegar a hacerse dueño de la situación. A pesar de lo cual no ganó el partido, ni siquiera lo empató; no sólo por la jugada magnífica de Ricardo Zamora en los últimos instantes, sino porque en todos los anteriores les faltó dirección y les faltó profundidad. nal, el único del que podían venir las soluciones extraordinarias para el Barcelona, inmovilizado por Lecue y Quincoces, no pudo centrar más que una sola vez: aquella en la que, tras un avance genial, puso la pelota a los pies de Escola, para que éste ofreciera a Zamora la oportunidad de la mejor y más escalofriante parada de la final. Aquel dominio del Barcelona, que era supeditación reflexiva y voluntaria del Madrid, decidido a defender su título bien ganado en la primera parte, parece que no ha satisfecho a los intelectuales que se aburrieron ante un juego de poca calidad y de escaso mérito. ¿Escaso mérito el esfuerzo de Lecue ante las internadas peligrosísimas de Ventolrá? ¿Poca emoción en las entradas de Ciríaco para romper la ensambladura de los ataques llevados por Fernández? ¿Calidad deficiente en las intervenciones de Pedro Regueiro, fundidas en segurirtari v serenidad? El último cuarto de hora del primer tiempo Estamos muy acostumbrados a oír hablar de los partidos de Copa con cierto desdén. Parece que no se juega- -dicen- -sino para acumular unos tantos que sirvan de punto de apo o para eliminar al contrario n el partido de revancha. Exactamente. Pero aquí viene la exigencia del superior esfuerzo, la demostración de la clase y hasta la obligación de ese alarde, que sólo unos cuantos clubs pueden hacer y que sirve para remontar las infranqueables distancias. Algo así como lo que hizo el Barcelona contra el Osasuna en el campo de Las Corts. Los catalanes tuvieron esa oportunidad, y hasta se vieron empujados a ella, no sólo por la lesión de Sauto y su retirada en el primer tieir. po, sino con la consecuente desmoralización del Madrid, y el estímulo de los partidarios, que entonces les animaron más que nunca. Pero si dominaron, no lograron dar impresión de superioridad, ni llegaron casi nunca a poner en grandes aprietos a los defensores centrales. Fue entonces, en el último cuarto de hora de la primera parte, cuando perdieron el campeonato de España. Una gran final de Copa La final de Mestalla es uno de los mejores partidos de epílogo de un campeonato de España que he presenciado. Con esas magníficas, impresionantes alternativas que sacuden la emoción de todos los aficionados de un color y de otro. Pero la superioridad del Madrid no ha sido exclusivamente la del marcador, sino, antes bien, la de la inteligencia, servida por unas energías físicas y una resolución qud sus enemigos no tuvierogt Los primeros minutq Bel Madrid demostraron cómo puede hajerse juego brillantísimo en una final de Copa, v más tarde, rota la unidad del once, cómo llega la desmoralización e influye y sirve los designios del enemigo. Sin embargo, el Barcelona careció de director y, al terminar el primer tiempo, estaba vencido. Toda la emoción del segundo tiempo fue consecuencia del dominio catalán, aceptado por el Madrid como mal menor, y hasta aconsejado por el entrenador como táctica la más conveniente. Aquella exhibición y esta defensa segura y decidida, en la que el gesto de Zamora no es más que un episodio, aunque sea el de mayor relieve, demuestran bien que el partido fue un espectáculo magnífico del principio al fin y que la victoria del Madrid resultó justa. Porque en el momento actual, si el encuentro se repitiera con los mismos ardores. lo único que podría suceder es que el pronóstico- -los dos goals de diferencia- -llegaran finalmente al marcador en orueba de una diferencia indiscutible, que los partidos de Liga nos habían anticipado y la final de Mestalla ha venido a ratificar. -JUAN DEPORTISTA. Los sucesos fortuitos Actualmente el Madrid F. C. es el mejor conjunto de la Península, sin que esto excluya la posibilidad de que al comienzo de la temporada próxima, llegado el instante de jugar ese modesto torneo superregional, se produzca con mediocridad completa. El fútbol, mientras sea juego y esfuerzo de conjunto, donde se suman no sólo las calidades, sino, lo que es tan importante, los entusiasmos, será así. Y un match excepcional, forjado por un equipo magnífico, puede seguir, y muchas veces sucede, una exhibición en la que los mismos elementos son justamente protestados por su apatía, que trae como consecuencia un juego desvaído, incoloro, insoportable como espectáculo. Las últimas actuaciones de los madridistas han sido modelo de regularidad. Por eso precisamente se podía esperar con cierta confianza el encuentro final y por ello, al referirme en estas columnas a los posibles resultados, después de analizar las fuerzas y atender a los antecedentes en la misma temporada, supuse que los merengues iban a ganar por dos qoals de diferencia. Pero también señalaba de modo preciso el alcance de los sucesos fortuitos qi desequilibran los bandos, y hasta indicaba que la baja de Luis Regueiro en el Madrid o la de Zabalo en el Barcelona podían dar al traste con todos los cálculos de probabilidades; y como el defensa internacional fue substituído por Bayo, donde se hablaba de él, bien pudo ponerse Ventolrá. sostén tan firme de los azulgranas, como el pequeño back. Uno de esos accidentes privó a! Madrid de la colaboración inestimable de su medio Sauto; y a partir de aquel instante, cuando el partido parecía fácil y hasta ampliamen- El mérito de una buena táctica Rara vez será fácil contemplar una exhibición más completa, más precisa de juego, y al propio tiempo más profunda, que aquella que realizaron los madridistas durante los veinte minutos del primer tiempo. Silencio en las filas de los partidarios de los catalanes, y admiración también silenciosa en las gradas de los devotos del Madrid, sin más interrupciones que las que proclamaron el júbilo a la llegada de los qoals. ¿Se hubiera prolongado aquel alarde hasta el final del primer plazo? Sinceramente creemos que sí, porque en otros recientes partidos los merengues han demostrado que poseen fondo más que suficiente. Pero la baja de Sauto, unida al lamentable estado del terreno, sin desdeñar la reacción del Barcelona, dieron motivo a que la decoración cambiase casi por completo; y a que de aquel barullo, donde los fanáticos vieron un penalty- -en una mano involuntaria- surgiera el único tanto de los azul- grana. Hasta entonces, gran partido, con lujo de juego de clase; y en adelante, impetuosa avalancha de los catalanes, que sostuvieron la emoción hasta el final del primer plazo. Modificadas las líneas madridistas en el segundo tiempo, Lecue, que fue, a nuestro juicio, el mejor jugador de los veintidós, sujetó a Ventoírá con esa fácil dificultad de su juego recio y seco; y el extremo internacio- Lo recaudado en Mestalla Valencia 24, 5 tarde. El importe de la recaudación obtenida en Mestalla el día de la final de fútbol para la Copa de España asciende a 138.000 pesetas. El no coincidir con los cálculos efectuados, según los cuales se suponían unas 170.000 pesetas, obedece a un error al apreciar el aforo del campo. BOXEO Regreso de Ara a España Buenos Aires 24, 12 noche. El boxeado? español Ignacio Ara ha embarcado para España, a bordo del vapor Conté Btancamano. JJnited Press,

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