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ABC MADRID 05-06-1936 página 3
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ABC MADRID 05-06-1936 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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DIARIO iLUSTRA DO. AÑO TR 1 GESiMOSEGUNDO. 15 CTS. NUMERO DIARIO ILUSTRADO. AÑO TRIGES 1 MOSEGUNDO. 15 CTS. NUMERO FUNDADO EL i. DE JUNIO DE 1905 POR D. TORCUATO LUCA DE TENA BANDOLERISMO EN ANGUSTIA NACIONAL Y VA DE C U E N T O ¡Pronto! ¡Una autoridad! No están los tiempos para contar cuentos CHINA (La Prensa francesa ante los más o menos verídicos. Pero como tampoComo no es cosa de que estos artículos se queden inéditos por las consabidas causas ajenas a nuestra voluntad preferimos inhibirnos de las cosas de España y desviar nuestra atención hacia lo que pasa en Chi na. Se ha desencadenado una ola de bandolerismo que tiene ciertas regiones de aquel vasto país sumergidas en la más terrible anarquía. También allí los bandidos se dicen afiliados y miembros del Socorro Rojo Internacional. Se trata de malvados y de ladrones que operan en cuadrilla, así en las zonas rurales como en las urbanas. Un extranjero con quien tengo relación me ha relatado varios casos increíbles, sobre todo para quienes, como los españoles, vivimos en un ambiente de paz y de orden. Por ejemplo, el de un automovilista. que, a unos ochenta kilómetros de la capital, fue detenido por una partida de esos merodeadores, para imponerle su tributo de tránsito. -No llevo dinero- -se excusó. ¿Con este coche magnífico y va usted sin dinero? No es creíble. -En fin, llevo cinco o seis dólares. Lo indispensable para la gasolina. Les daré uno. En esto se acercó el capitán de la cuadrilla. Se informó de lo que ocurría. Y con la más perfecta cortesía dispuso: -No es preciso: que deje usted ese dólar. Puede hacerle falta. Pero como el diamante que lleva en esa sortija no le será necesario de momento, nos lo va a dejar en fianza de los cuarenta dólares que seguramente nos enviará usted para rescatarlo. Y así hubo de hacerlo el viajero, ante la delicadeza con que los atracadores le mostraban sus pistolas. Otro automovilista vióse forzado a entregar los faros de su coche en garantía del pago del tributo. Por cierto que una vez que hubo enviado el importe, le fueron devueltos los faros sin avería ninguna. Finalmente, un médico que viajaba hacia el Sur, en compañía de. su esposa, tuvo que dejarla en prenda por no haber previsto la necesidad de satisfacer esa contribución al bandolerismo vestido de rojo. Las gentes honradas de China hace ya tiempo que están curadas de espanto y habituadas a s ufrir estas ignominias. Los Gobiernos parece que no quieren o no pueden evitarlas. Hay, naturalmente, gente maliciosa que les atribuye una participación en el botín. Pero ninguna persona solvente se atrevería a afirmarlo, careciendo de la prueba notarial indispensable para acreditar semejante imputación. El hecho es que allí los únicos que viven jubilosamente son los malhechores. Aquello es su paraíso. El paraíso no a la sombra de las espadas, sino de las pistolas del bandolerismo. Por eso la amenaza de una intervención japonesa no asusta demasiado a la población honrada y pacífica, tiranizada del modo más inmundo por aquellas hordas de facinerosos. Con tal de no seguir gimiendo bajo la espuela de una tropa de bandidos se admite en aquellas regiones de China cualquier solución qué restablezca el orden, la paz, el mínimum de respeto debido a la vida humana. E s más: esa intervención militar japonesa hay quien la desea. Y hasta quienes estiman que, dado el estado de anarquía del. país, se está retrasando demasiado. JUAN PUJOL sucesos de la nación vecina. El grito de angustia sale ya de los pechos franceses. Como el náufrago busca aguadamente un asidero, Francia clama por la autoridad. El Cuerpo electoral, hace poco más de un mes, consagró con su voto determinadas orientaciones políticas; y hoy, el Cuerpo social las aprecia con espanto. Esto nos dice, una vez más, que son cosas totalmente diferentes el Cuerpo electoral y el Cuerpo social. Más aún; que son antagónicas, por lo que el primero, no solamente no representa al segundo, sino que le es opuesto diametralmente. Se comprende con facilidad la congoja francesa. Una multitud sin autoridad está sujeta a la mecánica de la masa. Esta, cuando es material, se desagrega y desmorona bajo la acción de los elementos, si por acaso los muros no la contienen. El desmoronamiento en las multitudes tiene nombre distinto, aunque, substancialmente, sea cosa semejante; se llama desbordamiento. Y el muro que. las contiene dentro de su posición jurídica, se denomina autoridad. Lo cual pone de manifiesto que las masas en es tado de desbordamiento, carecieron de autoridad, aunque algunos ilusos se imaginan que la ejercían sobre ellas. Pero es más fácil impetrar una- autoridad, desearla con fuerza, que conseguirla. Como la nota característica de una sociedad es la continuidad, no puede faltar en la autoridad. Como la sociedad es un ser moral, cuyo fin es de orden moral, porque es el Derecho que lo supone, la autoridad debe estar dotada de un prestigio moral. Ni. una ni otra nota se dan- -si no es por vía extraordinaria- -fuera del tiempo y de la tradición. Como lo que importa en materia científica 110 es estudiar, sino haber estudiado, así también, en el orden político, lo eficaz no es tener una autoridad, sino poseerla de tiempos, atrás. Y para poseerla hay que mantener Constantemente las condiciones que su existencia 1 exige. Es la primera entre todas ellas, el concepto de la autoridad en sí misaua considerada. Ni es algo que voluntariamente se consiente, ni es gravamen que por sacrificio se soporta. Que la voluntad individual debe asentir a la acción autoritaria, no ofrece duda alguna desde el momento en que aquélla tiene un aspecto moral; que puede en casos concretos contrariar los más poderosos estímulos del hombre, tampoco es discutible. Pero la experiencia está poniendo de resalto trágicamente que autoridades for- jadas a capricho, son como ídolos que las propias manos que los labraron, destruyen. No en vano se han socavado estos fundamentos de la autoridad. Cerca de dos siglosvan ya corridos, durante los cuales no ha cesado de propagarse y de infiltrarse en las masas la falacia que presentaba a la autoridad como un enemigo de la libertad humana, como un mal que arteramente se inoculó en las sociedades, o. por lo menos, como un mal menor. No es de extrañar que, a la primera ocasión favorable, estallase la rebeldía de los amamantados con lecciones semejantes. Más extraño es que quienes las prodigaron, griten ante el peligro: ¡Pronto! ¡Una autoridad! VÍCTOR P R A D E R A co lo están, por lo visto, para hablar en serio y a fondo de cosas muy serias y que por ahora deben permanecer inéditas, nos resignaremos y seguiremos narrando episodios auténticos de esta etapa cuya duración es materialmente imposible de prever. Provincia dé Córdoba. Mayo. Primavera tipo frente popular. Agua, granizo, destemple. Una troupe de liliputienses que va a actuar durante los días de feria en la ciudad de los Califas, pasa por un pueblo que tiene aspecto de pueblo rico. Buenas casas. Adoquinado en algunas calles, media docena de bares con radio. Los signos exteriores, en fin, de un lugar acomodado. El empresario o animador, como ahora se dice de los minúsculos artistas, decide intentar una actuación en tal pueblo. Para ello, busca un emisario indígena, con el fin de que le ponga al habla con el alcalde y obtenga el consiguiente permiso. El embajador se planta en casa del alcalde, que sin ser analfabeto integral tiene una vaga idea de todo lo que no sea el gazpacho y la firma de oficios conminando a algo a todo el que huela a derechas en el pueblo. -Zeñó alcalde... -dice el enviado- -ahí ha liegao una trape de... ¿Una trupe? ¿Y eso qué es? -Como quien dice una piara de artistas... ¿Y qué es lo que quieren r -Trabajar en el pueblo... Dar una función o dos... Dicen que son liliputienses ¿Liliputienses? A mí camelos, no... Esos lo que son de fijo es una partida de pajoleros fascistas... y a mí no. me la dan... ¡T? ero, zeñó alcalde... -No hay alcalde, ni alcalde... He dicho que conmigo no se quean... Conque lüipit- tienses, ¿eh... ¡A la cárcel ahora mismo con todos ellos... -Pero, señó alcalde, si es buena gente... Y además la cárcel ha cckao ya el completo... -Pues que saquen a los que tengan mejor apetito, que con eso nos encontramos... Pero esos tíos van tos a la cárcel... ¡Que me los traigan... Al poco rato vuelve el mismo emisario seguido de los diminutos artistas. En sus caras, infantilmente bonachonas, se retrata el temor y la curiosidad. Al ver aquello, el alcalde, indignado, se dirige al intermediario: ¿Y a esto los liamas tú liliputienses? ¿Que han de ser liliputienses... Estos son nanes. ¿Te enteras... ¡Nanos... Y aquella noche, los presuntos fascistas pudieron dar una función en el pueblo. Otro villorrio andaluz. Se ha proclamado el comunismo. El dinero no tiene ya valor y no circula. Entre otras razones, porque hay muy poco dinero en el pueblo y el poco que hay está en manos de los que allí llaman fascistas. En el local del Ayuntamiento se reúnen los proletarios conscientes para tomar acuerdos y unos chatos de manzanilla. El alcalde, que es el comunista más avanzado ái la localidad, les dice así a los reunidos: ¡Camaradas! Dende hoy sólo comerá en el pueblo el qre trabaje. Cada cual en su oficio o en lo que sepa, ayudará a la comunidad y la comunidad le ayudará a el. Los señoritos que no sirven para nada, se morirán de hambre. Nada de moneda... La moneda no vale... Intercambio de trabajo. El Ibañil trabajará a cambio de la comí-

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