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ABC MADRID 24-05-1936 página 31
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ABC MADRID 24-05-1936 página 31

  • EdiciónABC, MADRID
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MADRID DÍA 24 DE MAYO DE 1936 N. EXTRAORDINARIO 25 CENTS, tír f SUSCHlPClOft: MADRlJU, UN MES, 3,50 PESETAS. PROVINCIAS: TRES MESES. 12. AMÉRICA V PORTUGAL: TRES MESES, 12,50. EXTRANJERO: TRES MESES, 30 PESETAS. REDACCIÓN Y ADMINISTRACIÓN: SERRANO, 61, MADRID. APARTADO N. 43 ABC informaciones y noticias culminantes del presente número f DIARIO ILUSTRADO. AÑO TRIGES 1 MOSEGUNPO. N. 10.296 a g g TEMAS VARIOS La toga bajo el Jurado No uno, sino muchos comentarios exigirá el proyecto de ley para exigir responsabilidad criminal y civil a los jueces y magistrados. Págs. Lea u s t e d Base de todo el mecanismo forense era la independencia del Poder judicial. Por defender esta independencia, en la que la democracia veía una de las mejores garantías de los derechos ciudadanos, se han reñido batallas. E Diario de Sesiones registra en su colección muchos y muy fogosos discursos pronunciados por los prohombres republicanos para librar a los encargados de la misión juzgadora de la malsana influencia política. ABC Manifestaciones de los ministros de Justicia y Hacienda 33 El Xcgus lia embarcado para Londres 43 Información de los conflictos sociales planteados 47 El pleito de los toreros se agrava. 54 Intento de asalto nacionalsocialista al castillo del príncipe Starliemberg 59 Lea u s t e d A B C Bastaba esto para que el proyecto de ley cayera en el campo, muy reducido, en el que todavía es posible y lícito el asombro; pero lo que lleva la impresión que produce a extremos de estupor es el procedimiento que se establece para exigir dicha responsabilidad. Los jueces y magistrados comparecerán ante un Jurado, y de ese Jurado formarán parte los presidentes de las Asociaciones inscritas en el censo electoral social, entre las cuales, como es sabido, figuran las obreras. El señor ministro de Justicia podrá ufanarse de haber encerrado en los límites reducidos de un proyecto de ley, en apariencia de índole adjetiva y procesal, mucho más de lo que pudieran esperar, entre sus correligionarios y afines, los más esperanzados. Política y administración A El Socialista le inquieta profundamente el crecimiento moral del sindicalismo, la manera como la Confederación Nacional del Trabajo gana un ascendiente, del que carecía, sobre las masas obreras madrileñas. Ello arranca desde el día de la última huelga generai, declarada por la C. N. T. contra el consejo y el acuerdo de la Casa del Pueblo y las agrupaciones socialista y comunista La tenacidad de los sindicalistas al insistir, hasta salirse con Ja suya en aquella ocasión, tenía una finalidad más ambiciosa que la de condenar un episodio: el de insertarse con fuerza en el movimiento obrero madrileño, que siempre les fue adverso en razón de la influencia que ejercían en él los hombres más destacados del partido socialista De que lo van logrando son signos, según El Socialista cuyo artículo de ayer seguimos glosando, la incontinencia que venía observándose en la implantación de conflictos huelguísticos el cambio de táctica en su planteamiento, pues los socialistas los conducían supeditando el deseo, para movimientos de carácter reivindicatorío, a lo razonable y justo, buscando con ello ganar a la opinión pública, factor considerable en el desenlace afortunado de muchas huelgas Pero lo que preocupa e inquieta a El Socialista ¿es propiamente la incontinencia de las bases de trabajo que estos días se hacen públicas, en las que los años resultan de dieciséis meses para cobrarlos y de siete u ocho para trabajarlos y en que la relación entre patronos y obreros, a los efectos de las obligaciones de éste, vienen a convertirse en un vínculo indisoluble, a no ser por la voluntad del obrero? ¿O quizá, puesto que los redactores de ese periódico ponen la mirada más lejos, lo que les espanta es la situación que se pueda crear, especialmente en industrias como la de la construcción, que, siendo en sí misma una colocación de capitales, se contraerá en los naturales términos cuando edificar resulte el negocio más aleatorio en que pueda pensarse? No podemos saberlo, porque El Socialista que ahora suele expresarse en un tono, no digamos de contención, sino de engolamiento, trata el tema con los circunloquios, suavidades y cortesías que el adversario poderoso le merece. Pero, especialmente, no podemos saberlo porque le rebosa una ansiedad, una preocupación que obscurece y apaga todas las otras que le pu- dieran acometer: la de que los sindicalistas lleguen a afincar en Madrid, en cuyo caso el que no abdiquen de su apoliticismo nos promete un alejamiento de las urnas de las masas obreras que ellos controlen. Atendidas las características que las luchas electorales tienen en Madrid, ¿qué dolorosas consecuencias podría tener la influencia sindicalista para las victorias de traza política? Lo malo es que estas victorias parecen importarles cada vez menos a las masas obreras, lo que pona al socialismo en un tenebroso callejón sin salida viable. Porque la una conduce derechamente a ver cómo se le va la clientela, alucinada por las mejoras inmediatas que en el otro lado se ofrecen abundantemente, y la otra, a entrar en un juego de competencia, cuyas consecuencias próximas conocen ellos, sin duda, tan bien como nosotros. Los viajantes de la revolución Deliberadamente nos habíamos abstenido de comentar la visita de unos escritores franceses, de más o menos relieve, los señores Malraux, Cassou y Lenormand, que repentinamente lo han adquirido extraordinario a los ojos de nuestros izquierdistas, entre los que, si no se encuentran muchos lectores del Mercure de France son mayoría los que están dispuestos a encandilarse ante cualquier viajante de la revolución. Pero el silencio que impone la cortesía, la convicción, gustosamente servida por nuestra parte, de que la hospitalidad obliga mucho, no se justifican desde el momento en que los viajeros aludidos, en un acto celebrado en el Ateneo, se han calificado a sí mismos, no como visitantes u observadores, sino como beligerantes, como litigantes en un pleito que divide a la opinión española. Así, desligados de esas consideraciones, podemos decir que resulta humillante que estos señores nos consideren a todos, comenzando por los que anteanoche les oían, gente tan inferior que puede ser manejada con los tópicos más sobados y trasnochados del izquierdismo, sin que para hacernos entrar en el juego de la política comunista valga la pena de exprimir un poco más las ideas, de cribarlas y despojarlas de una retórica propia para las puertas de las barracas, en la feria de los ingenuos. Si, según Malraux, la cultura y los intelectuales viven y florecen como en su elemento en la Rusia soviética, alguna consideración deben merecer Spengler y Wells, que han coincidido en señalar la hostilidad y el desdén de los marxistas contra los intelectuales, acerca de cuya vida en Rusia dejó el segundo en alguno de sus libros un cuadro desolador. Menosprecio de que son ejemplo, entre nosotros, Este número esta visado por la Censura

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