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ABC MADRID 04-06-1936 página 3
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ABC MADRID 04-06-1936 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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DIARIO iLUSTRADO: AÑO TR 1 GEglMOSEGUNDO, Í 5 GTS NUMERO el valer de los coadyuvantes, cumplió como debía. Y resultó una epopeya. Así España se salvará también: ahora. Y se. salvará Europa. Porque es posible ani Por todas partes: en España y en Fran- quilar un Estado, y, sin duda, el marxismo internacional se dispone a los Escia, en Inglaterra y en Italia... se oye la tados de Europa- -es decir, destruirlos órgatodos ínisnía atormentada interrogación: ¿Qué va nos y- comiponerites de los Estados: (Justicia- a ocurrir? Ejército, Diplomacia, Administración. ya Es la angustia de una Europa que, no re- qué para. la teoría de la lucha de clases, el spuesta aún de la pasada guerra, cree ya ver Estado, con la totalidad ele sus componentes, filtrarse por el horizonte del mañana inmi- no es sino la organización de la clase en enente la silueta de otra guerra- nueva. Es la migax- pero las naciones no es posible ani- angustia de esta España, no atacada, no in- quilarlas en úiia- -revolución. qn etada por nadie desde fuera, y que, sin Y ¡nadie vacile si -transitoriamente, sí proemLaigo, en un acto de suicidio tan estúpido ducen, reveses aparentes y persecuciones aiscomo destructor, ha evocado al- enemigo den- ladas! Triunfa al cabo el que conserva íntic de su seno. Por todas partes líí misma tegjo- -su: espíritu, aunque pierda todo lo dejnteirogación ¿Qué va- a ocurrir? mas pues los contrarios, los que luchan sóY esa pregunta es la que urge moralizar. lo por cosas materiales, son. fuerzas del azar, y el azar es versátil, como las cortesanas y c Puede acaso ser lícita, en medio de la temIa estad, esa pregunta de espectado- r curioso, los estetas. Ni tema nadie que, mientras perd cesertor anárquico, qus intenta colocar- duren vigilantes la idea y la voluñtad del dele bellacamente al margen de los destinos ber, le sea factible a ninguna fuerza del azar de la colectividad, como si eso fuese hace- -a ninguna injusticia, a ningún privilegio, cfeio Somos; acaso; espectadores? ¿O so- a ninguna bandería- -aprovecharse de la vicmej todos; todos; lo queramos o no, actores toria, y desviarla hacia s. u particular benev íesponsabl- ss, cada uno en su medida, de ficio, fcn- una atmósfera de alta tensión moral, nada que no sea abnegado servicio a lo lo- que va a, ocurrir La pregunta, piara ser lícita, ha de yol- nacional y lo justo puede cuajar. 7 verse centra nos otros mismos y convertirse Pero, 1 a qué seguir? ¿No es todo esto que emesia otra: ¿Qué es lo que debe ocurrir? decimos una reincidencia en la pregunta que Porque la historia de los hombres no la con- queremos transformar y ennoblecer? ¿A qué dúcen el- viento ni las olas; no la guía la más explicaciones, informaciones y justificiega necesidad. Así van sólo empujados el caciones? Todo está ya dicho, sabido y exbarco a la deriva, el lobo hambriento y la plica do; Que i: nadie pregunte ya, con curiopiedra que cae por el barranco. Mas la his- sidad femenina, lo que ha ocurrido o lo que toria del hombre la conduce el hombre mis- va a ocurrir, sino lo que debe ocurrir. Y que mo, con la ayuda de Dios. Por eso es his- -obre virilmente en consecuencia. toria (irreversible, imprevisible, irreiterable) LAZAKO FABRE y no desarrollo matemático de una ecuación. Historia sobrenatural, no Historia natural como antes se llamaba a la de las piedras, las plantas y- los lobos hambrientos. Sí; al través de derrotas y victorias, ecu- LA NECESIDAD DE rre, en definitiva, lo que quiere aquella voluntad humana, que es la única capaz de VI VI R querer verdadera y entrañablemente: la voEn Estocolmo se ha suicidado, en un holuntad del deber. Amor fati decía Nietzsche, el pagano. Adopción voluntaria y en- tel, un diputado socialista acusado de mal 1 tusiasta del deber, decimos nosotros, los versación de fondos. El telegiama 1 Ó añade ¡cristianos, para- quienes Dios está en lugar nada más, pero la escueta noticia es suficien del fatum Transmutación milagrosa del te para glosar sobre ella un comentario, preocupación obsesionante del cronista que tie, deber en amor! Que si ahora, por lo que hace estricta- ne que salir todos los días a buscar asuntos mente a nuestro deber actual como españo- como un aprendiz de entomólogo a caza de 1 les, alguien preguntase cuál es ese deber, mariposas. Un hombre que al verse acusado le responderemos que aplique el oído a su de un delito prefiere la decisión resolutiva y propio corazón y atienda lo que allí le di- trágica de eliminarse voluntariamente a la de un castigo que, gan. Nada más necesitará si verdaderamen- humillación vergonzosa nunca podría llegar por infamante que sea, te es un buen español. Y nacía más que bue- al extremo irremediable que él se ha impuesnos españoles necesita España. Para cada to, no es un desalmado ni siquiera un delinindividuo y cada coyuntura tiene la Patria cuente vulgar. Si todos los delincuentes prosu exigencia. Que cada uno haga el deber para que su corazón- -auténticamente, insobor- cediesen así no aceptando que el el examen otra sanción nablemente- -le dicte, y que no espere la de sus culpas ¡conciencia, el arduo fallo individual d- su problema iniciativa de los demás; no pierda el tiem- de la criminalidad se habría resuelto y estapo censurando la conducta de los demás. rían de más todos los regímenes penitenciaNo vuelva, sobre todo, la cabeza hacia rios de este mundo. Un hombre que se mata atrás para ver si le siguen. Esc es un ade- vpara no ir a la cárcel en estos tiem- pos de man petrificador, según ejemplarmente. lo despreocupación colectiva en que todo se perdemostró la mujer bíblica. Cómo dudar dona, se admite y se tolera, es un caso tan de que nos siguen? ¿Puesto que ninguna or- excepcional y tan insólito, tan opuesto a las ganización es más puntual, más perfecta, más amplia c infalible que la. idea y la voluntad de España? ¿Tuvieron acaso otralos Lea usted españoles de 1808? Cada uno, desde sü rincón- sin comunicarse, sin esperar órdenes, mauana sin comprobar cicateramente el nombré o DIARIO ILtl! DO. AÑO TRl GESI MOSEGUNDO. Í 5 CTS. NUMERO FUNDADO EL i. DE JUNIO DE, 1905 POR D. TORCUATO LUCA DE TENA ¿MQRAL 1 ZACION DE UNA PREGUNTA AB e prácticas habituales que, lejos de sentir menosprecio por él, casi se siente uno- tentado de incluirle en el casillero, cada vez más restringido de las personas decentes. Es, por lo menos, un hombre arrepentido, y un hombre arrepentido está a dos dedos de ser un hpmbré honrado. ¿Cómo este pobre hombre, que tenía un fondo indiscutible de honradez, cometió la torpeza de tropezar en su camino con- el Código, sufrir, un resbalón y caer de bruces en el lodazal del delito? Seguramente, por. la necesidad de vivir. La filosofía ádleriana ha demostrado que el instinto de conservación no se limita, como su ribmbre expresaba hasta ahora, a la conservación de la vida en su doble aspecto estrictamente físico individual y de la especie, sino que se extiende. al anhelo de mejorarla, de superarla, para hacerla lo más agradable posible. Por eso al viejo, instinto de conservación se le llama ahora anhelo de poder, o anhelo de vencer o anhelo de superioridad, daten de arrollar las dificultades que se ofrecen al desenvolvimiento de un presente y un porvenir dichosos. Así se explica que, no obstante el instinto de conservación, lo que antes se llamaba el tirón de la vida, lleguen al suicidio sujetos que materialmente tienen la vida asegurada, pero que no han logrado satisfacer, las exigencias que sentían, que 10 han podido resignarse a la tremenda discordancia entre la realidad y sus sueños; del mismo modo que se explica también que centenares de individuos; se arriesguen a ejercicios peligrosos, -desde la guerra hasta el deporte, en los cuales saben perfectamente que están- expuestas, a p. eiider la existencia. Faja 0 mortaja, clamaban nuestros viejos ní- ilitares. Más comas da el hambre, decía éls Espartero que, sin saber una palabra de filosofía ádleriana, tenía una magnífica intuición clarividente de este ¡anhelo de superioridad. Anhelo de- superioridad que esta- fundamentado en- -la reacción natural del individuo contra el complejo de inferioridad que nos cohibe al vernos tan indefensos, y tan débiles eíi el espectáculo de un mundo ¡constituido por seres en su mayoría níasfuertes que nosotros. Contra esta impresión deprimente viene, como es lógico, el deseo, rio Tya: de igualarlos, sino de superarlos, de, (lestacá, rse y de sobresalir. De todas las malaventuranzas que le pueden acontecer a un- hombre civilizado la más triste es que pueda escoger su camino y situarse en la vida en la actitud que exige su propia naturaleza. El que es débil de voluntad se adapta al medio, y aunque esta transigencia lleve tras sí una estela de melancolía, al fin acaba por: aceptar, los hechos con la coufonnidad resignada: de lo inevitable. El que no resignándose está incapacitado para afrontar la lucha. cara a caía y se desvía por vericuetos tortuosos, y es el que suele dar de bruces con artículos dei Código Penal. Todo por la cochina necesidad de vivir. Se argüirá que la teoría es inmoral. Es posible. Pero ¡qué le vamos a hacer! Vemos todos los días medrar tan deprisa a nuestro alrededor a tanta gente, presenciamos a todas horas tal cúmulo de infamias sin. castigo, tantos delitos sin saticióa, tantas extralimita ciones sin frenoj qúe es preciso tener una conciencia muy sólida para no ir perdiéndolos escrúpulos. Se encastilla uno en dos o tres fórmulas éticas, y todo lo demás, se- encuentra permisible PEDRO MATA

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